La Cuestión Yacyretá o del Síndrome del Trapecista.
“Vas torciendo la vereda, va temblando tu timón. Podrás cruzar las aguas sin mojar? Vas huyendo de tu sombra, vas cambiándote la piel. Podrás cruzar las llamas sin arder? Las calles están vacías y muertas para soñar y no tenés lugar adonde ir. Yo te llevo en mi tormenta hasta desaparecer. Podrás arder en llamas sin quemar? Jugaste, fichaste, reíste, lloraste, ganaste, perdiste, y ahí vas... Pensaste, cruzaste, quemaste, reíste, ganaste, perdiste, y ahí vas... Vos poné la gasolina que yo prendo el motor. Podrás cruzar el puente y no caer? Al llegar la medianoche aunque tenga un ala rota voy a hacer mi tiro sin fallar” (Skay Beilinson, “Síndrome del trapecista”.)
El cantautor que formo parte de la mítica banda de “Los redonditos de ricota” en su actual carrea solista, mediante el tema citado, anatematiza un aspecto básico de la cuestión moderna que la podríamos sintetizar en salirnos de nuestros lugares de confort, de soltarnos de nuestras supuestas seguridades y avanzar, temblorosa como pavorosamente, por lo incierto y descarnado que nos ofrecer la experiencia de la tardomodernidad.
En el correlato político, como para no hacer del artículo una exposición académica, tal como lo viene señalando incansablemente, uno de las luminarias del Pro o del equipo del Presidente, las categorías, las nociones de la política, no se trabajan, siquiera se perciben como antaño, es decir como hace una década o un lustro atrás.
Las concepciones, de los estado-nación, acendrados en lo territorial, las ideologías de derechas e izquierdas y lo propio como lo ajeno, han pasado a ser expresiones de la historia más abstracta de la política en la actualidad.
Quiénes no comprendan, que el Macrismo en su concepción apuesta (es por esto que sus hacedores se consideren en los viejos términos “revolucionarios”) a constituirse en quienes entronizaran o empalmaran los conceptos de la dinámica del lenguaje que dimana de la “calle” a la política del poder real, terminaran por afuera del significante Macrismo, llámese este Cambiemos (y la diversidad y correlación de fuerzas de los distintas expresiones que lo fundaron y que lo componen en la actualidad) o como se llame.
La pertenencia, en el caso de Yacyretá, por estar afincada en tierra Correntina, no significa que sea más nuestra (desde tal correntinidad mal entendida) que la que puede llegar a ser para un fueguino. En tal caso, o si así fuese, las Malvinas serían más fueguinas que de cualquier otro argentino, una vieja apelación a falacias que sin embargo, siguen confundiendo a lo más granado de la clase dirigente (paso hace unos meses atrás cuando se discutió en el parlamento correntino la institución del parque nacional Iberá y algunos representantes del pueblo argumentaban que aprobar tal proyecto era ceder territorio, de última está muy bien en los términos de representación, no son pocos, lamentablemente los correntinos sin posibilidad de razonar por estar sometidos a la pobreza, por tanto debieran estar representados por legisladores que no razonen…)
La vieja categoría de lo nuestro, no puede ser contrarrestada tampoco, por la tilinguería de que cualquier tercerización realizada en los términos que fuesen estará bien, dado que de tal manera seguiríamos discutiendo bajo lo ya discutido (las antinomias de verborrea pretérita de cipayos, gorilas y demás) que nos ha deparado algo distinto a los escandalosos números de pobres que ostentamos, independientemente de la conquista democrática.
En términos chamameceros, y en homenaje al festival (debiera incorporarse a la ley provincial que promociona la misma, que todos y cada uno de los correntinos tenemos que portar un elemento chamamecero y que las listas políticas, de hecho lo hacen ya desde hace algunos años, establezca una suerte de cupo chamameceril, para que sean ungidos por imperio de la ley, senadores y diputados chamameceros y hacer lo propio con carnavaleros, bastoneros y pasistas) tal como dice la letra del Chamamé “Avío del Alma”: Sepa que en su alma lleva Ud. otro avío, que es como una herencia de amor familiar. Se lo dio su gente, su pago querido, y en su sangre joven han de retornar. Le hablo de esas ganas de brindarse a todos, del corazón grande, valiente y capaz de jugarse entero, y encontrar el modo de salir a flote en la adversidad. Le hablo de esa mano tendida y abierta, con el gesto antiguo de la caridad. Mano de "che amigo" que se da sin vuelta, del que abre su puerta y ofrece su pan. Avío del alma, echo de franqueza, sencillez, respeto, hombría y lealtad. Ya ve, siendo pobre lleva una riqueza, recuerde, se aumenta compartiéndola.
Es raro, que algunos que proponían que se votara a quiénes actualmente gobiernan desde Nación, pongan reparo ante lo nodal de un gobierno, del que no nos tenemos que desprender bajo ninguna circunstancia, de lo contrario tendríamos que pensar seriamente en constituirnos en una suerte de Cataluña sudamericana y desde allí accionar políticamente. Pero a nosotros, con la tierra sin mal, con el Chamamé y el carnaval, no nos da o nos alcanza y sobra (depende de cómo lo miremos), después todo lo otro, no será más que letra de una canción, o la expresión de algo que supuestamente era nuestro y nos lo quitaron, pero que al final del día será siempre motivo para mirar a la argentinidad desde otro lugar, de ese del que nunca llegaremos a ser, por mucho que algunos pocos lo pretendan, el que signifiquemos algo más que Chamamé y carnaval.
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