Justicia será.
Un estudio reciente reveló que los índices de confianza y la percepción que tiene la población sobre la imparcialidad, honestidad y eficacia de los tribunales continúan en niveles alarmantemente bajos, el estudio fue realizado por el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (Fores), la Fundación Libertad y la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato di Tella, que arrojó que el 87 por ciento de los encuestados confía poco o nada en la imparcialidad de la Justicia, que el 81 por ciento confía poco o nada en su capacidad y eficiencia y que el 82 por ciento no cree en la honestidad de los integrantes del Poder Judicial. Obviamente esta realidad no escapa al Poder Judicial de esta provincia, cuestionada en numerosas oportunidades, más allá de los cambios cosméticos que se pretendan hacer.
La justicia entendida, en sentido amplio, como el conjunto de valores esenciales sobre los cuales debe basarse una sociedad y el Estado, el respeto, la equidad, la igualdad y la libertad, se ve muchas veces vulnerada por el propio Poder Judicial que debe impartirla como parte de uno de los Poderes del Estado, y a modo de ejemplo podemos mencionar el retardo en la justicia, expedientes que esperan años y años la resolución de cuestiones fundamentales, o funcionarios que guardan expedientes a la espera de la oportunidad… “Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”, esta frase que es atribuida al célebre filósofo, político y pensador Seneca, sigue siendo de actualidad y utilizada en forma reiterada., dejando en claro la falta de capacidad y eficiencia.
Tampoco se puede hablar de imparcialidad a la hora de impartir justicia,, cuando muchas veces los jueces lo hacen condicionados por determinados intereses, y así podríamos seguir mencionando circunstancias que hacen al entramado judicial.
La palabra justicia, que proviene del latín iustitia que significa “justo”, y deriva del vocablo ius, ha perdido su fin último transformándose en una palabra vacía de contenido.
La falta de credibilidad en el Poder Judicial, sin dejar de mencionar que no engloba a todos sus integrantes, sino a aquellos que se han corrompido por el propio sistema, y que obedecen muchas veces a sus intereses propios o corporativos, dejan sin posibilidad a la ciudadanía de accionar, sólo se expresa el descontento, de ahí los índices antes señalados. Es difícil denunciar y/o probar la mala praxis judicial, es clara para los abogados litigantes, la mala praxis legal ocurre cuando el abogado no cumple con su deber y causa al cliente algún tipo de daño, pero que sucede cuando quien causa un daño es la propia justicia. Nada, no sucede nada, y esa es la realidad.
Un país que pretende un cambio, que habla de cambio de sistema, próximo a una elección, debe entender que el mismo no es posible si en ese cambio no engloba al PODER JUDICIAL, tan cuestionado y salpicado por la corrupción, como los otros poderes.
Por Viviana Verón. Abogada-Periodista.
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