9 de marzo de 2019

Comentaron en Congreso de Filosofía en China libro de autor argentino

Tal como se puede corroborar en la página web oficial del XXIV Congreso Mundial de Filosofía, llevado a cabo en agosto pasado en Beijing, China, bajo el lema “Learning to be Human” fue comentada la obra “The Democratic Finish” en la versión original “El acabose democrático” de Francisco Tomás González Cabañas, publicada por Editorial Apeirón, en Agosto de 2017 en Madrid. Tal como reza la web oficial del congreso, el 19 de agosto pasado, bajo el modulo “filosofía contemporánea en China” los siguientes especialistas comentaron la obra del argentino: Jianyou Lu 哲学思想与哲学研究-中国哲学的现实检思; Carolina Diamantino Esser Santana To Be Solidary: a Lack of Recognition in Chinese Society; Zhemin Song 论东西方文化的哲学境界; Xiaodong Xie 论社会儒学的三重向度—— 兼与杜维明先生对话; Francisco Tomás González Cabañas The Democratic Finish.

 

Introito del “Acabose democrático”.

Geopolíticamente, Occidente necesitaría—en grado sumo e imperioso—redefinir sus límites para establecer nuevas pautas de convivencia que dignifiquen la razón y el sentido mismo de la humanidad. Encontrar la distancia exacta —para no fenecer por el frío extremo, impulsado por la crudeza de la supervivencia en solitario— era el dilema que debían resolver los erizos, tal como, magistralmente, lo teorizó Arthur Schopenhauer. Sería un reduccionismo absurdo volver a sentenciar que los límites geográficos son imaginarios, pues ya han pasado de la realidad a la hiperrealidad. Si queremos concebir la política mundial a través de la subdivisión de continentes, estaremos haciendo geografía y no política. Tanto África como Asia, ya están en Europa. Europa huye de sí misma, un poco hacia América o Latinoamérica que, en verdad, son lo mismo. Las crisis migratorias y las extensiones de los estados de excepción —como lo son campamentos de refugiados— pueden servir para encontrar, de una vez, al menos falsa o eidéticamente, un frontispicio[1] en donde lo otro no tenga que ser, necesariamente, un objeto a conquistar, a convencer, a someter.

Si tomamos en cuenta la noción más íntima de lo humano —como lo hizo Freud desde la perspectiva de la psicología, en relación a lo que expresa el dilema en cuestiones del amor—, diríamos que el dilema del erizo está en su plenitud política.

No podemos alejarnos como comunidad y partir de los otros hacia un no lugar, o hacia un reducto o gueto. Tampoco podemos expulsar a quienes, en connivencia y complicidad con una facción, consideramos peligrosos. Tampoco es verdad que quepan, inocente o románticamente, todos los mundos en un mundo. Al igual que pasaría con los erizos, pegados unos a otros, terminaríamos pinchados, sin ninguna duda, y solo prevalecería la ley de supervivencia que, en los últimos siglos, se convirtió en la finalidad de la política.

Sí entendemos que el límite, como condición imprescindible de la vida en comunidad, se establece no en la tierra ni en el afuera, sino en el adentro, o en la concepción que tengamos de la humanidad, estaremos dando un gran paso. Posiblemente nos lleve un tiempo terminar de dimensionarlo, ya que, luego de esto, serán los políticos los que tendrán que llevar a cabo esta subversión del orden establecido.

El eje que se propone reconstituir va mucho más allá de su definición semántica. Los que planteamos este entendimiento provenimos de lugares hispanohablantes; de tierras en donde el sincretismo cultural es producto de situaciones a la que no queremos volver. Debemos pensar en el futuro; en construir un límite que nos separe de lo violento, de lo irracional y de lo que atente contra lo vivencial. No creemos, o ya dejamos de creer, en términos y conceptos como los que existían en la Revolución francesa. Ya sucedieron muchas otras revoluciones, como evoluciones, a las que deberíamos prestarles mucha más atención; sobre todo, para redefinir el contrato social, que es, ni más ni menos, la regla de juego básica de nuestros sistemas políticos.

El capitalismo o el sistema no pueden ser tratados sin antes trabajar sobre los pilares o sobre lo subyacente de esas peticiones de principios, o puntos de partida, que son las reglas del juego.

Siguiendo el dilema del erizo, en el caso de que tengamos que tomar una definición colectiva, no podríamos hacerlo si, dentro de la sala, somos cincuenta y afuera son doscientos. Desde adentro, entonces, la mayoría piensa que deben establecerse las reglas del juego antes de dejarlos entrar o salir. Así se impone aquella mayoría que no es mayoritaria, ni tampoco justa ni idónea, ni criteriosa ni razonable, pero que determina las reglasen las que experimentamos la actual democracia representativa.

Este eje —llamado de esta manera por las razones expuestas y por el lugar en el que hemos sido arrojados desde el no tiempo—pretende que constituyamos el todo entre los que somos y no entre los que estamos adentro de un sitio, o de un límite establecido por algunos manipuladores. Encontrar ese “todos” —aquel al que el contrato social estafó, engañó y violentó—, nos dará no una, sino varias, múltiples, incontables oportunidades. Pero no se trata de cuestiones económicas o de mercado; aquello es una trampa del sistema capital. El cambio en las reglas del juego es lo que hará que tengamos otro destino.

No hablaremos de las anteriores experiencias fallidas o de aspectos de diagnóstico, porque sobrepoblan nuestros sistemas de información, limitan nuestra capacidad de comprensión, y nos hacen dudar del próximo paso, que es el obvio, el necesario, el imprescindible, y el único que nos salvará del espinazo del otro erizo. Este eje tiene que ser asimilado, pensado y reflexionado por todos; tiene que ser departido en ámbitos de charla colectiva, tertulia o ensimismamiento. El dilema que tendremos que resolver es si convencemos a los que gobiernan de que esta es la salida, el camino, el sendero por el cual nos tienen que hacer transitar.

Debemos hacer una pausa, descansar de la teoría, salir del límite de las bibliotecas y de las aulas, y proponernos ser nosotros los que gobernemos.

 

Web del Congreso de filosofía en Beijing con la participación del libro de González Cabañas.

https://wcp2018.sched.com/event/FlrW#_=_

 

 

 

 

 

 

[1]Término escogido por su vinculación con el concepto de frontera como límite de lo limitante.


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