3 de julio de 2022

"La democracia moderna debe ser un Estado de Derecho efectivo".

Responde al ciclo "tres preguntas a filosofers" Luis Roca Jusmet. Filósofo y escritor, nacido en Barcelona (1954) es autor de obras como "Redes y obstáculos" (editorial Club Universitario) y "Ejercicios espirituales para materialistas. El diálogo (im)posible entre Pierre Hadot y Michel Foucault" (editorial Terra Ignota).

¿Es posible pensar desde la singularidad del uno, sea la conciencia, el yo, el cuerpo, los agenciamientos de la partícula elemental o lo que fuere, dada la interacción obligada a la que estamos impelidos, condicionado, sujetos y hasta condenados en lo múltiple o las multiplicidades? 

 Somos seres singulares, pero no seres independientes. Formamos parte de la red de los procesos naturales y de los tejidos sociales en los que estamos inmersos. Cada ser singular percibe  desde su singularidad, pero esto hay que plantearlo en términos relativos. En esta perspectiva, por muy singular que sea, hay elementos comunes con todos aquellos con los que compartimos propiedades comunes.  Como seres humanos tenemos una estructura perceptiva y una razón común ( por muy mediatizados que estén por los imaginarios sociales de cada marco de referencia socio-cultural). Los caminos del pensar son múltiples pero siempre hay elementos que posibilitan el diálogo.

¿Cómo cree que es, que debiera ser y que le gustaría que fuera el vínculo entre filosofía y política? 

 El vínculo entre la filosofía y la política debería ser el de establecer una función crítica de la primera con respecto a la segunda. La filosofía debe problematizar los procesos políticos reales desde las conceptualizaciones filosóficas  de la ética, la justicia y el derecho. Esto le da un cierto  carácter normativo. Digo cierto porque tampoco se trata de que los filósofos gobiernen ni que sean asesores de los que lo hacen.  Se trata de generar ideas que tengan un papel transformador. cuestionando lo que hay y abriendo nuevos horizontes sobre lo posible.

 

Dada la indignidad de la pobreza y marginalidad, que asolan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo, ¿No cree qué el anclaje simbólico de seguir considerándolos con las mismas responsabilidades y exigencias (políticas) de quiénes nada les falta o todo les sobra, se constituye en un ariete profundamente antidemocrático y con ello en el deshilachamiento de reconstituir el lazo social? 

 La democracia moderna debe ser un Estado de Derecho efectivo. Esta exigencia ha sido formulada por la filosofía, de Spinoza a Marx pasando por Kant. Esto significa que cada ciudadano es sujeto de derechos y deberes al margen de sus características de sexo, etnia, raza, clase social. Esto se ha de mantener y potenciar porque es lo que dignifica a cualquier ciudadano y le hace garante de derechos. Pero la dignidad humana pasa por unas condiciones materiales mínimas. La política debe ser justamente este compromiso, que seguramente hoy pasa por la exigencia de una renta básica universal. Para vivir convivir en una sociedad democrática hay que solucionar el problema anterior, más básico y primario, que es el de sobrevivir. Y entender que la solución del problema de que todos los ciudadanos vivan en unas condiciones materialmente dignas es un problema social, no individual. Por lo tanto no se trata de sacar responsabilidades a los pobres sino de crear las condiciones para que puedan sostenerlas. 


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