De la batalla de Pago Largo a la batalla del puente.
Podríamos decir que nos sobran historias y que sí algo no nos falta, son historiadores. Aquella vez, fue también por la libre navegación, en tal caso de los ríos, esta vez, por la del puente que nos une o vincula con la provincia del Chaco, a quién le endilgamos, sicario mediático mediante, la responsabilidad de que un virus presente en el mundo entero, nos demuestre a ciencia cierta, la pobreza que negamos y de la que se regodean quiénes la administran, otorgándonos los placeres de la ignorancia supina y la agresión desmedida, no ya al que piensa diferente, sino tan sólo, al que piensa o se pregunta porque replicar los mensajes y cartelitos del hijo dilecto de Berón de Astrada, que nos propone emular la épica de pago largo, esta vez contra el Chaco, y por la circulación del puente.
Todo cobro sentido, cuando el comunicado del senador provincial, exigía al Ministro de Salud de la Nación, el federalismo espiritual de poder comprar en mercados internacionales los respiradores y otros insumos, que lógicamente adquirirá y distribuirá el gobierno nacional en el mercado local. El sistema de gobierno correntino afiebradamente se ocupa y preocupa, no solamente por la salud en sí de la población, sino por las consecuencias que acarrearía un desborde sanitario. No sólo que la propia claque o elite gobernante forma parte del grupo de riesgo (mayores de 60, con patologías como diabetes, obesidad y demás) y la misma idea de no poder escapar de la posibilidad de enfermar, los enferma, por más que no enfermen realmente (es decir se encuentran que todo lo atesorado, no les sirve para escapar de las generales de la ley, de una pandemia que los iguala con el que nada tiene, con los cientos de miles a los que despojaron o no les permiten tener, para que a ellos le sobre) sino que la demanda simultánea a un débil sistema sanitario, los develaría en su mal obrar o mal gobernar.
Esta es la razón, por la que se inició, el operativo, chauvinista de acusar, señalar y desempolvar las actitudes más recalcitrantes de una supuesta autonomía que tiene por objeto, quedar en posición de víctima, para cuando el correntino de a pie, demande, además del chamamé, el carnaval y el pago a fin de mes, su derecho a que una gripe no lo mate, la clase gobernante, tenga la excusa perfecta, de que el mal estuvo en el otro, precisamente del otro lado del puente, como ayer lo fue con Entre Ríos, con Buenos Aires, con Paraguay o con el que fuere.
Este es el eco, que busca multiplicarse como el virus, esta es la enfermedad más nociva que nos afecta hace décadas, este es el invierno caliente, del que no podemos salir, y en el que caímos, al prometernos aire fresco, que íbamos juntos y bien, nunca pensamos en lo que nos pedían a cambio, para que nos paguen a término el sueldo y dejarles que nos pongan la alpargata arriba de la cabeza y nos digan que nos cuidemos la boca, que nos callemos y que ahora nos señalen, sí nuestro vecino, o el de enfrente, es el responsable directo, de que nos mate una fiebre o no tengamos un médico que nos atienda, dado que a estos les pagan mejor, precisamente, en ese otro lugar, desde donde nos señalan, que esta el mal, el contagio, la falta y la carencia, y la razón de la que adolecen.
La provincia, necesita de ciudadanos, no de siervos o vasallos, a estos los compra la dádiva o el dinero, en tiempos de crisis puntuales un insumo como un respirador (por esto el jefe de Genaro, salió a reclamar su derecho a comprar los mismos) pero ya nos decía Rousseau, el formar parte de lo público, no siempre se hace desde el poder, sino también fuera, y gratuitamente, sobre todo pensando, razonando y dando el lugar a esta herramienta, que no se compra ni con recursos ingentes, ni con prestamos, sino que se la debe usar, adecuadamente y en lo posible, trazada en una estrategia de poder, para que de una buena vez por todas, podamos respirar libremente, sin necesidad de la mascarilla o el respirador, que tanto nos cuesta, en libertad y en épicas, como las que proponen ahora, que libremos una batalla por el puente, para salvar las responsabilidades y culpas, sin que importe el ciudadano o la gente.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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