Asamblea peronista para conformar espacio que participe en lo electoral.
Uno de los principales problemas políticos, en sociedades opresivas y encorsetadas como la nuestra, es que se impide, se ocluye, se imposibilita, la manifestación del deseo político. Una suerte de fantasma colectivo, ronda en forma siniestra, azuzando el látigo de la autocensura, impidiendo, que cada quién, manifieste por ejemplo, que quiere ser concejal, diputado, senador o presidente de un partido. Está mal visto, expresar que uno desea ser representante, además de representado. El tabú de manifestar que uno quiere también ingresar al Olimpo de la casta política entronizada, no sólo que está contraindicada, sino que, como si fuese tampoco, también se encuentra penalizada.
Ocurre que, no está mal querer ser algo, como tampoco es razonable que se pretenda impedir un deseo de esa naturaleza, o que se lo intente tapar o eclipsar. Lo que está mal es sólo quedarse en ello, es decir en el deseo de, en el temor de no manifestarlo y por sobre todo, en no, conducirlo de lo individual a lo colectivo. Este pase, este tránsito, es el momento más saludable, más democrático, de la política. Cuando alguien quiere ser concejal o diputado, tiene que dar sus razones, de porque quiere ello, debe esforzarse por convencer o seducir a los demás, difícilmente lo haga, sí tal como el niño caprichoso, solo responda que quiere algo porque sí.
Esta parábola del niño caprichoso puede explicar muy bien, la insipiencia o el infantilismo de nuestras democracias actuales, africanizadas y depauperadas.
Muchos de los entronizados o de los pertenecientes, a la casta política, son legisladores o tienen cargos partidarios, porque sí, dado que fueron puestos por otros o porque estuvieron en el momento justo y en el tiempo indicado, sin dar razones ni explicaciones de qué harían o como beneficiarían a los suyos en el caso de llegar o de morder una porción del poder. Estos niños caprichosos, los dueños, egoístas de la pelota de futbol, son los que ahora están llamando a un nuevo partido.
Para no caer, nuevamente en su trampa, la conformación de una línea interna que participe en lo electoral, debe ser mediante una asamblea pública, que reafirme un compromiso democrático, desde el peronismo a su comunidad.
Es decir, en vano sería formar parte de una lista, que por más que luego vaya a internas (lo cuál ya sería un avance) contra otras que se presenten, sí la misma lista, se conformó en una mesa chica, en el encuentro de un puñado de hombres y mujeres, por más que estos sean adinerados, legisladores, intendentes o se digan militantes.
La única victoria posible, peronista y democrática, en una provincia como Corrientes, es que podamos conformar mediante una asamblea pública y ciudadana, una lista que participe en lo electoral, en donde todos los que queramos ser algo en la política, nos pongamos de acuerdo, habiendo brindado razones para ello, convenciendo y por sobre y previamente, verbalizándolo.
De acá hasta el 17 de noviembre, esperamos que todos y cada uno, sin distinciones de ningún tipo que quieran o pretendan, pasar de representados a representantes, verbalicen, expongan, comuniquen, difundan y transmitan, sus sanas como naturales aspiraciones, luego, el día señalado nos juntaremos para en tal asamblea, ponernos de acuerdo, y darle, por primera vez al peronismo, como a Corrientes, un proyecto que desde sus entrañas, sea profunda y profusamente democrático.
La Don Julio Romero.
Vanguardia Peronista.
Peronismo de barro.
Siguen las firmas.
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