Peppo, Cristian Aragón y Celia Isla de Saraceni nombres de la nueva gestión para la región.
Que el acceso a lugares de la administración, sea del orden que fuere, sólo debe ser atendido en función de una suerte de algoritmo en donde el resultante sea revisto por palabras que sostengan lo constitucional de la idoneidad o lo políticamente correcto de los parámetros que se usan para tal selección (habría que ver desde donde se parte y con qué elementos se compite) no deja de ser un cuento, que bien podría ser Chino, pero es el más verosímil de los cuentos occidentales. El lugar o el punto del espacio político, como enclave político-social que da a parir a los ciudadanos gobernantes, que los sitúa en el plano distintivo del funcionariado, sea administrativo como representativo, siempre debe ser selecto, reducido, agonal en su definición (todo lo otro o los otros que bajo argucias técnicas refieren que todos tienen que acceder a, que el estado no es un botín de guerra o que esconden sus intenciones políticas y hacen informes a medida), ir en contra de esto, es como no aceptar la ley de la gravedad. Sin embargo, el pensar que las reglas de las designaciones o de cómo se designa no puede ser mejorada, es como mínimo tozudo y poco inteligente. A esto, a perfeccionar estas reglas no escritas, pero sagradas, es lo que se debe dedicar la clase política que pretenda seguir permaneciendo en la cresta de quiénes determinan los que están dentro del armado o de las decisiones que los protege del afuera o de la presencia del estado en sus vidas, para hacerle mejor la vida a los gobernados.
La clave política, del llamado “Albertismo” con origen en el “grupo Callao” bien podría haber encontrado en la región litoral o norte grande, al chaqueño (nacido en Corrientes) Oscar Domingo Peppo, que símil a Cristina tuvo la grandeza política de cederle su espacio al ultrakirchnerista Capitanich, quién sí bien lo venció en las PASO, lo hizo a merced de competir con la ventaja invalorable de ir “con la boleta larga del binomio presidencial” en una suerte de correr la carrera con la consabida marca del “caballo del comisario”. Peppo, le dio su renuncia a Fernández triunfador en las PASO, pero meses después le marcó la cancha a “Coqui”, le gano mediante Gustavo Martínez, Resistencia (dejando al candidato de Capitanich en tercer lugar) y de casi quince comunas que eligieron intendentes, el equipo de Coqui, sólo se alzó con la victoria en Pinedo, mediante el hombre más inteligente y laborioso, en el esquema de Capitanich, el diputado Juan Manuel Pedrini.
Peppo, podría ser el ariete, en donde el grupo Callao, o Fernández, balancee el poder de la Cámpora y de los Cristinistas puros. En Corrientes, por ejemplo, los lugares nacionales más importantes lo cubrirían, tal espacio, en donde llegaría el hermano del diputado Aragón (demostrando qué en la Cámpora, el nepotismo no es considerado un vicio a vencer) y otros repartos a espacios vinculados a Sergio Massa (Nito Artaza) y la vuelta o el regreso de Camau, de reciente pasado “Pichetista”.
La siempre complejA designación de la EBY, por la pelea que despierta entre correntinos y misioneros, cómo el apoderamiento por parte de la renovación misionera en los 12 años de gobiernos K, alumbraría la posible llegada de la primera mujer en la dirección.
La diputada, provincial y nacional, mandato cumplido, con antecedentes en cargos provinciales y partidarios, Celia Isla de Saraceni, tendría el visto bueno no sólo de espacios peronistas correntinos y la bendición del armador chaqueño, sino también el acompañamiento del ex presidente de la cámara baja, en tiempos de la misionera, el legislador mandato cumplido, Eduardo Camaño, hombre fuerte del peronismo histórico bonaerense, quién en cuerpo y alma del ex presidente Duhalde, fuera recibido, este último, hace días atrás por el mismo Presidente electo Fernández.
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