El destete político.
Tal vez, otra cosa que los sostenga, sea, que muy pocos les narran la realidad tal como la ven, en este caso, como la describimos. ¿Qué otra cosa pudo haber sido determinante, que no sea la discrecionalidad, la sinverguenzería, la pillería de ser el seguidor del poderoso de turno, que sigue siendo el mismo desde hace veinte años?. Nada, a lo sumo, saber cantar, tocar o componer Chamamé, un premio que por tal, pelea palmo a palmo el ser considerado bien inmaterial de la humanidad. Pero como este cetro, es de todos, entonces, también los ha usado el opositor circunstancial. En conclusión, mejor para el mandamás. El anterior a él, no sólo que sigue preso, material como políticamente por decisión del actual capanga, sino que decidió per se, encarcelarse mentalmente. Se escribe su diario de Irigoyen, y desde allí, le suma y le contribuye a su encarcelador, como jamás lo pueda llegar a pensar. Y este, con el truco de los bienes inmateriales, lleno de Chamameceros, de famositos a los que sopla un poco, para que le quieran hacer cosquillas a su poder. Así los tiene, así los trata, como pichoncitos inofensivos, que tienen vedada la posibilidad cierta de pretender poder político real.
En este tramo, la trama está perfeccionada. La mayoría aún cree ver en sus capacidades, la de un viejo almacenero que sabe comprar barato, vender caro y en que momento regalar. Hace veinte años se siguen equivocando. El mandamás no cree, en un sentido profundo, en lo democrático en el sentido pleno. El mandamás cree en el poder, absoluto y puro, punto y nada más.
Así lo tiene, a su última producción. Al verdadero pichoncito de Picurú, el que naturalmente, quiere empezar a destetarse. Al que obviamente, su ser en estado puro, como el de cualquier otro, le empezará a notificar que se sentirá cada día más incómodo, sabiendo que tiene detrás de sí, a alguien que tiene las espaldas más anchas que él.
Esto es lo que está actualmente evaluando el señor poder. Deberá empezar a destetar a los cortesanos, a esos impresentables que anidan desde hace décadas en los guetos del poder, para que el pichoncito se sienta algo más grande, algo más capaz, de lo contrario, el que quiera o pretenda destetarse de su hacedor, podrá ser él mismo, y eso sí, sería un gran problema para el mandamás, a quién el paso de los años, tal vez le pueda haber disminuido la capacidad como para seguir triunfando y prevaleciendo en la política correntina, como lo viene haciendo casi, desde el mismo tiempo que Gildo Insfrán en Formosa, nada más que de otra manera, escondida y solapada, porque los correntinos, necesitamos máscaras para bailar (carnaval) y chamames para mitigar la vergüenza que nos da, de tanto en tanto, ser tan cobardes y cabizbajos.
Gráfica extraída de: http://www.novargentina.com/nota.asp?n=2017_11_19&id=49348&id_tiponota=10
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