6 de julio de 2019

Exoderecho, exopolítica y espacio exterior

La naturaleza humana apunta al agotamiento, todo se consume hasta el final, succionando hasta la raíz misma. Hemos de agotar la paciencia, los recursos naturales no renovables hasta el colapso planetario, destruyendo o aniquilando el medio ambiente y el ecosistema, con la consecuencia de la extinción.

Por Carlos A. Coria García

Antes que la extinción frote los hombres de los humanos y se los lleve a mejor vida, el mundo, - o mejor dicho-, algunos Estados, países o potencias no quieren ser víctimas de escupir para arriba. Embarcados en una nueva carrera por la supervivencia de la especia (más destructiva que conoció este planeta) ahora se dirigen donde siempre habitó su Dios, alzan la mirada y se proponen destruir también la casa del Todopoderoso.

La realidad bélica de las últimas dos décadas muestra una nueva faceta humana, se dejaron de lado los fundamentos independentistas del siglo XVII-XVIII, la cuestiones de soberanía nacional, identidad nacional, etc., para cruzar el límite de la apropiación de futuro, son los recursos naturales escasos y valiosos para la realización humana el nuevo blanco de ataque, tanta para protegerlos como para conseguirlos.

La humanidad parece encontrarse con un nuevo desafío capital para las próximas décadas, el planeta tierra ya no es suficiente para la supervivencia, las guerras que se propiciaron y lo hacen hoy día por tierra, aire y mar se trasladarán a lo alto: al espacio exterior. Estamos a poco de ser testigos por streaming de alguna red social de la verdadera Guerra de las Galaxias.

Con respecto al Espacio Exterior el TRATADO SOBRE EL ESPACIO ULTRATERRESTRE de la ONU de 1967[1] (El Apolo 11 tocó superficie lunar el 20 de julio de 1969), en su Artículo 2 sostiene que: El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera. Declarando una especie de res nullius fuera del planeta tierra pero la situación es bastante difusa. Naveen Jain, es ejecutivo de Moon Express, una empresa aeroespacial instalada en Estados Unidos y autorizada por la NASA, en una entrevista televisiva Jain aseguró sin pelos en la lengua, que su empresa se dedica a la minería espacial privada, explicó que están planeando misiones robóticas para extraer minerales lunares, pero que el objetivo final es la colonización para el beneficio de toda la humanidad, la cual está quedándose sin recursos en su propio planeta. La pregunta obligada que surge es ¿Qué ciudadanía tendrían los humanos nacidos, por ejemplo, en la Luna luego de la colonización? Todo indica que la aplicación del ius soli o el ius sanguinis volverían a su plena vigencia ¿O no?

 

Dodds, sostiene que la geopolítica proporciona imágenes de ese entramado de poder mundial, y utiliza metáforas geográficas como: Cortina de Hierro, Tercer Mundo, o Estado Canalla que son términos inherentemente geográficos porque los lugares son identificados a partir de estos términos, e informan a los decisores de política internacional[2]. Según Agnew, los Estados actuales son como compartimientos estancos que funcionan como unidades de soberanía territorial, buscando mayor poder fuera de sus fronteras[3].

Daniel Blinder[4], profundiza el tema y asegura que, el reclamo de soberanía sobre un territorio extraterrestre por parte de una compañía privada, acompañado e impulsado por un Estado -Estados Unidos de América, a través de la agencia espacial NASA- muestra dos hechos de naturaleza geopolítica: a) las empresas privadas son actores de poder tan relevantes como el Estado, y podrían serlo aún más en el futuro, si las unidades estatales subcontratan/privatizan sus actividades estratégicas (cuyo monopolio hacia el inicio del siglo XXI era estatal); b) en los cuerpos celestes más cercanos, especialmente asteroides -Luna y Marte- es posible imaginar geopolíticamente la construcción de un nuevo mapa que exceda al planeta Tierra, pero que tenga su centro en él; por último, c) el agotamiento de la “naturaleza barata” hace viable la explotación de recursos en otros cuerpos celestes. El poder no es una sumatoria de capacidades, ni una posesión ejercida por un Estado que se comporta por motivos homologables a las necesidades, pasiones o moral de poder del individuo. El Estado es una realidad más de muchas escalas y dimensiones geográficas.

Un sistema mundial es un sistema social, que posee límites, estructuras, grupos, miembros, reglas de legitimación y coherencia. Es un modo económico que se basa en el hecho de que los factores económicos operan en el seno de una arena mayor de lo que cualquier entidad política puede controlar totalmente, sostiene Wallerstein[5].

¿Qué pasa cuando capitales privados deciden explorar el espacio ultraterrestre? Todo cambio tecnológico trae consigo la reorganización de la estructura productiva y, de manera eventual, de las instituciones gubernamentales y de la sociedad. Esta tecnología será capaz de explotar recursos antes imposibles, ampliando tanto la frontera técnica como natural, y por ello, al igual que lo hicieron otras revoluciones tecnológicas en la historia -Revolución Industrial (desde 1771); la era del vapor y del ferrocarril (desde 1829); el acero; la electricidad y la ingeniería pesada (desde 1875); el petróleo, el automóvil y la producción en masa (desde 1908); la era informática y de telecomunicaciones (segunda mitad siglo XX)-, modificarán las relaciones de poder, la estructura social y productiva[6].

Mientras algunos Estados tienen en agenda como temas relevantes el acceso a la alimentación, salud, agua potable, a las cloacas, a la vivienda, discutiendo día y noche por la inflación (tema resuelto por la mayoría de los Estados), sigan tirándose la culpa de la pobreza a la que someten y administran sus impresentables políticos eternos. Otros Estados estarán especializándose en los próximos años en un nuevo concierto global, donde el exo-derecho y la exo-política ocuparan el tiempo de las potencias mundiales para morigerar las tensiones que se verán en la conquista del espacio exterior.

Veremos en un futuro cercano una re-configuración de la legislación internacional, donde los bloques de países potencias se harán ultra poderosos si logran una alianza de exploración, explotación y colonización ultraterrestre, mientras los países que aún padecen y discuten problemáticas del siglo pasado, deberán someterse al nuevo orden mundial que, seguramente, será más cruel que el actual.

 

[1] unoosa.org

[2] Dodds Klaus, Geopolitics: a very short introduction. Oxford, United Kingdom: Oxford University Press. 2007. p. 4.

[3] Agnew John, Hegemony. The new shape of global power. Philadelphia, United States of America: Temple University Press. 2005b, p. 37.

[4] Blinder Daniel, Armas espaciales: vieja agenda de seguridad internacional y tecnologías de punta. Revista Política y Estrategia, ANEPE, 2012. 120, 123-152.

[5] Wallerstein Immanuel, El moderno sistema mundial, Tomo I. México: Siglo XXI. 2005, p. 491.

[6] Pérez Carlota, Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero. La dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza. México: Siglo XXI. 2008.


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