El giro categorial. ¿El fin de las categorías? Séptimo número de la revista "Angaú".
El epicentro editorial abordas líneas como las siguientes:
El giro categorial.
Nada puede ser atribuible a una subjetividad que renuncia a ser tal. El fin de las categorías no es más que el deslizamiento lateral que desvincula una cosa con la otra. Predicables en diáspora que habitan los acontecimientos en dinámica. Lo común cómo sucedáneo de lo general, adormece la pretensión singular. Del ser al somos. De la nada privativa al todo público. En tales intersticios, habitamos en la epocalidad de un lenguaje que ni extraño ni perteneciente, insiste, persiste, se agolpa en la fuga categorial.
La hendija es política. El poder como herramienta. La democracia como presidio a reconfigurar.
Categoría.
Debemos dejar de concebir a la Democracia como una categoría de las tantas en las que se puede determinar las prioridades de lo público. No puede ser un atributo más o predicable de las formas de la política. En todo caso es la democracia la sustancia en sí misma de lo político.
"Para nosotros que todo lo que se da como ser en nuestra experiencia se da en el lenguaje. No hay, digamos, una visión directa, pura, del objeto; cada objeto - y este es el mensaje de Kant -se presenta siempre bajo la forma de las categorías, ellas son lo que nosotros hablamos en lenguaje -ser, substancia, causalidad, etcétera-
Esto es importante porque es lo que distingue a la hermenéutica de muchas otras perspectivas filosóficas. Por ejemplo, una perspectiva positiva no imagina que el ser es lenguaje, sino que,desde su perspectiva, el lenguaje es un instrumento para captar lo que se da en un afuera. En este sentido,toda la reflexión que en esos ámbitos se da sobre el lenguaje-incluso en Wittgenstein-es el esfuerzo por construir un lenguaje capaz reproducir directamente lo dado. Más allá de si esto es falso o verdadero,lo relevante es que tiene consecuencias éticas." (Vattimo, G. "Hermenéutica, lenguaje y violencia: Perspectivas en el siglo XXI". Editora Fénix. México).
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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