Todas estamos viendo Borgen
Por Maria Elina Serrano
Borgen en una ficción interesante, muestra a una mujer primera ministra de un régimen parlamentario donde se necesita permanentemente la construcción de consensos, para lo que se requieren habilidades políticas complejas, y estrategias de comunicación política en tiempos de big data. Herramientas de negociación, el machismo y la misoginia, el pragmatismo, la traición a los principios, la manipulación mediática y varios temas de agenda muestran un sistema político actual en el que debe desenvolverse cualquier persona. Sea hombre o mujer. Y las diferencias se sienten hasta en los partidos más progresistas.
Pero lo nos hace empatizar con esta mujer política, es que se sale de los estereotipos y lugares comunes en la manera de mostrar en la pantalla, la participación las mujeres en política. El personaje de la Primera Ministra Birgitte Nyborg nos muestra una mujer de con gran capacidad de adaptación, aptitudes para el liderazgo, profesionalismo y dedicación. Una suma de responsabilidades que demandan olvidar su vida personal, intentar equilibrar la dedicación a su familia, en una sociedad relativamente avanzada en materia de igualdad de género, pero donde aún existen prejuicios sexistas y no abunda la igualdad de oportunidades políticas.
Afirmación 1: A pocas mujeres les interesa la política
Está muy claro que no es verdad. Una cosa es que nos interese, otra es que participemos. Muchas veces por miedo a perder lo que tanto amamos y nos ha costado conseguir.
No es ninguna novedad que las mujeres venimos empujando fuerte en cuanto a nuestra participación política e institucional en distintos ámbitos. La mujer con su sola presencia, cuestiona el orden social existente, pone relevancia de la desigualdad, política, social y económica. El equilibrio que demanda la vida familiar, hace que las mujeres disminuyan notoriamente en los espacios políticos entre los 25 y 40 años. Es que hacerse tiempo para todo es muy difícil y la vorágine la paga muchas veces la propia familia. Esto es más relevante sobre todo en roles ejecutivos, ya que al cúmulo de tareas y preocupaciones se suman las horas (y los horarios) de la actividad política partidaria.
En la serie, vemos a Birgitte entrar a su casa hablando por teléfono, atendiendo cuestiones urgentes y no tanto, pero siempre cargada de material para analizar y agendas por cubrir. Donde queda la atención que requieren sus hijos? Y su pareja? Puede sobrevivir una relación emocional a ese estrés cotidiano y cambio en el estilo de vida?
Afirmación 2: Las mujeres no tienen preparación para la política
En muchos momentos de la ficción se la acusa de “no estar preparada” para tomar tal o cual decisión. Se da por descontado que no se habla de preparación formativa o intelectual, sino de “no tener lo que hay que tener” para decidir. Se da a entender que las mujeres tenemos gran capacidad de diálogo pero nos falta la firmeza a la hora de resolver cuestiones trascendentes. Lo más grave es que cuando lo hacemos, se nos acusa de perder la mirada femenina, o sea: hacer política como los hombres.
Preparase para la política no significa graduarse en ciencias políticas. Significa aprender y ejercitar con pasión habilidades de liderazgo, creatividad y persuasión. Combinar conocimientos técnicos con vocación de ampliar espacios políticos, involucramiento, compromiso y militancia. Se requiere alta capacidad de diálogo, autonomía, convocatoria, dialéctica, habilidades comunicacionales, conocimiento del territorio y sus actores. Suena fácil? Claro que no, pero lo hacemos.
Afirmación 3: Las mujeres tienen paridad
“Ellos cocinan todo, nosotras estamos para hacer las ensaladas” fueron las palabras de una compañera cuando se aprobó el cupo del 30 % y se proponían los nombres de las mujeres que iban candidatas a concejales.
Las mujeres tenemos paridad legislativa nacional, pero no aun en las legislaturas de todas las provincias. Muy lejos estamos de la paridad en los roles ejecutivos, en los directorios de las empresas públicas, en los entes autárquicos.
En Borgen, se propone la paridad en los directorios de empresas del sector privado, revelando una trama de prejuicios y ocultamientos. No todo es tan “nórdico” como parece, aún en los países más progresistas en materia de género.
Las decisiones sobre quienes serán las mujeres que ocupen los lugares que asigna la paridad, todavía las toman en su mayoría, por hombres. Vemos así muchas mujeres que son parejas (o ex parejas) de importantes políticos, o bien sus familiares directos o colaboradoras muy cercanas. No significa que esto las invalide, sino que la igualdad de oportunidades para otras mujeres políticas está muy lejos de darse.
Mirar para adelante
Mucho se ha avanzado en este siglo. Borgen también nos muestra eso, y que estemos hablando del tema lo visibiliza. La equidad de género es también uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible fijado por las Naciones Unidas. Organizaciones como ONU Mujeres tienen programas y trabajan con datos para relevar y apoyar la participación política de las mujeres.
Ojalá las jóvenes que hoy vean Borgen, puedan vivir un mundo más equitativo.
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Documentos de referencia sobre muejeres y participación política. Onu Mujeres : https://www.unwomen.org/es/docs?Topic=8a99cd19861f403bb651ef5e49c9fcdc
Sobre la autora:
María Elina Serrano es ingeniera, ex Ministra de Ambiente y ex Secretaria General de Gobierno y Coordinación de la Provincia del Chaco.
Correo: [email protected] Twitter: @mali_serrano
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