24 de mayo de 2022

Los liberales que faltan, los radicales que sobran en juntos por el cambio

El mayor logro político del Pro, es haberle hecho creer a varios que dentro de sí anidaba un ala dura o más a la derecha y otra más flexible o de centro. Con esta tensión supuesta, en los nombres de Mauricio y Patricia por un lado y Horacio y Eugenia por el otro, se deglutieron en gran parte a la coalición cívica o Carrió y quiénes unja y la histórica Unión Cívica Radical. En términos prácticos o de aritmética electoral, el partido de color amarillo, más allá de la pérdida simbólica que represente el no contar más con aliados de fuste como los señalados, cubrirá tal ausencia, con la posibilidad de incrementar aún más su caudal electoral y ganar en primera vuelta, incorporando a los liberales, para lo cuál ni siquiera necesitarán al valor estelar que hoy cotiza a precio superlativo. No casualmente Ricardo López Murphy inició una gira por el interior para conformar una “liga de partidos provinciales” que puede tener como destino final su candidatura a Vicepresidente, acompañando al hombre o la mujer del Pro, en representación de los liberales o libertarios (para el público son los mismo, por más que para el “nicho” liberal exista un océano de diferencia) y del federalismo tan declamado bajo esta novedosa composición en curso de liga de partidos provinciales.
Los capitostes del principal partido político del país (en la actualidad) , saben que difícilmente puedan contar con la estrella en alza de Javier Milei y que incluso tampoco les sirva. Tomarán de él, lo que planteó Bullrich, las ideas, que en definitiva es una declaración de prioridades, en donde el radicalismo, sobre todo el histórico o alfonsinista ya no tendrá lugar, en juntos por el cambio, o a lo sumo uno muy residual. En este vagón alejado de las decisiones o del poder real, cómo en verdad estuvieron los radicales en el gobierno de Macri, el que oficiara de Ernesto Sanz, será el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que a diferencia del Mendocino que sonaba como jefe de gabinete de Macri y se retiró de la política, se llevará al menos un colega suyo (el más cercano es Valdés) y posiblemente junto a la Carrió y alguna expresión del peronismo constituirán una propuesta política para un electorado que entre la apatía y la desazón no tendrá tiempo ni ganas para sorprenderse de nada. 

La narrativa de unos dirá qué se fueron y la de otros que se sintieron echados, y la variabilidad pasará por el tiempo en que se haga pública esta ruptura, por otra parte necesaria. No ha sido bueno el gobierno de Cambiemos, lo reconocen sus propios protagonistas, y no pueden tener resultados diferentes si continúan con el mismo armado político o composición societaria. A esto se agrega lo electoral. El radicalismo, más allá del valor simbólico y estructural (los miles de dirigentes, entre legisladores, jefes comunales, simpatizantes y demás, desperdigados en todo el país) puede aportar un 6 % de votos o de quantum electoral. Un liberal, que no necesariamente tenga que ser Milei, sin embargo, puede fácilmente doblar ese aporte y muchos consultores hablan de triplicar con grandes elecciones en el AMBA y en otros guetos urbanos en donde la unitaria argentina deja ver su composición más abyecta y desigual. 

La otra parte de la composición, tendrá que ver en cómo resuelva su reorganización el frente de todos o la relación entre kirchnerismo y justicialismo. La mejor vía es que tanto Cristina, Alberto y Massa, declinen postulaciones para sí y para propios, a la candidatura mayor y puedan encolumnarse detrás de un gobernador (Uñac, Capitanich o Schiaretti) o de un ex gobernador (Urtubey, Manzur) en este escenario, podrán evitar una diáspora mayor y conservar no sólo una porción de poder (la gobernación de la provincia de Buenos Aires) sino que tal derrota digna, significará la continuidad en libertad, de alguno o alguna.  

Cabe consignar que a tantos meses de la elección de 2023 y en virtud de la fragilidad inmanente de la política argentina, sucederán un sinfín de acontecimientos no previstos o no desarrollados (fundamentalmente la gravedad de la situación económica-social que puede hacerte estallar, por derecha en esta oportunidad los acuerdos o presupuestos mínimos) que tal vez cambien o modifiquen aspectos de lo aquí señalado. Sin embargo, las ideas principales de la actual composición de lugar o escenografía política y su proyección, indican que: El Pro es el principal partido político o de mayor activo en la actualidad (pese a que por ejemplo en distritos como Corrientes ni siquiera tengan una sede física o la que tienen está hace años abandonada) y en la natural ambición de recomponer su disposición de poder, encuentra que “le sobran radicales y les faltan liberales”. López Murphy, en consonancia con esta disposición ya inició (tal vez sugerido por alguien del Pro) la liga de partidos provinciales (que incluye un eje conceptual que declaman los radicales, pero que pese a gobernar provincias nunca se les ocurrió el plantear por ejemplo que en la composición de binomios presidenciales, los candidatos no puedan ser del mismo distrito o de distritos colindantes) y la actuación orgánica de la UCR, cómo lo fue en su momento en Gualeguaychú, será clave nuevamente. En obediencia a la memoria de Alem, seguramente romperán sin doblarse y luego propondrán conjuntamente  con otras fuerzas políticas, propuestas más caras y próximas a la historia misma y el espíritu del centenario partido. 
 
En el improbable caso, de que la concepción de la política cómo una suerte de club de amigos, o de encuentro social, sigan por la inercia de continuarse viendo los rostros, y animados por la debilidad del oficialismo nacional, arriesguen al país a ser gobernados por un populista-liberal, sino fracasan en lo electoral, Juntos por el cambio, Juntos, Cambiemos, o cómo se quieran llamar, volverán a fracasar al gobernar nuevamente el país, sí es que precisamente no “barajan y dan de nuevo” para no volver a ser la fatídica expresión de “continuemos” que llevaría al país a una nueva desilusión y por la misma emotividad, abrazar líderes mesiánicos con discursos incendiarios y propuestas disolutorias, que cómo sabemos están cada vez más cerca de la esquina llamada casa de gobierno. 
 
Por Francisco Tomás González Cabañas. 

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