De la OTAN como Vigilante Nocturno
Por Óscar Sánchez
La mayoría de las personas, incluso las personas inteligentes, se imaginan a las élites, a los conocidos como “poderosos”, a la manera de sujetos de opereta intrigantes y astutos que están siempre a la vuelta de todo y que terminan por salirse una y otra vez con la suya. Yo creo que es al contrario, y que si comenzáramos a ver a los Amos del Mundo como lo que son, es decir, como niños sin experiencia real ninguna de la vida y jugando irresponsablemente con “cosas que no tienen repuesto”, tal como cantaba Serrat, ganaríamos una perspectiva desacomplejada acerca de los problemas globales respecto de la cual nos sería más fácil juzgarlos y buscarles solución. Todo se ilumina con otra luz si estudias el arco que va desde J. P. Morgan en la historia de los Estados Unidos hasta Warren Buffett en la actualidad como una concatenación de hijos de papa -de papá rico, naturalmente- que supieron aprovechar las grandes calamidades de sus tiempos para forrarse, y a los que, como muchos críos hoy, jamás preocupó nada más que hacer crecer la cifra de “cartas legendarias”, “trofeos” y “coronas” de su peculiar videojuego cruel en competición con otros niñatos de pareja clase social. En este sentido, Marx acertó plenamente hace 170 años, cuando escribió en La lucha de clases en Francia que “la aristocracia financiera, lo mismo en sus métodos de adquisición que en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpenproletariado en las cumbres de la sociedad burguesa" (subrayado suyo en la pág. 90 de la edición de Austral) ¿O es que alguien se imagina a alguno de estos señorones consagrando su tiempo libre a algo más que toquetear su móvil, usar de los servicios de las prostitutas, embriagarse, codearse con los colegas, fumarse unos puros y, sobre todo y ante todo, sentirse, siempre y en toda circunstancia, cargados de razón, más clarividentes que nadie, sapientes máximos como nunca han existido de cómo realmente funciona el mundo y de cuáles son las palancas que hay que tocar, exactamente igual, si lo miráis bien, que, en el extremo opuesto, una reunión de pobres diablos sin techo gastando lo malamente reunido durante el día? Creer que la “aristocracia financiera” es algo distinto de ese aquelarre de disminuidos morales no es más que haber visto con admiración demasiadas veces a Michel Douglas de Bróker Supremo en Wall Street I y II...
Sin embargo, hay que reconocer que la jugada de estos meses a propósito de las vidas y soberanía de Ucrania y los ucranianos ha sido maestra. Se quita de enmedio a Donald Trump, que no sólo era admirador y acreedor político de Vladímir Putin, sino que hubiera prestado a toda la operación un sesgo grotesco y demasiado evidente, y se pone en su lugar a un ancianito pro-globalización que tiene una chica afroamericana de reserva y que además es del Partido Demócrata. Después del espectáculo trumpiano, nadie va esperar de Biden precisamente el “Make América Great Again”, que es justo lo que está a punto de suceder. Puesto que a Putin se le lleva toreando veinte largos años, y es orgulloso como él sólo, resulta facilísimo provocarle para que se meta en la ratonera ucraniana, y ese mismo día el ancianito sale en la televisión mundial para anunciar que Putin, no Rusia, se ha convertido en el paria global. Zelensky, en cambio, que hasta ese mismo instante era el payaso tonto, pasa a ser el payaso listo y, en vez de rendirse en el acto para salvar las vidas de sus conciudadanos, atiza el fuego de la guerra en beneficio de la OTAN, que resurge milagrosamente de sus cenizas como el Ave Fénix (o como, pongamos, que eso está muy viejo, John Travolta en Pulp Fiction o Quequé en Hora Ventipico). El flujo energético planetario se reorganiza y ahora el negocio cambia de manos, con la ventaja añadida de que un renombrado “Occidente” empuja a Rusia a arrimarse a China, de modo que en adelante la propaganda podrá matar dos pájaros de un mismo tiro aunque, de tapadillo, sigamos haciendo con ellos los tratos comerciales que nos convengan. A todo esto, el Tercer Mundo, que ya estaba siendo reclutado por el gigante chino, pues que se lo queden, que la OTAN se expande al Norte opulento de Europa, y nadie se puede en realidad quejar, puesto que entre ser maltratado a la gringa -capitalismo salvaje que deja las relaciones sociales hechas jirones y que fomenta la incultura y el egoismo-, o serlo a la oriental -dirigismo autoritario que homogeiniza la población y establece carné de ciudadanía por puntos-, todos, el que esto suscribe incluido, preferimos el estilo Clint Eastwood, por pura familiaridad. ¿Hubiera podido existir, alguna vez, una Tercera Vía netamente europea, hija (nos basta y sobra con hija bastarda...) de la Ilustración, quizá apuntando en la dirección de un New Green Deal y a lo del viejo Giddens pero de verdad? Tras la cumbre de Madrid, tan bien encarnada en su espíritu renovador por Pretty Sánchez, ya nunca lo sabremos.
Frente al monótono continuismo de las economías planificadas, el capitalismo es una fiesta que no conoce el mañana. En este Fiestón del Fin del Mundo, a la OTAN le corresponde el papel del liberal (Hobbes, Lassalle, Nozick...) "Vigilante Nocturno", esa institución que garantiza que los contratos se cumplen, los conflictos no se van de madre y los misiles velan por la seguridad de todos. O sea, como Batman, que es milmillonario, norteamericano, actúa de noche y liquida por nosotros a las ratas. Guay.
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