Rodolfo sale del clóset.
Esta es una de las razones principales por las que los más de 40 partidos políticos no eligieron sus candidatos en internas partidarias (en el mejor de los casos, algunos, honrosas excepciones hicieron uso de ciertos órganos partidarios para un postureo que vaya en tal sentido), es la muestra cabal y acabada de que no tienen poder, no pueden elegir.
El único que eligió es quién tiene poder, de hecho la novela de la elección del sucesor, fue de tal magnitud como la que pudieron haber resultado en las distintas latitudes en donde la suma del poder público recayó en una sola persona, independientemente del nombre, académico, institucional o social que hayan tenido tales sistemas en los distintos momentos dados.
El poderoso, que acudirá, de acuerdo a los rumores de pasillo, a la elección nacional, mal que le pese, para contribuir con el Presidente que va por la Nación. El macho contra el que no lo es, pero que tendrá que definir sí da la batalla por reconocer que la hombría anida en otro lugar y no en la sexualidad de quién pueda compartir el lecho.
Este desafío cultural necesita Corrientes y la correntinidad, como el carnaval y el chamamé, la cuestión del clóset y de la sexualidad debe ser socializada.
Sin embargo, y esta es la genialidad que no se le perdona, el principal opositor, no desde un poder propio (que a comparación del que se enfrenta es escaso) sino montado en la lógica del poder, que requiere un contrapeso de un orden natural, le hace sombra al mandamás, lo azuza, lo mortifica, lo torea, lo desafía pública y aviesamente. Al parecer se dará en la batalla electoral, lo que durante tanto tiempo se insinúo o histeriqueo.
Claro que padece, lo que el mismo propina (todo tipo con poder, somete a quiénes no lo tienen con las mismas armas con los que pretenden condicionarlo, como los putos que devuelven la agresión escribiendo hetero como insulto) cierta indiferencia o no consigue el reconocimiento pleno que desearía y que pretende.
Esta es la explicación del porqué hizo de su reaparición en la columna dominical de su diario, una suerte de tesina del periodismo político que podría titularse “cuando el egocentrismo paga”. Su aparición, la de sus familiares y apoderados, no bastaron para decirnos a la correntinidad toda, que él está detrás del armado opositor y que al fin, saldrá del clóset y se pondrá una campaña al hombro.
Lo doloroso de quiénes escribieron hetero como insulto (tal como las que esgrimen posiciones desde el feminismo como mera repetición del machismo más recalcitrante), es que en el uso, en la coraza de la condición de víctimas, no tradujeron esa experiencia, para en vez de devolver lo mismo que consumieron, ofrecieran otros significantes, el plano mismo de la realidad bisexual por ejemplo al que se resisten a aceptar y tolerar tanto homo como heterosexuales.
Como si fuese poco, la acepción de “Puto” con el paso de tiempo, pasó a ser hasta una caracterización positiva o resaltando el valor de elementos considerados positivos para la sociedad. Públicamente en Cataluña, tras un partido del Barcelona, el director técnico del equipo en conferencia de prensa, señaló a la estrella del baulgrana a Messi como “El puto amo”.
Rodolfo no es el único hetero, es decir no es el único que pretende elegir, ni que pretende decodificar los pliegues del poder para montarse en tal lógica y sacar provecho. Hasta que no reconozca esto mismo y actué en consecuencia, tan sólo será un hetero en sentido peyorativo, se habrá quedado con tantas posibilidades en las manos, teniendo tanto como para salir más allá de la alambrada de su diario, que volverá al ostracismo al perder otra elección que no lo termina de tener como real protagonista. Ahora, en cambio, sí se hace cargo no sólo de su pretensión real de poder, sino de las pretensiones de otros que también pueden aspirar a contar con poder desde el lugar del concepto, de la necesidad de elegir, tal vez pueda ser el mismo gobernador o en esta que dice que jugará, volver a ser diputado, o poner de en serio alguien que le responda. Sí continúa de esta manera, sólo creerá y en ese juego perverso le harán creer que está poniendo a alguien, cuando en verdad, tal anuencia es el efecto fugaz y efímero que puede tener una foto suya y de los que se dicen suyos o el cree suyos, en su diario, claro está. Y perdiendo siempre con el dueño de armario, el dueño de la provincia, como de las palabras, el macho a su entendimiento, que dice, señala y caracteriza, con su vara discrecional, quién es puto y quién no lo es. Salir de este clóset es el desafío del que se necesitarán miles de Rodolfos que den la pelea y que más luego, en algún momento, la ganen.
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