La desgracia.
Las muertes son tal vez las únicas circunstancias, que dejan a los deudos, con el trauma del habla censurado, del habla obturado por el dolor. De esta comprensión es que siempre ante los familiares de un fallecido, no hay más que acompañamiento corpóreo, que calor humano, dado que no habrá palabra (o mejor dicho luego del duelo, solo serán palabras) las que puedan transcurrir con semejante sensación de pérdida, o la manifestación contundente del vacío.
Sensación semejante, la de la impotencia humana ante la muerte del familiar o amigo, cuando se tiene poder y una acción deja en posición adelantada, desubicado al poderoso, ante la realidad sin que nada de ese poder pueda hacer algo para variar tal situación incómoda o incardinada.
Valdés, debiera tomar nota y actuar en consecuencia. No sólo que el sostenimiento del elenco estable de gobierno, acendrando la nociva referencia de vivir en una sociedad de castas, donde ministros y secretarios de estado (que por otra parte, siquiera ganarían una elección para ser representantes del club de golf o del country desde donde viven la correntinidad) parecen ser los amos y señores de un feudo, cuando en el mejor de los casos, solo han sido unos excelentes cortesanos, cuando no amanuenses, habiendo ejercido, como mucho el secretariado, percude y perfora la concepción de un gobierno radical, que debe empezar a disfrazar “democráticamente” que ya lleva dos décadas en el poder, al mejor estilo el peronismo formoseño o el cualquiercosismo santiagueño, sino que además, y como si fuese poco, no ha tenido el acompañamiento de la suerte con las pocas designaciones en su propio elenco de ministeriables.
Nadie le pide, dado que sería demasiado, que tome las concepciones de los demócratas modernos, para implementar designaciones vía el gabinete ciudadano, el llamado a concurso público para ciertas áreas del estado, sino, apenas un lavado de cara, a este elenco de gobierno, que parece y actúa, como si fuese una casta elegida por alguna deidad griega que habita en el olimpo inaccesible para las humanos comunes y corrientes.
Puede tomar, Valdés, esta desgracia que se mimetizó con la desgracia política, que su ministro de seguridad haya exclamado que no había inseguridad y que minutos después, muera trágicamente una joven, de acuerdo a lo que informan en gravidez, militante política del partido opositor, secretaria de un senador mandato cumplido e hija de un histórico dirigente, para rever esto mismo, cada una de sus carteras y sus designaciones.
Sobre que han sido pocas (es decir las debe aumentar, su propio poder de decisión, hacerlo valer) debe más que nada, tener una lógica en las mismas. De lo contrario seguirá preso de la suerte, sin necesidad a atarse a semejante sinuosidad de los caprichos del destino. Tal como en este caso, en donde la desgracia de una persona, evidenció esta desgracia o esta falta de prudencia política.
Debe encontrar un método, en donde los hombres que trabajen con Valdés, sean probos, idóneos, capaces, jerarquizados, prestigiosos, no solo obedientes, o que tengan antecedentes en las salas nocturnas de juegos, tanto clandestinos como no, o record de empleos en negro en despacho de alimentos para un supuesto caminito de negociados, llamados supermercados.
Se espera bastante más de Valdés, aún está a tiempo.
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