"Antidemocrático es que existan personas expuestas a la indigna situación de la pobreza y el hambre".
¿Es posible pensar desde la singularidad del uno, sea la conciencia, el yo, el cuerpo, los agenciamientos de la partícula elemental o lo que fuere, dada la interacción obligada a la que estamos impelidos, condicionados, sujetos y hasta condenados en lo múltiple o las multiplicidades?
Lo que define al sujeto autoconsciente y libre es el hecho de reconocerse a sí mismo como fuerza de acción sobre-puesta a lo puesto, sobre-determinante de lo ya determinado que se le presenta a la conciencia. Eso no significa negar los múltiples condicionamientos y determinaciones de nuestra existencia inmediata, sino elevarlos al superior dinamismo de la reflexión pensante y libre: ese micro-universo subjetivo por el cual nos auto-determinamos y sobre-determinamos lo ya puesto y sido. Eso se llama libertad. Somos una partícula elemental, pero pensante, y en esa universalidad que el pensamiento produce, reside la libertad, es decir, la posibilidad de inventar, crear y crearnos, afirmarnos como “sí mismo” siempre nuevo y otro.
¿Cómo cree que es, que debiera ser y que le gustaría que fuera el vínculo entre filosofía y política?
La política que imagino es una política basada en la verdad, la justicia y la libertad que la filosofía piensa. Verdad, justicia, libertad son en realidad una multiplicidad de verdades y justicias todas parciales, y de ahí el arte de la política, que sería algo así como realizar concretamente –en tiempo y espacio condicionados– los valores universales, hacer que todos y cada uno tenga verdad, justicia y libertad. La otra es la política que yo conozco y de la cual he intentado participar en algún momento y medida: la política partidaria basada en la verosimilitud más que en la verdad, en concesiones y negociaciones. A eso se suman los intereses individuales de los que tienen en cada caso el poder –la mayoría de las veces siempre los mismos– y el peligro de que la clase gobernante termine gobernando para su propio provecho y el de las corporaciones –siempre más de lo mismo–. ¿Será que habrá un problema en el concepto mismo de poder político? ¿Será que parte del problema, o llanamente el problema, se llama patriarcado? Es un vínculo feminista el que necesariamente pienso entre filosofía y política.
Dada la indignidad de la pobreza y marginalidad, que asolan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo, ¿No cree qué el anclaje simbólico de seguir considerándolos con las mismas responsabilidades y exigencias (políticas) de quiénes nada les falta o todo les sobra, se constituye en un ariete profundamente antidemocrático y con ello en el deshilachamiento de reconstituir el lazo social?
Lo antidemocrático es que existan personas expuestas a la indigna situación de la pobreza y el hambre. La falta de responsabilidad política recae sobre nosotros, no sobre ellos. La miseria expresa un lazo social previamente deshilachado del cual aquella es resultado. Donde hay hambre, no hay democracia real, y los irresponsables somos los que sí comemos. El anclaje simbólico nos debe denunciar a nosotros.
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