26 de febrero de 2018

El Gobernador Valdés con el filósofo Gobernador José Ivo Sartori de Rio Grande do Sul.

De acuerdo a lo que informa el sitio oficial del gobierno del vecino país: Una comitiva de Corrientes (Argentina) mantuvo una serie de reuniones en Porto Alegre el lunes (26) para el intercambio de informaciones sobre sectores económicos estratégicos. El gobernador José Ivo Sartori estuvo con el titular de la provincia argentina, Gustavo Valdés, acompañado por Eduardo Vischi, diputado provincial, Raúl Schiavi, ministro de Industria, Trabajo y Comercio, César Bentos, de la cartera de Coordinación, y Manuel García Olano, secretario de producción

En la Secretaría de Desarrollo Económico, Ciencia y Tecnología (Sdect) ocurrió una reunión de trabajo con foco en cuatro sectores económicos de interés de Corrientes y Rio Grande do Sul, que son cuero, madera, arroz y cítricos.

El gobernador correntino, que arribó a Brasil, tras homenajear a San Martín con un discurso destacando la gesta innovadora del “padre de la patria” podrá nutrirse de la experiencia de su par brasilero, de profesión y dedicación filósofo, una de las perspectivas, más creativas como para desde ese lugar nutrir a los gobiernos y a la democracia de nuevas ideas y bríos.

El gobernador Valdés, plantea superar las nuevas cordilleras, de allí que con sus viajes nos impele a ello, la realidad la conoce al dedillo.

Es muy difícil salir de Corrientes, en el sentido cabal y extenso del concepto salir. Tomar un colectivo y llegar a Resistencia, como para quién tenga la posibilidad de viajar en Avión o en su propio vehículo, es prácticamente un trámite, para un correntino que tenga la posibilidad de leer estas líneas. Escaparle al qué dirán por como vista, por los arreglos que haga o deje de hacer en su casa, o cada cuanto renueve su auto, ya empieza a ser más complicado. Ni que decir, sí el sujeto en cuestión, desarrolla una actividad con cierta trascendencia pública. Querrá estar en los diarios, en las radios, en los encuentros sociales de la colegiatura que vele por su profesión, en los cotillones de la entrega de oropeles académicos o en las orgías de libaciones que llaman ferias, sean de libros o de vanidades. Esto ya es improbable, quién piensa desde Corrientes, es imposible que pueda escapar de este extraño, como paradojalmente, natural, modo de entender la correntinidad, el mundo, comienza y termina en la Taraguí. Un mundo, que claro está, no es del millón, sino de  un grupo, que como mucho podrá alcanzar a cientos, que se hacen miles, porque se suman los que no pueden vivir de esta manera, pero lo desean, este segmento que cae en la trampa de la falsa conciencia de clase, determina que la mayoría que padece la correntinidad de estos pocos, vivan como viven, sin que a nadie, en verdad, les interese.

Es necesario, que los que pagamos el costo de salir de este presidio conceptual en el que lograron alambrar la correntinidad, podamos reseñar en que anda el mundo, o al menos, cierta parte, a la que perteneceríamos por geografía o por extensión cultural, eso que llaman Occidente.

Enrique Peña Nieto, el Presidente de México, escribió el 20 de julio pasado en el diario El País de España; “En un ejemplo de la madurez democrática que vamos alcanzando en nuestro país, más de 600.000 personas alzaron la voz, haciendo uso por primera vez en la historia de la nueva figura legislativa de iniciativa ciudadana. Su llamado ha sido un mandato claro e ineludible: ninguna institución ni servidor público, sin importar el orden de gobierno, está por encima de la ley. Todos están sujetos a la rendición de cuentas.”

Tal como lo encontró en su viaje a Brasil, el maridaje entre política y filosofía es un tópico que le puede otorgar nuevas perspectivas que le posibiliten a Corrientes, otras aperturas.

En el sótano de la tardo-modernidad que nos ha tocado vivir, aún prevalecen los que se preguntan acerca de las utilidad de las ciencias del espíritu (la filosofía encabezando los cuestionamientos y burlas) y de lo que podemos hacer con ellas, cómo si todo consistiera en sumar y en restar, y luego de ello repartir, de repetir como loros, formatos pre-moldeados y discursos sin sentido, matar y morir por disputas que no son nuestras ni nos competen y creer que vivimos en una sociedad que nos contiene y respeta como sujetos hacedores y partícipes de la misma. El valor de desandar la crítica.

El amplificar la voz de quién, ha sido ungido como administrador de los bienes comunes, no es necesariamente la única finalidad de la comunicación, como tampoco el generarle al sujeto o al conjunto de intereses que está  priorizando con lo que dice, una contraofensiva o un contrapoder, quizá por necesidad, de la lógica comunicacional, cada tanto se necesite, socavar de la ética para paliar alguna necesidad material, pero sí dotamos a la misma comunicación, sobre todo la pública, debemos instarnos a pensarnos cómo sujetos con criterios humanos, y como tales, hacer preponderar en la vidriera pública, aquello que tiene que ver con lo que somos, por ejemplo nuestras sensaciones y pensamientos.

Las preguntas que nos someten a la incertidumbre, son tan naturales como nuestras rodillas, como el ombligo o cualquier otra parte del cuerpo. Nadie ha elegido que las mismas nos sobrevengan, es decir que ocurre cuando morimos, porque nacimos, que es el amor, y todas esas sandeces en abstracto para el mundo moderno-capitalista-productivista-hipercomunicacional, seguramente sí hiciéramos una votación planetaria, ganaríamos aquellos que desearíamos haber nacido con tales interrogantes saciados, o sin que los mismos asomen. Pero de esa raíz, proviene también el temor a perder el trabajo, a ser engañados por nuestras parejas, a que se nos enferme un ser querido, a que la vida no sea tal como la pretendemos, si es que alguna vez tenemos la osadía y la seguridad de saber con plenitud cómo sería eso.

De allí tan sólo un paso, a que las incertidumbres políticas, sólo sean resueltas por el mandamás de turno, sobrecargando sus espaldas, socavando sus energías, distrayéndolo de temas importantes y provocándole más un perjuicio que un beneficio. Ocurre que cuando estos, toman o designan colaboradores bajo la vara única del pago político o de la confiabilidad, por lo general se rodean de estos  seres supernumerarios, que por más buenas intenciones que tengan y por más fidelidad que demuestren, sólo podrán cortar y pegar maquinalmente, aquello que le envían bajo memorándum. Y la política es otra cosa, en algún momento al menos, no es ese producto enlatado creado a gusto y placer para un público determinado por el fenómeno de turno. Porque sí tan sólo fuera esto, hasta quienes por voto popular, tengan bandas o bastones, sólo estarán cumpliendo un rol maquinal, pues en algún  momento la realidad los encorsetará tan fuerte, que la respuesta que tengan que dar, estarán más que “digitadas”, premoldeadas y pre-establecidas, y cuando intenten recurrir a colaboradores, que le hagan valer el poder de la crítica, fuente inspiradora de la creatividad, sólo encontrarán más razones para entender que sólo son monigotes, o muñequitos disfrazados, en la torta del poder, del cumpleañero llamado sistema que les ha tomado la libertad a cambio de que luzcan de smoking y peinados unas ciento de noches.

Sí alguien se pregunta acerca del valor de la crítica, bien podría ir al banco, hacer un trámite, operar en la bolsa, ejercer cualquier tipo de práctica oficiosa o profesional, pero sea su almohada, su espejo, pareja, familiar, cura, amigo, psicólogo, jefe, patrón, en algún momento del día le instalarán la duda, el mal de la incertidumbre, aquello que no se contesta con precisión ni en clave matemática, y eso no tiene precio, ni valor, tan sólo es parte de la vida, pero sí ese punto no se entiende, es como estar viviendo a medias, tal como el político rodeados de tipos que sólo dicen que sí, gestionan, ejercen el poder, gobiernan, a medias.

 “La crítica puede ejercer un efecto irreversible cuando aquello que nos era dado como originario y fundamental se pone en evidencia como recurso de dominación ejercido sobre nuestra subjetividad. Este sentido de la crítica tiene una clara motivación movilizadora. Se busca con ello desencadenar en el interlocutor una toma de partido contra el discurso que, hasta antes de la crítica, el propio interlocutor podía identificar (engañado, domesticado) como ley natural o verdad divina. Habermas señala que la crítica “pone en cuestión la verdad de una teoría sospechosa poniendo al descubierto su falta de veracidad, demostrando a una teoría que en principio presupone una comprensión desmitologizada del mundo, cómo en realidad sigue prisionera del mito”. (Martín Hopenhayn)

Ahora que lo que hacemos tiene nombre y apellido, todos aquellos que se obstinan en ponernos en un lugar que no nos corresponde, podrían tener la deferencia de ubicarse en sus respectivos lugares, amén de que lo hayan elegido o no, y que nos dejen, incluso faciliten este noble ejercicio político-ciudadano-comunicacional.

 

 

 


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