El gobernador Valdés y su paradoja de Protágoras.
Menos mal que la correntinidad, política y social, sigue escandalizada por los escarceos de la diputadita que entre otros demonios chauvinistas, acrecienta nuestras cuestiones identitarias para mostrarnos diferentes a los que están al otro lado del puente.
Y todavía algunos se siguen preguntando, porque la dictadura militar fue la que inauguró el puente General Belgrano que nos une con Chaco. De haber sido por nuestra “ciudadanía democrática” seguiríamos como ahora, declamando mayor conectividad, mientras nuestros “embajadores” y los padres de estos, tratan de seres inferiores a quiénes tuvieron la dispar suerte de crecer al otro lado del río.
Más que otro puente, lo que late, lo que subyace, es el deseo de esa correntinidad, que se cree dueña del carnaval, y pierde por goleada con la de Gualeguaychú (debemos ponerlo en términos deportivos para que lo entiendan) de dinamitar el puente que nos une con Chaco.
Sería un excelente punto de acción para el progresismo, siempre forro del neoliberalismo del que es socio mayoritario, proponer la demolición del puente por haber sido terminado por la dictadura. De paso nos evitaríamos la llegada de diputaditos del Chaco, que quieren hacer valer sus prerrogativas en estas tierras, el problema obvio no son las prerrogativas, sino el distrito.
No se trata de ironía, son ideas como las que podrían tomar las que combaten, académicamente por lo que llaman perspectiva de género. Podrían prohibir, entre otros, la circulación de los libros de Althusser que sin saber en aquel entonces, cometió feminicidio, y mediante sus contactos políticos-intelectuales, fue declarado loco.
Pero claro, así como de quién depende la realización del segundo puente, el que está en el Plan Belgrano, saltaba por los aires, cuando desde acá propusimos la prórroga de mandato vía plebiscito, tuvieron que pasar acciones iguales en Cataluña, como la recientemente en Ecuador, para que se entendiera que las paradojas de la política, se deben resolver, más temprano que tarde, y la mejor manera, es hacerlo, democráticamente, es decir consultando a la ciudadanía.
Al menos es lo que le acaba de decir el gobernador a sus Ministros, que sigan de cerca el contacto con la gente, pese a que le apuntamos, desde nuestra humilde perspectiva que pueda constituir el Ministerio de la Ciudadanía, el Gabinete Ciudadano, la agencia Ciudadana y entre otros aspectos menores la diligencia rápida para que los días sábados los ministros atiendan por orden de llegada a los ciudadanos, jamás le pediríamos lo que sí le puede pedir el propio Presidente, que imite su decreto de no permitir a familiares directos de jerarcas del estado.
El gobernador, se cansa de sobreactuar su diferencia de estilo con respecto a su antecesor y promotor. Su sonrisa tan natural y su impronta dialoguista (que siga recibiendo a los mismos que recibía su mentor, agregando a los que tienen más prontuario que cv) lo termina de colocar en un lugar, raro, al menos incomodo, para los que leen la política entre líneas.
Con el peso del gabinete heredado, los primeros pasos del gobernador están más direccionados a mostrarse diferente al anterior. Una suerte de juego de similitudes y diferencias, en las que la energía política se pierde en una disputa (que por más que no esté desatada) se alimenta en esa latencia, en esa tensión, en la que hasta la ausencia del otro actor (el ahora senador) se agigantará cuando reine en el otro poder (el legislativo, o al menos la mitad del mismo) que como si fuese poco, maneja, por definición y norma al otro, al supuestamente independiente, el judicial.
Valdés en la paradoja de Protagóras es el alumno, es decir tendrá que pagar en algún momento el precio de haber sido ungido como sucesor. Lo determinante, tanto en la paradoja como en este correlato metafórico, es quién decide cuando se realiza el pago. Sí el acreedor o el deudor. Esta, incluso en cualquier relación entre alguien que debe y otro que reclama su cobro, es la verdadera cuestión del poder, entre los que están vinculados por algo tan determinante, como lo puede ser una transacción comercial, dineraria o el poder de la provincia.
El acreedor puede, de hecho lo hace, eso lo constituye en poderoso, hacer una tortura para el deudor, todos y cada uno de los minutos en que se mantenga la deuda. Esto genera que mientras más pasa el tiempo, el acreedor goza, hasta perversamente de tal condición y ya no reclama tanto por la deuda, sino por el goce que le provoca la debilidad del deudor. Es decir, no quiere (de hecho siempre los acreedores, están dispuestos a seguir prestando) que tal relación se termine, de ningún modo, por más que no esté el objeto deuda, o se haya corrido de la relación.
El deudor, cree que al haberse involucrado, por necesidad, en tal relación, ganará mientras más transcurra el tiempo. Es la trampa fatídica, dado que lo que hará el tiempo con el deudor, no es tanto mantener o acrecentar la deuda, sino amalgamar, blindar la condición de deudor, del que mientras más pase el tiempo, más temores y pruritos tendrá para salir y transformar él, la relación o constituirse en acreedor.
Esto no es fruto de ninguna especulación psicoanalítica, filosófica o literaria, como muchos actores políticos aducen ante razonamientos o palabras como las presentes, por temor a que se les terminen sus prerrogativas (al contrario existen espacios para todos, cada vez más grandes, por más que la política deje cada vez más de ser territorial) nadie va contra el estado de cosas, al contrario lo que se pretende es mejorarlo, dotarlo de mayor calidad.
En Ecuador, acaba de suceder lo narrado, el actual Presidente Lenin Moreno, puesto por su antecesor Correa, por intermedio de una consulta popular, que le dio más del 65% de apoyo, le termino de “pagar” la deuda a su mentor, le marco la cancha, lo cercó, lo cocinó o como se lo quiera llamar, en definitiva le saldo la deuda del poder político, que es la tiene que saldar como en la paradoja de Protágoras, Valdés.
Difícil que dentro de su equipo tenga el gobernador alguien que le plantee en estos términos los aspectos más neurales del poder. Que incorpore a alguno que así lo haga no significara que los otros sean menos, inútiles o cuadrados, simplemente, dará a entender, en los planos simbólicos y real, que comprende de un modo distinto al poder, que su antecesor, sin que esto signifique que sea mejor o peor, y sobre todo sin necesidad de hacerlo a cada rato, en todo momento y estando pendiente de esto mismo, para sobreactuar una gestión de gobierno, que para el correntino tendría que ser para mejor, más allá a que otro gobierno se parezca o se deje de parecer.
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!