IV Simposio correntino de filosofía política.
En el mientras tanto de querer y no poder, o del pretender, por naturaleza, cambiar, o lo que nos fue dado, o lo que arrastramos como lo que es, la “inercia de la acción continua”, sí la filosofía o la reflexión filosófica, al menos sirven para ponerle palabras, a las insatisfacciones que genera el imperio de la práctica, pues al menos de tales tribulaciones, podríamos concluir que, pocos o muchos, al dedicarnos al pensar, generamos un tránsito diferente en el tiempo, ese mismo que por miles de años ha sido y es casi igual para la humanidad, ese que es, supuestamente, tan diferente para los fanáticos del hacer, que tampoco en relación o en la ecuación entre pobreza y democracia, pueden demostrar desde hace décadas buenos resultados.
Pensar, reflexionar, y poner en evidencia el entrecruzamiento del logos, es lo que debemos hacer antes de actuar, de lo contrario este se transforma en autómata, repititivo y pobre, de una pobreza insolente, y por sobre todo democrática. Hacer sin pensar, es delictivamente imponer.
Pensar o filosofar, es la obligación que nos legó la condición de humanos, por nada del mundo, ni por nadie, debemos dejar de hacerlo.
Pensar o filosofar, es la obligación que nos legó la condición de humanos, por nada del mundo, ni por nadie, debemos dejar de hacerlo.
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