15 de julio de 2019

La campaña electoral en Argentina y las agendas de género: ¿Por qué ahora?

La igualdad, la inclusión, el multiculturalismo se convierten en nuevos paradigmas emergentes de un nuevo clima de época y, si bien en las últimas décadas, todos los países del mundo, y en especial los latinoamericanos han hecho esfuerzos importantes para lograr la igualdad, todavía falta mucho.

Por Paola Zuban*

¿Cómo podríamos esperar entonces una campaña electoral que interprete un momento histórico en que los movimientos ascendentes de los feminismos impregnan a la opinión pública e interpelan a la clase política?

Las campañas electorales, en general, brindan una excelente oportunidad y la comunicación política electoral, en particular, ofrece valiosas herramientas. Me gustaría plantear en esta oportunidad, solo cuatro:

Feminizar la política. En primer lugar, tomando un concepto de la Dra. Flavia Freidenberg, es necesario “feminizar la política”. A medida que nuestra sociedad avanza con consensos mínimos respecto a la igualdad de género, las campañas electorales también debieran reflejar ese cambio. Romper y ampliar techos y estereotipos estancos que ya no son aceptados en el imaginario social. Es un paso arriesgado, porque una igualdad real se gana con el poder, y para conseguir el poder es necesario interpelar a toda la heterogeneidad de la sociedad.  Pero animarse a algunas disrupciones también puede dejar un saldo positivo. No es solo una cuestión ética, es también una apuesta táctica y estratégica. Se multiplican los casos en el mundo occidental de políticos que apuestan a campañas con perspectiva de género y obtienen cada vez mejores resultados. Madrid, Barcelona, Nueva Zelanda, y más recientemente Eslovaquia, Chicago, Nueva York, son solo algunos ejemplos de países y ciudades donde candidatas mujeres lograron triunfos muy importantes, lo que demuestra que la perspectiva de género tiene una gran capacidad de sobrepasar cualquier polarización inicial.

El mensaje: un nuevo encuadre. En este año electoral, las consignas que los feminismos vienen impulsando han logrado impregnar también el clima de opinión, por lo que sería esperable que influyan en las agendas y discursos electorales. Por eso son tan importantes los mensajes que vamos a escuchar en campaña. En términos de discurso político, construyen representación, que hacen observables las ideologías, que se definen en términos de contexto político, y de cómo se van construyendo esos discursos electorales. De alguna manera, el discurso político se construye también en el diálogo o confrontación de opiniones entre el político, la opinión pública y los medios, que compiten por el significado de un problema público y sobre cómo resolverlo.

El uso del lenguaje: ¿para “todes”? Las resistencias al lenguaje inclusivo son diversas. Lo que sí sabemos es de su uso y expansión en ciertos sectores sociales, especialmente urbanos y en jóvenes de cualquier género, y vemos cómo impregna y permea los usos públicos, periodísticos y políticos. Dice la escritora María Teresa Andruetto que en la lengua se libran batallas, se disputan sentidos, se vuelven visibles los patrones de comportamiento social. El lenguaje no es neutro, refleja la sociedad de la que formamos parte. Así como la sociedad es racista, clasista y machista, la lengua también lo es. Como suele decirse, lo que “no se en que nombramos a las personas y a las cosas condiciona fuertemente nuestra manera de entender y organizar la sociedad. Múltiples investigaciones han demostrado que la lengua tiene efectos en la reproducción de estereotipos sexistas. Su uso, con reivindicación inclusiva, que pretende el reconocimiento de derechos larga e injustamente negados, no tiene por objeto una pretensión lingüística sino reivindicar una decisión política. El lenguaje inclusivo no podrá solucionar las desigualdades, pero tampoco puede negarse como espacio de discusión.  Dice Victor Klemperer, “El espíritu de una época se define por su lengua”.

El contenido audiovisual. El mensaje, la narrativa, la instrumentación e incluso la militancia han cambiado en las campañas. El contenido audiovisual también. Las campañas ya no se concentran solamente en el candidato, sino que intentan personificar a la gente que pretende representar, contar una historia que relate situaciones reales y la forma en que ese candidato puede dialogar con ellos y sus necesidades. El diseño estratégico audiovisual no es ajeno a este proceso. Es muy importante tener en cuenta que no se pueden comunicar las definiciones que no se toman, por lo que hacer de la perspectiva de género un elemento que cumpla solo con patrones estéticos o visuales, será políticamente correcto, pero carecerá de sentido. Los equipos de trabajo multidisciplinarios (diseñadores, productores, fotógrafos, entre otros.) deben estar capacitados en género para considerar en cada etapa del desarrollo este tipo de contenido. En el desarrollo audiovisual se trabaja con imágenes y texto.  Por eso el texto o voz que acompañan a la imagen, tiene que ser coherente con el mensaje completo. El discurso gráfico particularmente se ha construido a partir de estereotipos con valores que hoy nos llevan a repensar realidades que ya han cambiado.

Consideraciones finales. La política tendrá que adaptarse y dar respuesta a las nuevas demandas de la sociedad. En definitiva, la mejor estrategia es promover el entendimiento de que la igualdad de género no es solamente un asunto de mujeres, sino de un excelente mecanismo para afrontar las diferencias y las desigualdades en todos los órdenes. Es esperable que las campañas representen, en este sentido, el ejercicio coherente de lo propuesto discursivamente. Una necesaria la combinación entre proyecto político e interpretación de la agenda pública, a fin de lograr consenso desde lo simbólico. Se trata poner la mirada en la igualdad de género, en un lenguaje no sexista, en la participación, pero también la representación femenina, en los mensajes con un nuevo encuadre y contenido, en una narrativa discursiva que se dirija a toda la ciudadanía, que dé cuenta de las desigualdades y que incorpore en el lenguaje al conjunto de la sociedad sin encontrar en el genérico masculino, al varón como medida de todas las cosas.  Se trata de que la clase política haga política de verdad y para toda la ciudadanía, que entienda el clima de época, que no ceda a presiones religiosas y conservadoras, que no tema pagar costos políticos y ponga el interés público por sobre el particular. Por tanto, nada podrá lograrse sin liderazgo y voluntad política.

Paola Zuban es politóloga, directora de Gustavo Córdoba y Asociados.

Fuente www.perfil.com).


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