¿Dios no se aburre?
Por Sofía Rincón
No es de extrañar, dadas las circunstancias, que algunos se pregunten acerca de Dios si acaso su naturaleza no es aburrimiento puro (léase "puro" en el sentido kantiano) por ser una entidad que lo sabe todo, pero claro, Dios no puede tener ese terrible defecto que es el ser aburrido y por eso se dedica a pasatiempos tan nobles como el de escribir a través de lenguaje humano cuestiones que no están a nuestro mediocre alcance otorgándonos así preguntas irresolubles acerca de las que discutir ad aeternum y garantizándonos diversión hasta la culminación de la mutua destrucción de nuestros congéneres.
Aquellos que fanatizan sobre cosas que están escritas son seres aburridos, seres que no aprecian la capacidad de divertir tan inmensa que tiene nuestra innegable ignorancia. Lo que escriben los aburridos es perfectamente prescindible y desestimable pues nada hay más sobrante que la necedad y necio ha de ser aquel que dice "he aquí que yo poseo una verdad irrefutable" y la enseña sin pudor alguno como si desnudarse de tal modo, dejando al descubierto su tontería no fuese un acto vergonzoso.
Entonces, ¿Dios no se aburre? Estoy segura de que no. Dios es pensamiento puro y como tal debe de ser el ser más divertido que existe. Por eso Dios no escribe y los humanos sí.
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