El "vice" de Larreta que quiere como vice al ex gobernador.
Nunca más oportuna la visita de Patricia Bullrich a Corrientes. Esta vez en su calidad de presidenta del segundo partido más importante del país (el radicalismo queda relegado a un tercer lugar a nivel cuantitativo de acuerdo a las últimas elecciones nacionales) a diferencia de la anterior en su calidad de ministra de seguridad, cuando desmanteló a los narcos que habían tomado hasta la casa de la madre espiritual, pero con el mismo nivel de dificultad, en este caso político. Se sabe que combina valentía, coraje y agallas con determinación y poder de construcción política. No sólo las esperanzas opositoras, sino de una mayoría en construcción, reposan en las espaldas de Patricia, quién tiene un rol preponderante de acá a 2023 cuando los argentinos volvamos a elegir Presidente de la Nación y sobre todo, Vicepresidente que es el lugar donde más problemas se nos genera a los ciudadanos que creemos en la democracia y en la república.
Los radicales correntinos, a caballo de gobierno hace dos décadas y encaminados a la tercera, no tienen mayores problemas que repartir entre correligionarios los principales lugares en las grillas que saldrán nuevamente ratificadas en las urnas, en la gobernación como en los más de 70 municipios, como los legisladores provinciales y nacionales. La tensión que antes de cada cierre, dado que no creen ni habilitan la democracia interna para elegir su candidatos, para contentar a los socios mayores y menores de la coalición gobernante (de más de una veintena de partidos) la resuelven mediante una combinación de estrategias y tácticas dignas de los más avezados ciencistas políticos o expertos en marketing como operadores políticos tras las sombras.
La última que urdieron y desperdigan por todas las esquinas de las reuniones políticas bajo protocolo, tiene que ver con usar al PRO no sólo de distrito (en el que vienen interviniendo, como en todos los partidos aliados como opositores, hace rato) sino el nacional, ventilando el “imposible político” de que en el poco inexplicable (dado que no no lo hizo en función de giras previstas o programadas por el interior provincial, sin siquiera el pretexto de un libro, como Macri, Vidal y Bullrich) visita del jefe de Gobierno porteño se “cerró” la candidatura a vicepresidente de la nación de Valdés. Y qué por esta razón, el vicegobernador debe ser Ricardo, quién volvería a ser gobernador dentro de dos años, cuando su correligionario suceda a Cristina.
De no estar internado por Covid, el radical Mendocino Cornejo se habría internado por una suba de presión ante esta versión, pero sí de algo saben los radicales, al menos los nacionales, es de resolver sus diferencias, democráticamente. Así lo demostraron cuando resolvieron apoyar al PRO, en la histórica convención de Gualeguaychú.
Así lo debieran hacer en Corrientes, pero lamentablemente, para la democracia, todo queda reducido a la mesa chica de siempre, a los ingresos que oxigenan a la política, de los amigos del poder y nunca desde quiénes lo interroguen o interpelen para hacerlo más creíble o confiable ante una ciudadanía con los problemas estructurales de siempre, agudizados por los actuales que plantea la pandemia.
Tal responsabilidad, democratizar una coalición política o de gobierno no puede recaer en Bullrich (que cómo si fuese poco, demasiado tiene con seguir construyendo una mayoría que se imponga al Kircherismo que tomó el poder en la nacional de este año y sobre todo en la de 2023) como tampoco en ningún dirigente nacional (le cabe a Juanchi Zabaleta designado interventor del PJ Corrientes) sino que es un trabajo de todos y cada uno de los correntinos más allá del partido al que pertenezcan o la expresión política a la que voten.
Antes que volver a tener un vicepresidente de la Nación (Hortensio Quijano fue el primero) nacido en Corrientes, debiéramos (tanto dirigentes como ciudadanos) preocuparnos en consolidar nuestras acciones democráticas que hacemos desde lo individual hacia el común o el conjunto. Sí tal como decía Alfonsín con la democracia se cura, se come y se educa, habría que ponerlo en práctica no sólo en la declamación, sino en el momento más crucial de lo democrático, qué es en las instancias electorales, en donde la participación ciudadana, los debates internos, la alternancia y el respeto a los partidos socios o aliados en una coalición, como la integración de sectores nuevos o independientes, son valores que no debieran permanecer al margen, por excusas irracionales o por la desmesura de un poder ipso facto que pretende abusar de una hegemonía asentada en bolsones de pobreza y marginalidad en proporciones africanas.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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