18 de julio de 2020

Razones de Virtudes contra deberes.

La convicción más profunda que dirigió mi meditación en Virtudes contra deberes es que el sujeto moderno y postmoderno se transformó en un individualista visceral a quien no lo obliga ningún deber pues intenta hacer siempre su capricho subjetivo. El primado de conciencia se extendió de su inteligencia a su voluntad.

Mi planteo, consciente de semejante limitación, propone la sublimación de ese individuo, irrecuperable para la ética del deber, a persona. Esto es que logre pensarse como único, singular e irrepetible, moral y libre, a través del ejercicio de las virtudes.

Hoy estamos en un labirinto del que solo, como Ícaro y su hijo Dédalo, podemos salir por arriba. Estamos convencidos que el sujeto contemporáneo no está agotado en este imbécil irredento que se nos presenta hoy sino que “también él” es un microcosmos con posibilidades incontables de modificar su condición. Este es el motivo fundante de una ética aretaica. El hombre puede ser más de lo que el hombre es, en tanto que es un conflicto entre acto y potencia.

Es por eso que en los fenómenos aretaicos comenzamos con el spoudaios= el hombre íntegro que es canon y medida de su obrar y concluimos con el incontinente, que somos todos nosotros, que podemos llegar a hombres íntegros a través del ejercicio de la virtud.

No existe hoy una tercera alternativa al homo consumans de nuestra sociedad contemporánea. 

 

Por Alberto Buela. 

(*) [email protected]


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