4 de abril de 2018

Ni Aranguren, ni las tarifas, el problema de Corrientes continúa siendo político.

“La libertad de pluma es el único paladín de los derechos del pueblo, pues querer negarle esta libertad no sólo es arrebatarle toda pretensión a tener derechos frente al supremo mandatario, sino también privar al mandatario supremo de toda noticia sobre aquello que él mismo modificaría si lo supiera, dando lugar a que se ponga en contradicción consigo mismo. Pero infundir en el soberano la preocupación de que los súbditos, al pensar por sí mismos, y expresar públicamente su pensamiento, podrían provocar disturbios en el estado equivale a despertar en él la desconfianza frente a su propio poder, o incluso el odio contra su pueblo” (Kant, I. “De la relación entre teoría y práctica en el derecho político”. Ak, VIII, 304. Editorial Gredos, Madrid. 2010).

La caterva de técnicos y asesores, los que conforman el elenco estable del partido de gobierno, operan sobre la realidad, determinando que desde el aumento de las tarifas, hasta los escasos resultados positivos en nuestras problemáticas estructurales (pobreza) tienen que ver con la predisposición de un hombre del estado nacional para negociar en mejores o peores condiciones sobre la cuestión energética, a la que se transforma como una suerte de talismán, que una vez obtenido, alejaría todos nuestros males, y por ende se nos abrirían los caminos.

El ordenamiento astral, de nación-provincia y municipio, lentamente se va disipando, como los calores del estío, ni las conmemoraciones por nuestras tragedias históricas (último golpe de estado, guerra de Malvinas, fundación de Corrientes, muertes mediante, convertidas en milagro) o religiosas (pascua católica)  modificaran la concepción que tenemos de las mismas, como de la realidad.

Para el correntino promedio, los feriados son tiempos propicios para dejar de hacer lo que se hace comúnmente, a diferencia de lo que podría ser para el argentino promedio (con mayor nivel de ingresos  y menor de gente en situación de pobreza) que vacaciona, en Corriente, en el mejor de los casos se descansa o se duerme más.

Querer engañarnos con que pensamos, reflexionamos o meditamos sobre los acontecimientos acaecidos que se traducen en feriados, es tan atractivo como fútil.

Ya lo expreso el gobernador, en relación a la ley provincial de educación y de la necesidad de contar con ella, como un código propio en materia electoral o la reformulación del código procesal penal.

Son poderes distintos, que interactúan y que se tensan en su interrelación. Lo hace el propio Presidente Macri, metiéndose de lleno en la posibilidad de cambiar los pasajes  por efectivo, con el que cuentan históricamente los legisladores.

En Corriente sin embargo, ni siquiera. Las tensiones del poder, se dan desde dentro del ejecutivo, cuando, ante el temor que les puede generar a los pertenecientes del elenco estable, le nublan el entendimiento y la claridad, al gobernador.

Sí alguna ley, podría propiciar el ejecutivo provincial, tendría que estar relacionada con la aspiración casi eterna de los fondos de reparación histórica, que desde Buenos Aires, lo cambiaron por un Plan, con nombre de prócer (Belgrano) que todavía no arrancó con ninguna de las tantas obras prometidas en Corrientes, que sigue siendo postergada desde la conformación de la institucionalidad argentina (incluso se podría detallar, para que quede a molde del signo político del gobierno actual) hasta el Kirchnerismo inclusive.

Los actores de reparto, del elenco estable, le nublan el horizonte al gobernante que tiene ante sí, la posibilidad de empezar a resolver lo  que nadie, nunca antes.

Los resultados tienen más que ver (sobre todo a largo plazo) en cómo se obtienen que en obtenerlos. Sí se compran voluntades, sea dando espacios institucionales o contante y sonante, debe estar tal “mercadeo” dentro de un contexto, que no sólo sea creíble sino también proyectable.

Nadie puede terminar de creer que pagaremos más por la luz, porque un hombre de estado nacional, que no trae sus depósitos en el extranjero porque no confía en el gobierno del que forma parte, tenga una visión diferente de la del propio Presidente y que en definitiva, seamos los patos de la boda y paguemos más que nadie o igual que todos, que en el contexto de pobreza que nos gobierna, viene a ser lo mismo.   

El gobernador, aumentará su poder, con respecto al Presidente, como a la corte de este, con respecto al resto de los poderes, en relación a la gente, sí más propicia la diferencia de visiones y de perspectivas, guardándose para sí la posibilidad de unificar criterios, entre tantas divergencias. Esta es la espiritualidad profunda de la política, lo otro, es lo ya conocido, lo que cada vez resultara más difícil de hacer pasar como desapercibido.

Sí el gobernador demuestra no temerle a los pensamientos diversos, en propiciarlos y avalarlos incluso, los podrá usar, a favor suyo, que en definitiva sería a favor de los correntinos, ante quiénes verdaderamente, deberá lidiar en relación de fuerza, una fuerza que necesariamente debe o puede obtener mediante una vinculación de menor temor y mayor respeto con su propio pueblo, al que debe ayudarlo a liberarse de sus propios obstáculos, no dándole una tarifa de luz más barata o una pala, sino la posibilidad de que piense y de que pueda tener lugar para expresarlo.

Las cuestiones económicas pasan a ser nudos gordianos que se desatan, por intermedio de la confianza, la confianza se genera políticamente, venciendo el miedo y aceptando al otro o al menos sus argumentos.

 

      


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