¿Quién le arma a Horacio en Corrientes?
La respuesta es simple y contundente, por intermedio de la misma, podremos ver como funciona nuestro sistema político y social. Así cómo no nos cansamos de escuchar a especialistas que nos hablan una y otra vez del virus, sus efectos, consecuencias y profecías con respecto al mismo, ensordecidos por nuestra música oficial y su festival, alelados por las borlas de fuego que dimanan del dios sol y su iracundia natural (las que al parecer están ayudadas por nuestras acciones o inacciones que generan el famoso “calentamiento global”) sería bueno, además de filosofar y pensar (acciones que sino fuesen incomprensibles como risibles, debieran estar prohibidas) desandar el aspecto parroquial de la política cotidiana, las cuitas y chicanas de nuestro aquí y ahora, las aventuras y desventuras de nuestros semidioses que nos gobiernan y representan desde el sitial del cerro, que mientras no acontezca como en el cerro Corá de Paraguay, seguirá nuestra marcha inacabada por ser más fiel, a ellos, que el otro, la otra o el otre en tiempos de inclusividad, semántica.
El 50 % por ciento de nuestros votos ya está vendido, entregado o concedido al orden nacional, a la orgánica de la UCR, al proyecto Vicepresidencial de Gerardo Morales y de su esposa la peronista Tulia Snopek.
Gustavo Valdés debió alejarse de sus modales florentinos y transitando el covid mediante, arremetió cerrando filas para y con el jujeño, oficializando, vía twitter, su prueba de fe al proyecto del que forma parte para brindarle a la UCR nacional el salto de calidad que hace tiempo le falta (ser segundos al menos del Pro).
Seguirá por supuesto, en el accionar que le sale de perillas, de recibir a cuanto dirigente nacional llegue a Corrientes y evitar la llegada de los que no termina de controlar o nos les termina de poner sus condiciones o sus tutelados (ocurrió con Pichetto y Puerta el año pasado) pero más allá de las fotos, las de antes y las de mañana, Horacio vía el radicalismo oficialista de Corrientes no tendrá a nadie propio e incluso, por deporte, le impedirán, tal como los manuales indican, la obligatoriedad de tenerlo.
El kirchnerismo correntino sigue detrás de los quioscos. Tal vez un lugar como la EBY representa uno de esos modernos, llamados 24 horas que venden de todo, pero más allá de esto, que incluye el concepto de lo estético, no deja de ser un negocio, algo alejado de la conformación de un proyecto de poder. Con chances corre el diputado nacional “Romerito” que podría dejarle su banca a la madre de las hijas del jefe de la Cámpora, el Senador Aragón y de tal manera cerrar la caja para la parte de la cooperativa, o la secta, que se da en llamar “fabianismo”. El diputado del Mercosur, mientras tanto, construye su vigésima agrupación, que se da en llamar A23, y terminará probablemente, denunciando que no lo dejan participar en las paso, habiendo para ello, salido varias veces en las radios y en los diarios, lo que al final del día parece ser su gran aspiración. El resto de lo que fue el pejotismo, quedó deforestado, tierra arrasada y quemada, y los pocos sobrevivientes de tal latrocinio, se conforman con ser “muchacheados” por Valdés, algún cargo perdido en un área estatal, una viceintendencia en el mejor de los casos, pero no mucho más.
Entonces ¿no existen actores políticos o la política en otra dimensión que no sean las de las cosas dadas, establecidas y de la opresión hegemónica que genera un oficialismo de lo absoluto y la irracionalidad de la diáspora de una oposición en vías de extinción?
La respuesta, al menos la de esta pluma, la podemos vislumbrar en el “Capital” de K. Marx, en el “carácter fetichista de la mercancía y su secreto”:
Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robinsón a la tenebrosa Edad Media europea. En lugar del hombre independiente nos encontramos con que aquí todos están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba y terratenientes, vasallos y grandes señores, seglares y clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto las relaciones sociales en que tiene lugar la producción material como las otras esferas de la vida estructuradas sobre dicha producción. Pero precisamente porque las relaciones personales de dependencia constituyen la base social dada, los trabajos y productos no tienen por qué asumir una forma fantástica diferente de su realidad. Ingresan al mecanismo social en calidad de servicios directos y prestaciones en especie. La forma natural del trabajo, su particularidad, y no, como sobre la base de la producción de mercancías, su generalidad, es lo que aquí constituye la forma directamente social de aquél. La prestación personal servil se mide por el tiempo, tal cual se hace con el trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora que se trata de determinada cantidad de su fuerza de trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las relaciones sociales existentes entre las personas en sus trabajos se ponen de manifiesto cómo sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del trabajo”.
Tal como en la edad media europea (del análisis económico y de producción de Marx al político que trazamos alegóricamente) , no hay “representación”, no hay política, no existe otra cosa que la relación establecida, ni siquiera una resistencia, un fantasma como posibilidad de fuga o forma de soportar la realidad, dado que esta no genera angustia ni sensación de agobio u oprobio.
Nuestra “felicidad” no está en cuestión, ni puede ser objeto de crítica o de planteo. Nada que salga de lo “normado” de lo dimanado por las usinas de lo establecido, será ni socializado, ni publicado, ni mucho menos considerado.
No existe ni tiempo ni espacio para esto mismo, salvo la excepción. Tal excepcionalidad la ven y la vislumbran dentro de sus propios hogares, donde la vinculación por intermedio de la lógica del vasallaje comienza a hacer agua, a flaquear. La huida, como ida o escape, termina por ser la conducta más a mano y repetida. Pero ojalá los aspectos que mellan el alma se resuelvan con distancia geográfica o por el mero cambio de aire, de lugar o de hábitat.
Al menos por esos chicas y chicos, crecidos en el poder, a los que por obligación moral les deben cierta clase de amor, debieran abrir los ventanales de los castillos medievales desde donde mandan, para que el aire circule, un poco más, de tanto temor a que “entren desde afuera” con ideas raras o personas que no se hincan a sus pies, podrán repetir lo ocurrido en el medievo, cuando combatieron a la peste negra, cerrando todo y se contagiaron todos más rápido y más fuertemente, de haber tomado la estrategia contraria, de abrir, de airear, otro hubiera sido el cantar.
Pero tal como sabemos y escuchamos, ese cantar es uno sólo, cómo la música y su universalidad que desde nosotros sale, pero que es la oficial, la que tenemos que cantar, escuchar y bailar, y no existe posibilidad que no nos guste o que prefiramos otra cosa, ni siquiera que de tal tema, en esos términos, podamos hablar.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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