Ciclo “Recuperando la voz de los silenciados”.
En todas y cada una de las aldeas occidentales que enarbolan con soberbia y engreimiento la perorata de la libertad de expresión que cumplirían a rajatabla, las ausencias son tapadas, ocluidas y silenciadas. La voces de los impertinentes que las balbucean, con férrea tenacidad son perseguidas, condenándolas a la indiferencia como arma aún más contundente que la befa y el oprobio. Una suerte de ostracismo sin la penalidad misma del destierro, por tanto aún más cruel y perversa, una cancelación sin ser declarada y mucho menos sin capacidad de defensa para el sentenciado.
En el campo intelectual es tal vez menos evidente que en el político. Aquí los ejemplos abundan, de gobernantes que son erradicados de la memoria de sus pueblos, condenados al desatino de no contar siquiera con el nombre en una calle, en una plaza o espacio público, a diferencia de los privilegiados a los que post mortem se les construye una identidad ad hoc, oportuna y santificada de sus vidas y obras, cuyos nombres saturan los emplazamientos colectivos. Por esta razón hemos constituido este ciclo, no sólo es Oscar Portela el único intelectual al que sometieron a esta práctica, y del que debemos recuperar sus palabras que duermen el silencio del olvido en el polvo de una siesta anodina de su Loreto natal. También rescataremos las obras de gobernantes electos por el voto popular, cuyos gobiernos o sus resultados, pretenden ser eclipsados por quienes se dicen sus actuales “compañeros”, que veneran figuras de violentos puestos a dedo, por hombres de armas, clasistas y pendencieros, a quienes dedican loas, supuestos discursos y monumentos.
La construcción de una sociedad democrática, sólo la conseguiremos haciendo fluir las palabras tapadas, silenciadas, ocluidas y condenadas al destierro. Dejaremos de ser horda, cuando volvamos al debate, al consenso, devolviéndole la prioridad a la palabra sobre la acción a tientas y a locas, ese obrar maldiciente que devela nuestra parte más instintiva y primitiva que a la violencia y agresividad nos conmina.
Dicen que somos una corriente de pensamiento, sin embargo nos alienta y entusiasma pertenecer por el azar indómito a lo que algunos llamaron “tierra sin mal” espacio privado, tal vez de la prepotencia del número y del accionar, por sobre la comprensión y el entendimiento.
Escuela correntina de pensamiento.
El inicio de este ciclo inicia en modalidad virtual y presencial (un cupo de diez alumnos) todos los viernes de septiembre y está coordinado por Francisco Tomás González Cabañas y Mónica Colunga.
Para inscripciones: [email protected]
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