La doctrina...del apriete en la ley de la selva.
Con la irrupción de la política del 2.0 o de la política en los tiempos de las redes sociales, el segunda línea, quinta columna, aspirante a tal, ve facilitado su trabajo, basta con poner en su facebook, una foto del jefe o del jefe o la jefa política de este y comentar positivamente todas las acciones del capanga o de cliquear en el botón me gusta. Se cobra mayor premio en caso de que el segunda línea, se disponga a comentar negativamente sobre adversarios políticos del jefe, los maltrate, los putee, es hasta terapéutico, dado que por lo general, el segunda línea, posee también una vida personal, bastante mediocre. Es donde lo laboral se mezcla con lo personal, sí uno ha optado por el camino del lamebotismo, del seguidismo obsecuente, ¿que tiene para ofrecer a sus hijos y familiares?, la mediocridad inusitada de ser un oveja en el rebaño de la vida, un ser carente de alma y de libertad, una máquina, una cosa, al servicio de intereses ajenos a uno mismo.
Lo más interesante es que el segunda línea ni se plantea este tipo de cosas, por ello, ante cada error del jefe, ni se mosquea, no lo percibe, sólo esta para decir a todo que sí, para cumplir horarios, para confundir respeto con obligación, para dar muestras al mundo que el ser humano es un ser imperfecto.
Uno de los mayores problemas que poseen aquellas estructuras políticas donde abundan este tipo de conceptos políticos, y de personajes, se traducen en que nunca arriban al poder, dado que estos segundas líneas, terminan siendo, más sectarios, refractarios y cerrados que la propia lógica que le pueda imprimir el jefe o capanga, dado que como ha conseguido ocupar espacios en la política mediante estos pisoteos y humillaciones personales, a todos aquellos que pretenden acercarse o sumar a ese grupo, le imponen el peaje de ese derecho de piso, y no todas las personas, que hacen o pretenden hacer política, son seres sin alma, carentes de espíritu libertario y cosificados al punto de sólo obedecer para tener unos pesitos mas.
La política, es otra cosa, claro esta, por algo, la ciudadanía no vota, a quiénes forman este tipo de grupos masónicos, destinados a perseguir el beneficio económico de un puñado de familias, a expensas de otros tantos pisoteados en su vida, en su dignidad y en su orgullo.
Existen quiénes desde hace años que hacen política desde otro lugar, con proyectos, con propuestas, con presencia concreta en distritos electorales, con un concepto político claro, para resurgir la finalidad colectiva de la actividad política, con un sistema concreto de presencia del estado en aquellos lugares donde los sectores más marginales así lo precisan, con una visión a largo, mediano y corto plazo, con el acompañamiento de cientos y cientos que piensan de la misma manera, y que trabajan inclaudicablemente para transformar la realidad de la sociedad, dado que las propias ya la han modificado, sin necesidad de rendirle culto a ningún capanga, en realidad, pero que lógica y necesariamente deberán esperar, mucho más, que los que apuestan tan sólo a ser sin cambiar, a adular sin pensar, a cantar sin entender y a ser sin existir, dado que deberán llevarse lo establecido para de allí construir lo diferente, independientemente de cuantas elecciones tengan que pasar, cuantos que toman la política como un negocio, para que sea el arte que transforma, bajo el báculo de la convicción la realidad de las mayorías para un presente mejor.
El problema, insistimos no es ni de los chanchos, ni de quiénes le dan de comer. El problema es del sistema, en este caso de distribución de pauta publicitaria oficial, que hace que desde el estado, no se respete ni se haga respetar a los que deben contar con las garantías de expresar tanto información como opinión.
Las presiones indirectas que utilizan los gobiernos para interferir con la libertad e independencia de los medios de comunicación, tienen su eje en la distribución de la publicidad oficial. Esta práctica consiste en asignar o retirar pautas publicitarias en función de objetivos personales o políticos, esto es usar recursos que el estado posee para comunicar temas de interés público con el fin de beneficiar a medios de comunicación amigos o para castigar a los críticos.
La convención Americana de Derechos Humanos prohíbe la restricción del derecho de expresión por vías o medios indirectos. Del mismo modo, la declaración interamericana de principios de libertad de expresión, establece que la utilización del poder del estado y los recursos de la hacienda pública; la concesión de prebendas arancelarias; la asignación arbitraria y discriminatoria de publicidad oficial y créditos oficiales; el otorgamiento de frecuencias de radio y televisión, entre otros con el objetivo de presionar y castigar o premiar y privilegiar a los comunicadores sociales y a los medios de comunicación en función de sus líneas informativas, atentan contra la libertad de expresión y deben estar expresamente prohibidos por ley.
El efecto inhibitorio es particularmente fuerte en países como el nuestro, donde la publicidad oficial es esencial para la supervivencia financiera de muchos medios de comunicación, sobre todo a nivel provincial. El juego de presiones a través de la pauta también se multiplica frente a la actual precarización laboral de los periodistas y el sistema de loteos de medios (periodistas negociando pautas).
En una sociedad democrática los ciudadanos, deben y tienen derecho a conocer las actividades oficiales, las políticas de gobierno y los servicios que presta el estado. Esto se funda en el principio republicano de los principios de actos de gobierno. En este mismo sentido, la publicidad oficial es un mecanismo que sirve para dar transparencia a las acciones del gobierno y las instituciones.
Por este motivo, la publicidad oficial debe ser clara, objetiva, fácil de entender por la población, útil y relevante. El gobierno debe usar los medios, soportes y formatos que mejor garanticen el acceso y la difusión de la información, a la mayoría de la población, de acuerdo al propósito y características de cada campaña.
La asignación de publicidad oficial en los diferentes medios de comunicación debe responder a criterios claros y transparentes. Debe buscarse la efectividad del mensaje, esto es que el mensaje efectivamente llega a las audiencias que busca impactar y la racionalidad en el uso de los fondos públicos. Los criterios podrían ser; perfil del medio, precios, medición de circulación (para gráficos) audiencia (televisión, radio e internet).
Los funcionarios políticos, como los secretarios de medios, pueden estar involucrados en el momento de decidir los objetivos y características generales de las campañas, pero deberían dejar el diseño y el manejo diario a especialistas idóneos para la tarea.
Es preciso resaltar que los ciudadanos tienen derecho a conocer los gastos efectuados en publicidad oficial que se financien con fondos públicos. La ley debe establecer por un lado mecanismos que promuevan la transparencia en el otorgamiento de estos fondos y por el otro que garanticen el acceso de esta información por parte del público en general, tal como lo establece el espíritu de nuestra carta magna.
La Figura penal es de la Malversación de fondos públicos, en caso que un ejecutivo discrimine a ciertos medios de comunicación.
“Por imperio del estado de derecho y de la forma republicana de gobierno, el estado no puede realizar ningún gasto de manera arbitraria o puramente discrecional, sino que aquellos deben guardar cierta lógica ,llamémosla sentido común y sometidos a una minuciosa rendición de cuentas. Llevemos un ejemplo al absurdo: la legislatura autoriza al ejecutivo a gastar $ 1000 (sucede por ejemplo con la ley provincial de la fiesta del chamamé en donde se autoriza a dimanar recursos para publicitar la misma) en publicidad oficial y le permite hacerlo de la manera que crea conveniente y el ejecutivo toma ese dinero y se lo paga a un pasquín afecto a sus intereses. En este caso estaríamos sin lugar a dudas frente a una malversación de caudales o a un incumplimiento de los deberes de funcionario público. Ahora bien, supongamos que el ejecutivo no despliega una maniobra tan burda y ese dinero lo gasta en varios medios televisivos, gráficos y radiales, pero sin guardar relación entre audiencia o tirada y gastos; el caso se asemeja al absurdo del ejemplo y nos encontraríamos también frente a la comisión de esos delitos, aunque el hecho precise de algunos elementos de prueba, que es precisamente lo que estamos recabando” . Continuando con el razonamiento, el letrado avanzó con la aclaración, que se trata de un adelanto de la querella, que se estudia presentar a pedido de sus clientes, quiénes por el momento prefirieron reservarse la identidad “ Si el estado gasta el dinero de los contribuyentes en publicidad, ese gasto deberá estar en relación con la importancia del medio. Así que si en el estado solo hubiese cuatro diarios con tiradas de 600, 400, 300 y 100 ejemplares, el reparto de la torta publicitaria deberá respetar esos porcentajes, porque de lo contrario estará malversando fondos. Más aun; el estado, en caso de utilizar la publicidad para premiar a los “medios amigos” fomentaría una competencia desleal entre aquellos, una especie de “dumping”, que llevaría a algunos a sobrevivir sobre el resto. Asimismo, les permitiría a los medios favorecidos vender sus productos o servicios a un precio menor que el que deberían costar y todo gracias a esa bendita publicidad estatal. Estas prácticas son igualmente prohibidas por las leyes de lealtad comercial, aunque, en la mayoría de los casos, no suponen delitos, pero se sumarían a la comisión de los primeros”.
Los proyectos para fijar criterios de distribución de pauta publicitaria oficial, duermen el sueño de los justos en la legislatura, como en los despachos oficiales, como las denuncias a los funcionarios del área de seguridad cuando algún enajenado pretende intimidar mediante agresiones, amenazas y destratos las editoriales de medios que tienen como valor fundamental la dinámica de la palabra hablada que es la danza, excelsa y esencial, de la libertad maridada con el pensamiento que lo hace tal al ser humano.
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