El analfabeto político
Ni el camino se hace al andar, ni conviene que se quede al costado. Todo esta hecho, realizado, las modificaciones que quiera o que piense que realiza, solo se encuentran en su cabeza y en las que pueda convencer.
Sí momento a momento, construye zócalo a zócalo, la pared que se ha propuesto, pocas cosas perturbaran su calma.
No será el resultado inmediato que le demanden o la desesperanza que le transmitan quienes lo envidien, elementos que puedan tirar abajo su meta.
Avance sin vacilar, ya se ha respondido varias veces las dudas que le otorgan jactancia a los supuestos intelectuales. Esa etapa, crispada, angustiosa y macilenta le observa la espalda.
No se enceguezca, cuando impensadas personas se sumen a usted y lo crean lo más. Conviértalos en zócalos que sumen a su objetivo, no se detenga a pensar en sus fines o principios. No tuvieron la oportunidad, o en caso de haberla tenido, la desperdiciaron, son muchos más los que necesitan, acompañar, ver, soñar y vivir, a través de las realizaciones y los ojos de hombres como usted.
No se tendrá que encargar de internas una vez en el poder, ya las habrá resuelto antes de llegar al mismo, dado que no corrompe la gloria abstracta de lo que otorga el premio mayor de la política, tan sólo devela, desnuda, por el simple echo de que más ojos estarán sobre usted.
Las agendas no le serán conformadas por oportunistas o por mercenarios de la comunicación, no precisará de amigos de abultados bolsillos que se le sienten en la campaña, condicionando su accionar. Con el horizonte claro, un par de medidas, alguna que otra descollante u original, podrán saber con que se las trae, hacia donde pretende marchar y guiado bajo que constelaciones.
Su armado, debe comenzar, como indica la lógica obrera, cavando el pozo para que se asienten los cimientos, si supura líquido, mejor, ya lo irán criticando y tendrá cabal conocimiento ante que se expone. Pero sí su raíz, es fuerte, absorberá lo abyecto, lo hará más fuerte.
Nunca se olvide, que por más que lo sienta, que no tiene que reconocer un triunfo como propio, deje tal estima no para el periodismo, sino para la historia. Sí algún dinero le falta y las arcas del estado le sientan tentadoras, piense de donde viene, recuerde aquellas épocas de vacas flacas y sobre todo reflexione donde y como quiere terminar.
Sin más, si se deja guiar, por quienes piensan la política desde otro lugar, por el sólo hecho de pensar, su gestión, su obra, su construcción, será diferente y todos le recordaran, por siempre, pese a que no lo mencionen a diario, y en los diarios, cuando, en ese fractal de tiempo, le sea otorgada la placidez del poder.
Lo cotidiano, aquello que se lleva puesto a los estrechos de mente y que recién dan cuenta al fin de su mandato, es sólo circunstancial, el tiempo no pasa, nosotros transitamos en él.
Comúnmente se utiliza el adagio “me ahogue en un vaso de agua”, cuando se supera un obstáculo que a priori nos parecía inabordable y magnánimo, y tras dar con él y vencerlo, tomamos real conciencia que sólo se trataba de un simple episodio en nuestras vidas.
Sí ante un problema, la desesperación, ansiedad y nerviosismo, le ganan a la racionalidad, la tranquilidad y entereza, muy probablemente un simple charco nos parezca un inmenso océano.
Lo que ocurre a nivel individual, repercute y se dimensiona a nivel general, sí esto mismo le acaece a un funcionario público o a alguien enquistado en el poder, somos en definitiva todos los ciudadanos los que nos vemos luchando a brazo partido en un supuesto mar embravecido, que no es más ni menos que una jarrita que más tarde podría transformarse en la base de un delicioso mate vespertino.
En un día a pleno, en funciones, en vez de encargarse de decidir sobre a quién recibir, a quién llamar, o a quién enviarle una soberbia señal de poder, usted logra que sus riendas le cambien el destino a una sola persona, en una año serán la mitad de mil y en cuatro la mitad de diez mil, sí a eso le suma la familia y las amistades, cuando su período vaya concluyendo, no necesitará lanzarse a la reelección, la pedirán por usted, le irán a golpear las puertas, no a usted, clamando por que se quede.
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