2 de noviembre de 2018

El deseo de la Madre, de Valdés.

“Desde Freud, inventor del psicoanálisis, la maternidad se inscribió como un síntoma de las mujeres, un modo particular de ellas de hacer con la falta. La lógica freudiana para las mujeres parte del no tener el falo, encontrando en el hijo su equivalente. Entonces, ellas se completan o se sienten completas teniendo niños. A partir del psicoanalista Jacques Lacan, el niño no ocupa tanto el lugar del falo de la madre, sino el lugar del objeto que causa su deseo, un objeto de satisfacción no representable, carente de significados, y que escapa a la imagen y al Ideal. De modo que, el lugar del niño en el deseo materno se emparenta con los objetos pulsionales: la voz, la mirada, la caca” (Graciela Giraldi, Psicoanalista. Notas escritas una mañana cualquiera, a la orilla del río Paraná, 2015, Rosario.)

Agregamos, también lacanianamente (en aquello de que lo imposible es gobernar, como educar y psicoanalizar) que no debe haber objeto pulsional como la política en una mujer que dedicándose a ella, dio a luz un hijo que no sólo terminó dedicándose, también a la política, sino que llega el principal cargo, al menos formal, pero desde otro lugar o de otro partido, del perteneciente a quién lo pariera.

Estos últimos días, fueron particularmente especiales para Valdés y su relación con el deseo de la madre, que arriesgamos en esta lectura crítica. No sólo que fue el cumpleaños del Gobernador, sino que también, envió a la legislatura (horas antes de que el partido de su mamá y principal, al menos en las formas, expresión opositora, lo dispusiera en su carta orgánica, como en verdad lo vienen haciendo todos los partidos por sugerencia judicial tras la aprobación de la ley de paridad para candidaturas nacionales) provincial el “fifty y fifty” para mujeres, sino que además, y tras los 35 años de retorno de la democracia, posteó su foto, de refinado mancebo, junto al ex Presidente y considerado padre de la democracia Argentina, don Raúl Alfonsín.

Estas disposiciones, valiosas a nivel simbólico, disparan los interrogantes políticos más crudos. ¿Querrá Valdés, el gobernador a cargo, ejercer el liderazgo político que sigue en manos de su antecesor? ¿Podrá designar al menos un par de Ministros que se correspondan con su gusto y estilo político, en vez de seguir sosteniendo a los cortesanos que llevan dos décadas en sus carteras y poseen hasta el mismo poder real que él? ¿En el caso de que no haga esto o se conforme con gobernar con un director de deportes, a quién le brinda más prensa que a su vice, dado que sí lo puso y lo designó, tendrá entonces la autoridad política para poner o tener ascendente sobre la lista de legisladores provinciales que se votarán en mayo?.

Tal vez a la Madre del gobernador, como a sus seres más cercanos le alcancen que esté en el poder, que tenga la banda cruzada al pecho y que celebre las fiestas patrias como el número uno. Sin embargo, no se trata del deseo de los otros, en política, siempre se trata del deseo del que ejerce o pretende ejercer poder.

Valdés, más temprano que tarde deberá preguntarse si gobierna deseando hacerlo o sí gobierna, por el deseo de esos otros, entre quiénes pueden estar su madre como su antecesor. Lo que es seguro, objetivo, y no es producto de ningún análisis ni especulación teórica, es que los votos que lo pusieron en el sillón de Ferré, llevaban un nombre, su apellido, el halo de su rostro y el pulgar para arriba, que gobierne, deseándolo, sería algo que se correspondiese mucho más con lo democrático, tal como lo sostenía su padre político, el padre de la democracia; Raúl Alfonsín.

 

  

 


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