4 de julio de 2022

"La filosofía es el nutriente para fortalecer la política".

Responde al ciclo "tres preguntas a filosofers" Roberto Nasimbera. Argentino. Profesor en Filosofía. Licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades UNQ (Mención Educación). Maestreando en Filosofía y Educación UNQ. Maestro en Tecnología Aplicada a la educación. Postitulado en Epistemología de las Ciencias Sociales Humanidades y Ciencias Naturales. Docente capacitador del INET (Instituto Nacional De Educación Técnica). Profesorado Técnico Profesional. Capacitador del Instituto Nacional de Formación Docente.

¿Es posible pensar desde la singularidad del uno, sea la conciencia, el yo, el cuerpo, los agenciamientos de la partícula elemental o lo que fuere, dada la interacción obligada a la que estamos impelidos, condicionado, sujetos y hasta condenados en lo múltiple o las multiplicidades?


Si bien, el ser humano como presencia consciente y transformadora en el mundo, donde su libertad se constituye entre otras libertades habilita el encuentro y los espacios de crecer en medio de dichas multiplicidades. Lo que implica que su singularidad se conjugue para construir posibilidades de un mundo común.  Siguiendo a la pregunta, no sé si estamos condenados, más bien vinculados en la relación inteligencia voluntad donde la capacidad de conocer la realidad por medio de la razón y la voluntad de elegir. Sin olvidar que el fruto de esto es nuestra unicidad, trascendencia y libertad. Tal relación genera responsabilidad y compromiso frente, por, desde y con otros.

¿Cómo cree que es, que debiera ser y que le gustaría que fuera el vínculo entre filosofía y política?


Como debería ser o me gustaría, sería un potencial o una búsqueda eutópica, pero no imposible en lo mínimo de fortalecer ese vínculo un poco deteriorado, o más bien devaluado.  Para muchos, la filosofía ha sido y continúa siendo considerada densa alejada de la realidad. Y la política como algo externo a la comunidad. He aquí el problema, ni una ni otra, esta alejada de la cotidianeidad. Por el contrario, se nutre de la cotidianeidad. Se trata más bien de centrar nuestra mirada en la problemática de las políticas aplicadas suscitando ante ella una actitud filosófica. Se hace entonces necesario desarrollar un proceso de reflexión filosófica sobre los problemas de nuestro tiempo y, en particular, de nuestra situación en este mundo globalizado y desigual. Toda participación política es una exigencia de responsabilidad social. En toda narrativa de una convivencia humana, sea individual o social, hay un pacto sustentado por una dimensión humana que es la credibilidad. Por ende, filosofía es el nutriente para fortalecer la política en la construcción de una sociedad más igualitaria y equitativa. 

Dada la indignidad de la pobreza y marginalidad, que asolan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo, ¿No cree qué el anclaje simbólico de seguir considerándolos con las mismas responsabilidades y exigencias (políticas) de quiénes nada les falta o todo les sobra, se constituye en un ariete profundamente antidemocrático y con ello en el deshilachamiento de reconstituir el lazo social?


La dignidad del hombre como calidad de vida no es un problema solo individual, sino social y nos interpela a todos los ciudadanos. Ser persona significa ser socialmente digno y ello supone condiciones materiales de existencia que permitan a los individuos elevar su calidad de vida, como, por ejemplo, un empleo con una retribución justa, una educación, un sistema de salud.  Si la democracia se sustenta en la libertad, y sin ella y todas sus dimensiones tal sistema colapsa. Reconstruir el deterioro social, se convierte en la tarea fundamental de toda función política. No se puede seguir produciendo sociedades donde sus ciudadanos nacen pobres y mueren en la misma condición. El sistema actual económico empresarial mediático del cual se vaticinaba una caída estrepitosa durante y postpandemia, sea fortalecido desde la mismidad de tragedia humana. Con lo cual, está generando mayores y nuevas desigualdades. Nuevas guerras, nuevas enfermedades, donde afloran sus dividendos para sostener la voracidad del sistema .Ante este embate feroz, nos queda la inquebrantable esperanza de resistir en la función filosófica. Dicha función es un modo filosófico de concebir la relación de los seres humanos a partir del querer saber movilizado por los impactos de la realidad.

 

 

 

 


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Sergio Manosalva-Mena
Los seres humanos tenemos una doble deuda que pagar, dónde no escogimos, por inconsciencia. Una es, a vivir una vida múltiple con múltiples sistemas sociales. La otra es, a vivir una vida incomunicable, de lo que se puede comunicar .
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