6 de julio de 2019

Macri al gobierno, la Cámpora al poder.

Las lógicas del poder, o sus ritmos, no son lineales, ni mucho menos, rectos, claros, transparentes o comunicables al espacio público, con la sencillez con la que se puede expresar cualquier expresión de deseo. Cada quién puede decir qué supuestamente quiere, por más que esto no sea así, o incluso por más que desconozca lo que pretende (por lo general es un mal mayoritario y abrumador) pero seguramente no dejará de comunicar, de expresar, de decir, de ahuellar al viento manifestando algo.

En política y sobre todo en tiempos electorales, dudar es algo así como cometer un crimen de lesa humanidad. Por más que la política te haga parecer oligofrénico, el discurso cerrado, dogmático y hermético, debe dejar, brindar, sólo la sensación de que esta abierto a ser enriquecido, criticado positivamente, pero tal sellamiento, no permitirá nada más que esto mismo, la venta de una expectativa de democratización que nunca jamás se cumplirá.

 

Desde la formulación por parte de la ex presidente del binomio que encabeza las encuestas, el grupo político por ella prohijado, herederos materiales, como políticos e ideológicos del bien conyugal que se dio en llamar “Kirchnerismo”, testimonia con sus acciones políticas, la continuidad de un comportamiento que ya dejaron expreso y claro en las anteriores presidenciales de 2015. 

 

Cada vez es más evidente, que a esta facción del significante “peronismo” o incluso “kirchnerismo” lo único que le conviene, política como materialmente, que al no poder volver a ser Presidente su líder Cristina Fernández de Kirchner (en la anterior elección por impedimento constitucional, en esta por evaluación político-familiar) detente el poder en el sillón de Rivadavia, quién en el plano mediático comunicacional se muestre más lejos o en las antípodas de lo que supuestamente representaría este núcleo apadrinado y amadrinado por el otrora matrimonio presidencial. 

 

Cómo si fuesen, en realidad lo son, los hijos únicos de un poder omnisciente, no han dejado ni dejarán ninguna lista donde alguno de ellos no se lleve el privilegio de ser los elegidos por la reina madre, que en nombre de la democracia, los ha malcriado en las prácticas más alejadas y en las antípodas de esa democracia, que los ha visto nacer, que les ha dado de comer, con las que han educado y mediante las cuales viven con sus privilegios, clasistas incluso, porque si quiera entienden, porque no lo han pretendido, al peronismo de sus abuelos que planteaba precisamente una comunidad organizada con una sola clase de hombres. 

 

La grieta es tan profunda que anida en las principales fórmulas que se ofertan para la próxima elección. Todos estamos inmersos en la misma, habrá que ver como salimos sí es que queremos finalmente emerger del fango y de las profundidades oscuras, del acostumbramiento al que nos someten, por izquierda y por derecha de tener la cabeza baja. 

 

 


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