San Buenaventura o al César lo que es del César.
Sí aquello de la libre asociación de ideas, posee un correlato en quiénes creyeron más en los misterios insonsables del propio cerebro, de lo que podría existir más allá del mismo o de la vida misma, podríamos citar al César de la correntinidad, y aún actual fiscal general, que hablaba de su goce espiritual, al ver lograda lo que de acuerdo a él, refería a su tarea cumplida de no contar con una justicia politizada.
“Me acuerdo del caso del escribano Alejandrino Maidana, el padre del que en esos momentos era el fiscal de Estado, Víctor Hugo Maidana. Era una figura clave del poder político de entonces (era vicepresidente del otrora poderoso Partido Autonomista). Estaba acusado del asesinato de una mujer, y al cabo de la investigación yo lo encontré culpable. Pero… finalmente fue absuelto. ¡Así era la justicia dependiente del poder político!” (Fiscal General César Sotelo; http://www.sobretablas.com/notix/noticia_06257)
Según el libro del Génesis, Abram cambió su nombre por el de Abraham para adaptarse a su rol de "padre de multitudes", que es el significado de Abraham en idioma hebreo. Pues bien: en los últimos años diversos estudios científicos han respaldado la relación entre nombre y destino, asergurando que las personas se dejan influir por los nombres al decidir con quién casarse, en qué calle vivirán, con quién formarán pareja y hasta el trabajo con el cual se ganarán la vida, entre otras cosas.
San Buenaventura nació en Italia por el 1221. Después de tomar el hábito de la orden franciscana, estudió en la Universidad de París (Francia). Más adelante enseñó teología y Sagrada Escritura en ese mismo centro de estudios. En cierto tiempo se desencadenó un ataque de algunos profesores de la Universidad de París contra los franciscanos, producto de la envidia e incomodidad que generaban los éxitos pastorales de la vida santa de los miembros de la orden.
El Papa intervino y después de una investigación se les devolvió sus cátedras a los hijos de San Francisco. En 1257 San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron el título de doctores.
“Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla” (Marco Tulio Cicerón). Tal vez necesitemos de un Papa, en su rol de jefe político que ponga a los Buenaventura y a los César en el lugar que en estos nuevos tiempos que corren la comunidad toda los necesite más ajustados a derecho, laico como religioso, espiritual y moral.
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