29 de junio de 2022

"La democracia se convirtió en un cliché a favor de algunas clases dirigentes".

En el ciclo de entrevistas escritas "tres preguntas a filosofers" inauguramos la misma, con el filósofo chileno, doctor en Estudios Americanos y docente de la Universidad Católica Cardenal Silva Henríquez, Alex Ibarra Peña. "La filosofía debe ser siempre una reflexión de apertura de sentido para los problemas" define con precisión y destaca "La filosofía no puede apartarse de lo político, menos en estos tiempos de resignificación y de reoriginalización que al parecer viven nuestros pueblos".

¿Es posible pensar desde la singularidad del uno, sea la conciencia, el yo, el cuerpo, los agenciamientos de la partícula elemental o lo que fuere, dada la interacción obligada a la que estamos impelidos, condicionado, sujetos y hasta condenados en lo múltiple o las multiplicidades? 

Como intenciona la pregunta desde la tradición de pensamiento filosófico occidental hay varias alternativas para pensar en la existencia individual del ser. Una de las pretensiones más difundidas del pensamiento ontológico está en la creencia de que lo filosófico debe pensar al ser desde la unidad. La creencia es que desde la unidad se piensa la totalidad. Parte de la difundida tradición escolástica, o más bien tomista ha continuado divulgando esta cuestión en nuestras instituciones formativas y académicas, de ahí que para algunos esta reducción de lo que se define como filosofía cobra un sentido pleno, casi absoluto lamentablemente. Lo que quiero advertir es que este tipo de planteamientos son traiciones a la labor más genuina de la filosofía, ya que vienen a ser una reducción que atenta ante la vocación de ampliar de ampliar el pensamiento. Además si es que agregamos otras perspectivas filosóficas relevantes como lo son, por ejemplo, la ética, la epistemología o la política, por nombrar algunas que se reconocen desde su tronco clásico podemos ver que la cuestión de lo individual-sustancial desaparece dejando espacio a una concepción más relacional del ser que coimplica la apertura no sólo a lo múltiple sino que también a lo diverso.

Nuestra creencia en el desarrollo individual arraigado en una creencia de época fortalecida por el neoliberalismo se encuentra desafíada a un tráns-ito hacia la comprensión que quiebre la idea de la posesión individual sea del saber o del tener. Los bienes son parte del mundo y el mundo es diverso, no comprender este sentido de la vida es un atentado con "lo otro", con los otros y con nosotros mismos.

¿Cómo cree que es, que debiera ser y que le gustaría que fuera el vínculo entre filosofía y política? 

El vínculo entre la filosofía y política aparece tempranamente en lo que podemos llamar antiguedad filosófica occidental. Poco interés crítico se ha desarrollado en esta relación y se suele recurrir a ciertos planteamientos que son políticos, pero que tal vez no sean pertinentes e incluso revisten un grado de peligro cuando se les usa retoricamente desde ideologías que son dañinas para la democracia.

La filosofía debe ser siempre una reflexión de apertura de sentido para los problemas. Sin duda los problemas de la política son relevantes y pueden ser pensados filosóficamente, esto es un buen ejercicio cuando se hace desde la crítica que busca colaborar a un "buen vivir". Sin embargo, no creo que la filosofía deba cumplir una función normativa sobre lo político, esa mala concepción ha hecho que el filósofo olvide su ciudadanía, ya que la pretensión normativa interpela a una suerte de construcción de clase privilegiada para llevar a cabo el ministerio del pensamiento.

El trabajo conceptual o de construcción categorial no puede transformarse en una elaboración que pretenda instalar imperativos sobre el "deber" ser. La filosofía no puede apartarse de lo político, menos en estos tiempos de resignificación y de reoriginalización que al parecer viven nuestros pueblos.

Dada la indignidad de la pobreza y marginalidad, que asolan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo, ¿No cree qué el anclaje simbólico de seguir considerándolos con las mismas responsabilidades y exigencias (políticas) de quiénes nada les falta o todo les sobra, se constituye en un ariete profundamente antidemocrático y con ello en el deshilachamiento de reconstituir el lazo social? 

Hoy la democracia como la veníamos desarrollando se encuentra en crisis dado que se convirtió en un cliché a favor de algunas clases dirigentes que se colocaron al servicio de las oligarquías o de las grandes corporaciones productoras de la desigualdad. Hay una importante explotación de los recursos de la tierra que genera capital para pequeños grupos, hay un desarrollo de la industria tecnológica que también genera riqueza para pequeños grupos. Los sistemas de gobiernos, los parlamentos, los tribunales de justicia, los operadores políticos están al servicio de estos intereses. Hay toda una institucionalidad, a veces elegida con alta participación ciudadana que se ve engañada por los inetereses de quienes concentral el capital. Esto es lo que fortalece la falsa doctrina de la prosperidad individual que promueve las imágenes contrapuestas del éxito y del fracaso. Los movimientos sociales han ido en contra de estas imágenes y de esta institucionalidad.

Ese tipo de democracia es la que está en crisis, aunque banstante blindada y defendida, principalmente por mercenearios ideológicos que suelen tener tribuna en los medios de comunicación masiva más convencionales. Hay una lucha en el ámbito del poder que se encuentra abierta y que es un desafío gigante que exige una lucha permanente, ya que hay que disputar cada espacio de poder.

La radicalización de la democracia sólo será posible en la reconstrucción del lazo social que señalas en la pregunta. Este encuentro de los ciudadanos en el diálogo posible desde el espacio público, sea en los terrotorios o en las redes sociales es la esperanza que le puede quedar a una democracia que tenga un auténtico poder popular y masivo.

 

Entrevista realizada por Adán Dadrevse.


Comentarios »
Roberto
Saludos. Agradecido de recibir esta nota que instala el centro en lo colectivo y las relaciones que permitan una efectiva liberación democrática.
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