7 de febrero de 2020

El poder de veto o el poder real detrás de la intervención del PJ Correntino.

La adolescencia tiende trampas en la emotividad de quiénes, precisamente, adolecen de la adultez como para atemperarlas. El “peter pan” del peronismo correntino, a sabiendas de su condición de niño mimado de una facción del movimiento del General, en el fragor del poder que detenta, por ser portador de “compañía”, obediencia debida, obsecuencia o “lealtad”, no conforme con haberla tenido más larga (en las elecciones PASO del año pasado que lo catapultaron a su reelección en la banca) intenta esconder sus atributos, sus formas y su concepción machista y por ende vetusta y anacrónica, escribiendo sus comunicados públicos en lenguaje inclusivo, o agregándole la X como para no ofender, ni hacer prevalecer ningún género.

Lo que tal vez no sepa, dado que no se lo han dicho desde la agrupación por la cuál es lo que es, tiene que ver precisamente con la letra X. Esa letra, al suplir sobre todo la letra O (como para demostrar sororidad ante los desafíos que presenta la perspectiva de género), además se la usa como para tachar, para señalar lo que no va o no corresponde. Lo saben muy bien los estudiantes que padecen la X cuando no contestan bien un examen ante una pregunta. Difícil entonces que el líder de los jóvenes, que se cansa de hablar de la nueva generación, asumiendo el mismo estar a su vanguardia, no sepa que esa misma X, excluye, aparte y sentencia, el poder del profesor sobre el alumno, el poder en definitiva de quién tiene la lapicera sobre quiénes la padecen.

El diputado en cuestión, que se muestra inclusivo al punto de leer en sus intervenciones en el recinto, las expresiones de agrupaciones afines, desconociendo que el parlamento, es para precisamente “parlar”, para hablar, no para leer escritos, en su paroxismo adolescente, tras una intervención en un programa de radio, le puso una X, lo tacho, deseo que no participara de un posible proceso interno, a un dirigente con nombre y apellido, dando incluso, supuestas razones, políticas o personales (no aclaro esto último, sobre todo sí es que se declara compenetrado con las demandas de género, debiera reconocer la máxima filosófica de tal espacio, de que lo personal es político)  para tamaña expresión de veto o de censura.

No se trata del vetado, no sólo que tendrá o sabrá cómo defenderse (¿lo sabrá?), o incluso tal vez sea indefendible.

Lo gravoso del caso, es que al frente del peronismo correntino, quedará este adolescente político (ya termina de caer, con este lapsus emocional la máscara que usaba el normalizador chaqueño por indicación de coqui, de que la convocatoria a ordenar el peronismo correntino no tendría caballos de comisario) que tendrá, el año venidero, en la elección a gobernador, nada más y nada menos que a los profesionales de ECO enfrente.

¿Que le dirá este muchacho a sus compañeros para que lo acompañen, habrán alcanzado para entonces los distintos conchabos públicos, una vez que termine de repartir entre sus amigos y parientes, al mejor estilo de las viejas épocas, y bajo tal precepto machista y vetusto, del nepotismo y el amiguismo?

¿Qué seguirá diciendo incluso, ante expresiones como la presente, nos seguirá tachando con la X que tanto usa, porque no cantamos “Cristina, Cristina, corazón, acá tenes los pibes para la liberación?

El problema no es que se lo van a comer crudo en la próxima elección, sino que con tal bocadito, el oficialismo gobernante en Corrientes, se puede tragar también a muchos correntinos que crean que la única alternativa al gobierno radical, es la que ofrezca el muchacho, con viejos preceptos, que banca a los suyos, por el sólo hecho de que son de él, defendiendo el concepto de que los políticos pueden ser dueños de personas, machos en disputa para ver quién la tiene más larga, quién tiene mayor capacidad para usar la X para tachar, y ser a la vez, tan perverso, como para decir que lo usa para incluir, semánticamente, a todos los géneros .

La fantochada de la normalización del PJ Corrientes, acaba de caer. El sello viene con nombre y apellido, o lo que es más contundente, con quién se precia de tener poder de veto.

En todos y cada uno de los que se consideren peronistas u opositores al oficialismo radical, está la responsabilidad histórica de la futura elección a gobernador.

El chico se va a conformar con participar, con jugar a los soldaditos, tal como lo demuestra su concepción machista que no deconstruyó, habrá que ver sí los que lo acompañan quieren seguir jugando a la política, mientras los radicales siguen manejando el poder, o sí son más los que maduraron políticamente y determinan ir por el poder político provincial.

Anotícienle al joven que existen adultos capaz de dar esta batalla, de lo contrario, seguiremos en manos de los radicales, que serán muy malos gobernando, pero que no juegan al poder, sino que lo administran y lo ejercen con madurez.  

 

 


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