Declarar el "genocidio Guaraní" para calmar las tempestuosas aguas de la Hidrovía
La política y la comunicación, que trabajan desde la palabra, bien podrían aportar, un salvoconducto que tenga origen en una declaración internacional con relación a las víctimas de todos los países implicados en una guerra, que como todas, lleva a la tumba a la verdad y entierra la posibilidad de lo justo.
Propiciar la declaración del genocidio guaraní, por aquel conflicto en dónde se olvidó la palabra, para administrar las tensiones, podría ser precisamente la forma de iniciar una recomposición, de una nueva conflictividad entre Argentina y Paraguay.
El papa Francisco, tras décadas de fragorosa lucha de los Armenios, valido la denominación de “Genocidio” a lo que se perpetro a los pies del simbólico Monte Ararat, e inmediatamente recibió la queja Turca, en algún momento, se debería establecer mediante un proyecto institucional que lo sucedido en la guerra de la Triple Alianza o guerra Grande, fue ni más ni menos que el genocidio Guaraní, en la que las poblaciones de todos los implicados fueron las principales víctimas. El general Mitre, declaró la guerra a Paraguay, cuando el Mariscal López, decidió sin autorización, ingresar sus tropas a Corrientes, lo que se consideró una invasión que luego sería repelida.
El término genocidio fue acuñado por el jurista polaco Rafael Lemkin y determina “cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal” estos actos comprenden la “matanza y lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
No sería necesario apuntar más evidencias históricas, ni números, ni tampoco relatos aburridos, que muchas veces lo único que consiguen es alejar esa causas del presente, lo que se precisa es decisión política, para actuar como unidad de pueblos con historia, geografía y costumbres en común, entender que nuestro lugar, el de las mayoría o de los pueblos ante las decisiones de las cúpulas, fue decisivamente el de las víctimas, con las miles de vidas de los hermanos guaraníes que se suprimieron en un tris (menores de 18 años por doquier de acuerdo a todas las investigaciones históricas).
Pensar si bien no es sencillo, tampoco es oneroso y de lo único que se precisa es de voluntad, entender que nosotros tenemos como origen el ámbito jesuítico-guaraní, que años luego, su capital geográfica, sería masacrada por sus ciudades aledañas o hermanas y que tal cosa, se dio de tal forma que cabe la denominación de genocidio, sería un primer paso, para que al menos ciertos dirigentes con llegada las cimas del poder, puedan transformar esto en un planteo institucional.
Inspirados en nuestro filósofo, correntino-guaraní, Francisco Tomás González Cabañas, quién en unos de sus textos laudeados internacionalmente “ Un Olvido Jesuita o desmitificando lo filosóficamente correcto de la conquista” que versa, de acuerdo a sus palabras en lo siguiente ; “Mientras el establishment filosófico se preguntó durante decenios, acerca del olvido del ser Heideggeriano, la presente, es la cuestión del “olvido” antojadizo y filosóficamente correcto de la cultura de toda una civilización a la que le impusieron, como, donde y que pensar. Abordaje filosófico de los resultados o resultantes en verdad, siglos después, del andamiaje construido en el colectivo cultural, tras la conquista española al continente americano, las razones históricas y religiosas están debidamente estudiadas por ello las dejamos al margen, más no así las filosóficas, de aquí el porqué del texto. En el mismo aparecen términos, y conceptos de culturales originarias, que se resistieron, o que se decostruyeron y decostruyen cultural y filosóficamente a la conquista "prolija" o política e históricamente correcta por parte de los Jesuitas, la pretensión del texto es contar esa historia de los vencidos, es decir de estas culturas que obviamente no se conocen ni de nombre y que por ende se duda de que pudieran haber existido.” Creemos en aquello de “Si la historia la escriben los vencedores” frase atribuida a George Orwell, la frase conceptual se completa con “existe otra historia de los vencidos”, esta es la que se debe empezar a escribir.
Desde que somos una conversación, el bálsamo de una palabra, del reconocimiento de un error histórico, podría evitar la escalada de un conflicto internacional y la posibilidad de un mayor entendimiento de pueblos hermanos.
NR: Genocidio Guaraní es también el título de una novela reciente del autor Paraguayo Marcos Ybáñez
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