El caso Alec Baldwin y las grandes preguntas de la humanidad...
El actor Alec Baldwin nos cae estupendamente desde que hizo aquella genial sátira de Trump (también estaba formidable en el anuncio aquel de eToro, o cómo se escriba, donde sacaba de nuevo toda su capacidad histriónica aún al servicio de quién sabe qué estafa en acciones). Ahora sufre un destino casi peor que la muerte, como es el de tratar de seguir viviendo con la conciencia de que has matado a una persona y herido a otra, aún de manera completamente involuntaria. El mundo -es un decir…- se pregunta estos días cómo puede ser que una pistola de atrezzo que tenía que ser de fogueo estuviera sin embargo cargada, y yo también me lo pregunto, angustiado, acongojado, contrito, perplejo…
¡¡Ay, Señor, Señor!!
¿Pero qué podía hacer un arma de verdad al alcance de un veterano actor de Hollywood en la hermosa y grandiosa nación en la que te regalan un fusil si abres una cuenta en el banco con el cargo de un solo dólar? (https://hyperbole.es/2018/02/alegrame-el-dia-el-des-control-de-armas-en-eeuu/)...
¿Y qué hacía Baldwin protagonizando el enésimo Western, ese género cinematográfico que glorifica los tiempos en que la gente llevaba dos revólveres en el cinto que no se quitaban ni para gozar de los reparadores servicios de un burdel?
¿Quién fue el malintencionado o torpe que ponía siempre un vaso de vodka a tiro del expresidente Boris Yeltsin, un país en el que el alcohol escasea tanto como las armas de fuego en EEUU?
¿Cómo se iba a esperar el pobre C. Tangana que los eclesiásticos se escandalizasen por su mierda de video presuntamente sexy grabado en una catedral del Toledo?
¿Por qué subirá tanto y tan continuamente la factura de la luz en España, coincidiendo con la presencia en el gobierno de una coalición casi progresista?
¿A qué vienen veranos con tantos incendios, inviernos con Filomenas, tornados campeando por aquí y por allá, ríos y mares completamente contaminados, si el Cambio Climático no es más que el pretexto de la vendida de Greta Thunberg para no ir los viernes a clase?
¿Y quién entiende tanto fracaso escolar en las escuelas de España, si en televisión tenemos series tan educativas como La que se avecina y los reguetoneros son prácticamente Académicos de la Lengua?
¿Cómo es que Juan Carlos I se aprovechó desmesuradamente de su cargo en unos términos tan poco éticos, si la Constitución española le proporcionó la jefatura del estado y la inviolabilidad jurídica precisamente para hacer justica, desfacer entuertos y buscar el interés general de sus súbditos?
¿De qué habilísima estrategia se habrán valido los talibanes para recuperar el poder en Afganistán, si estaban allí las tropas occidentales amonestándoles severamente con el dedo (ceño severamente fruncido, también) para impedir que lo hicieran?
¿Y por qué diablos tendría García Albiol que abandonar la alcaldía de Badalona, si insiste en que jamás sacó partido de la sociedad que fundó a su nombre en un paraíso fiscal de Belice?
¿A qué se debe que Facebook, la nación de usuarios más grande del mundo, cambie de nombre, con tanto bien que ha hecho en el mundo?
¿De dónde procederán los viruses que provocan las pandemias, si precisamente tenemos por doquiera macrogranjas que se encargan, como pequeñas bombas atómicas, de que no quede nada vivo a su alrededor?
¿Cómo puede haber crisis alguna en la cultura, o en prosecución de la igualdad de género, si ya los premios literarios se conceden también a firmas femeninas, tengan luego a quien tengan detrás?...
¿¿¿¿Pero quién carajos iba a imaginarse nada de esto????
Y así indefinidamente. Esta vida nuestra es un enigma irresoluble, una sorpresa sin fin, una constante duda existencial, un echar las manos al cielo en actitud suplicante y ser amputado por el láser de un dron que pasaba por ahí liquidando a las cacatúas verdes de Madrid… Pero no pasa nada, Alec, porque pronto tendremos todos en el centro mismo de nuestros hogares un cilindro de diseño tipo Bauhaus llamado “Alexa” que escuchará sin interrupción ni descanso nuestras conversaciones, hallará la mejor solución comercial a nuestras necesidades, elaborará un perfil de nuestros gustos y disgustos, orientará el sentido de nuestro cuatrienal voto y sabrá responder a todos nuestros interrogantes y vacilaciones, por muy rebuscados que sean. El establishment es como Dios, Alec Baldwin, que aprieta pero no ahoga…
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