En el sendero de las elecciones que se bifurcan.
“El jardín de los senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza o parábola, cuya tema es el tiempo; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre. Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla…es una imagen incompleta pero no falsa, del universo…una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, que se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarcan todas las posibilidades”. Esta caprichosa, selección de la definición de lo que es el jardín de los senderos que se bifurcan, del cuento de Borges, da la pauta; la línea directriz que utilizaremos para la comparación, nunca más odiosa con lo que sucede en la política correntina.
En la proverbial narración del escritor porteño, la división de la división de los hechos y y el tiempo, multiplican al absurdo las posibilidades y con ello la realidad, no se aconsejará la lectura del mismo, porque en dosis no controladas y en sociedades conservadores, este tipo de lecturas inducen tanto o más al suicidio que el ser un presta-nombre de una agencia publicitaria o la homosexualidad indómita, lo que si tenemos que ir al trazado de las líneas donde Borges se encuentra con la política correntina.
Ningún partido, posee escisiones, sean las mismas más o menos serias por tanto las balcanizaciones partidocráticas, más o menos, orgánicas, judicializadas, mediatizadas o como fuere, alcanzan un nivel sintomático, similar o igual, al que alcanzaron la multiplicación de sellos de gomas o de partidos, a la carta, enviados por motomandado y replicados en sus cartas orgánicas cómo en las fichas de afiliación que ahora se descubren que son truchas en cierto partido.
Más allá de quién haya puesto a que juez (o que conjunto de intereses hayan primado para que quede más elegante y políticamente correcto) y sus obvios fallos, lo cierto es que existimos quiénes debemos, ir un poco más allá, a donde por lo general los viejos y nobles vendedores de humo, no quieren ni puede llegar, mucho menos, los títeres, funestos de una historia que los precisa, como actores de reparto, siempre, olvidables y lastimeros.
Velando el tiempo de las ideologías y de las propuestas, esta subdivisión al absurdo, nos llevará al no lugar borgeano, es decir al jardín de senderos que se bifurcan, en donde todos los que quieran ser podrán ser candidatos, sin necesidad de representar partidos o estructuras políticas, como lo son, pero avanzamos hacia el tiempo donde la constitucionalidad de que los partidos son pilares de la democracia, finalmente no tenga sentido ya, ni en lo figurativo. Porque precisamente eso sucede, los partidos, de unos años a esta parte, no son nada, salvo para nostálgicos, ni siquiera son espacios en donde se den películas para debatir o se alquilen piezas para tener sexo casual, el vacío de sentido y de contenido de los partidos, ha penetrado el espacio físico de los mismos, y también destruyó la cabeza de quiénes se decían afines a tal o cual partido.
Todos quieren ser y se le animan, o a escindir la mentira de los partidos (y se la juegan porque saben que los partidos son una mentira) y crean sus agrupaciones, sus movimientos y demás epítetos, o crean el propio, pidiéndole prestada la carta orgánica al primero que la saco de internet y trascribiendo las fichas de afiliación de las bases de datos de DNI de lugares tan disimiles como bancos o comedores.
Cuando la mentira es la verdad, es decir cuando todos obramos sabiendo que no es cierto, pero por no tomarnos la molestia de señalarlo continuamos habitando la mentira, el orden se subvierte por una tontería, por una famosa gota que rebalsa la bitácora donde nos sosteníamos en el engaño.
Gobierne quien gobierne, alguien debe ponerse los pantalones largos y de poner en blanco sobre negro esto mismo, sea para flexibilizar la presentación de quiénes se quieren ofertar como candidatos o para hacer algo distinto con el sistema de representación.
Estas elecciones serán las que bifurquen, reduciendo al absurdo la cuestión de los partidos, ni nacionales, ni provinciales, ninguno escapará de la bifurcación a la que le someterá esta elección, dejándolos a estos heridos de muerte.
Aquel hombre que piense más allá de su nombre y se rodee de quiénes entiendan esto mismo, no sólo que ganará la elección, sino que inaugurará un nuevo ciclo de la representatividad, de lo contrario, gobierno quién gobierno, esto en breve estallará y todos podríamos perecer en ese estallido.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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