El milagro Correntino de la cruz y de la inviabilidad.
Hemos analizado la cuestión desde el tópico del federalismo, recorriendo los caminos históricos, las luchas fraticidas, los vaivenes hermenéuticos de héroes y villanos, también se han trazado los diferentes lineamientos económicos financieros acerca de cuanto, como y porque correspondería a cada provincia por criterios de coparticipación, pero nunca hemos planteado esto mismo, la necesidad de que el poder central, tenga a las provincias, como aliadas en todo sentido, o excluidas también en su sentido lato, como se dice en el lenguaje llano, a la buena de dios.
En esta realidad cíclica que re transforma, recicla o reconvierte, a unos pocos que casi siempre están en la cuestión de la cosa pública, sosteniendo lo mismo o perspectivas diferentes, o cruzándose de vereda como sí la administración o el ejercicio del poder tan sólo fuera eso, tenemos la intención de trasuntar las enrevesadas sendas que por ejemplo en algún momento de nuestra historia reciente señalaban a nuestra provincia, entre otras, como inviable, esto se decía o escribía en aquel entonces:
“Contadores, escribanos, abogados y burgueses de pequeña ciudad de provincias, usurarios, aprovechadores, conservadores y desconfiados, necesitan un poderoso Estado central que los regimente y ponga su codicia al servicio del conjunto. Cuando no lo tienen, no terminan engendrando una nueva burguesía nacional, sino miniburguesías locales que encuentran necesariamente su vocero en tipos como Domingo Cavallo.
La /función histórica específica/ de Cavallo, más allá de las medidas concretas que adoptó para terminar con el Estado Central y su papel como representante general del interés imperialista, fue traducir al lenguaje de la economía la impotencia de las burguesías provincianas como clase: la teoría de Cavallo, no por casualidad financiada por un burgués provinciano sumamente exitoso, sentenció la "inviabilidad" de las provincias tal como están dadas. Al hacerlo brindó a las burguesías locales del Interior la justificación ideológica para asaltar el Estado central, jibarizarlo y disfrutar los despojos en Miami” (Tomás Crespo).
Más acá en el tiempo, o en la segunda versión del peronismo nacional, ciertas provincias, algunas también peronistas, llevaron su situación de queja a la instancia judicial (demandas por regalías y por fondos del Anses) y normativa (Salida del pacto fiscal), además de la política en donde gobernadores y políticos de todo cuño, acuñaban como apotegma que el gobierno disciplinaba a las provincias a nivel de otorgamiento de obras y programas de acuerdo al nivel de emparentamiento político que tuvieran o que dejaran de tener.
Los periódicos y medios se llenaron de números, donde tantas casas se habían hecho en tal distrito, de paladar negro del gobierno de turno, a diferencia de la cifra risueña que ostentaba el que tenía un mandatario de otro signo político.
A dos años de que el gobierno nacional cambie de mando (a menos lo indica el calendario electoral) , es imprescindible que provincias como las nuestras, que han sido en su momento y hasta no hace mucho declaradas inviables por el poder central y excluidas de acuerdo a algunos o seducidas para que esté de rodillas, dispongan con claridad y contundencia un programa provincial, llamese pacto, entendimiento, acta-acuerdo, firmado por todos los partidos provinciales y los del distrito a nivel nacional, para que sea quién fuere el Presidente en el período 2019-2023, la provincia, pueda defender en su conjunto sus intereses, más allá del modelo nacional que prevalezca o que triunfe, por tanto, esta declaración necesariamente debería ser suscripta en breve a los efectos de evitar la politización que conllevará el año de la elección presidencial y no en sus sucedaneos, es decir en cuantas veces venga a la provincia un presidente o cuán malo pueda ser para nosotros un determinado ministro, de energía o de la cartera que fuere.
“Para vivir en seguridad y evitar los ataques de los otros hombres y de los mismos brutos, nos puede prestar una gran ayuda la vigilancia y el gobierno humano. A cuyo fin, la razón y la experiencia no nos han enseñado nada más seguro, que formar una sociedad regida por leyes fijas, ocupar una región del mundo y reunir las fuerzas de todos en una especie de cuerpo, que es el de la sociedad. Ahora bien, para formar y conservar la sociedad, se requiere un ingenio y una vigilancia no mediocre; y por tanto, la sociedad más segura y estable, y la menos expuesta a los embates de la fortuna, será aquella que esté fundada y dirigida en su mayor marte, por hombres sabios y vigilantes; y a la inversa, aquella que está formada por hombres torpes, depende en su mayor parte, de la fortuna y es menos estable. Y, si acaso permanece largo tiempo, se debe a la dirección ajena y no a la propia; aún más, si llega a superar grandes peligros y las cosas le resultan favorable, no podrá menos de admirar el gobierno de Dios y adorarle (en cuanto que Dios actúa a través de causas externas ocultas, en cuanto que actúa por la naturaleza y la mente humanas) puesto que le ha sucedido algo realmente inesperado, que incluso puede ser tenido como un milagro” (Baruch Spinoza).
En caso de que esto no ocurra, de que nuestros políticos que actuán en el distrito se pongan de acuerdo para defender los intereses provinciales, más allá de quién resulte electo en una futura elección, seguiremos pendientes del milagro, tal como estamos a la buena de dios, o de los caprichos y vaivenes del poder central, del que solidariamente somos parte, pero del que nunca hemos obtenido un reconocimiento a la par de lo que hemos aportado, en todos los sentidos y desde que somos una república por más que nos gobernaran alineados o no en una cosmogonía tan abstracta como la de la tierra sin mal, que fue aplastada por el fuego del arcabuz español y traducida como milagro.
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