Marcelino Ponti según Amber Showdrasky.
Las caminatas matutinas de Marcelino Ponti siempre fueron un juego de huidizos escapes y saltos a los cráteres de las veredas, sin mencionar las aguas hirvientes de las cloacas reventadas, que a propósito, surgen como una fuente danzante en el candor del los mediodías de fuego que la temporada veraniega propone, que en el norte de Argenti-landia parece no terminar jamás, rompiendo la lógica de las cuatro estaciones.
Marcelino es fanático de los juegos de mesa, sobretodo del ajedrez, sus tácticas lúdicas las aprendió en los libros teóricos y más que nada, las astucias propias de la disciplina las absorbió con su experiencia en las callejuelas del pueblo donde nació y se crio. Para llegar a un sitio con más rapidez conviene usar el caballo que el peón, la desorganización propia del urbanismo de cabotaje no deja escapatoria. Es la misma habilidad para elegir cuatro canales saltando, sin que lleve más de veinte segundos, evitando pasar por los cientos de canales que proponen los sistemas de tv por cable de hoy, la memoria en los movimientos es crucial para lograr el objetivo.
Así andan los jubilados en Argenti-landia, esquivando la muerte día tras día como un juego de estrategias, a pesar que la parca cuenta con ayuda del mundo de los vivos cuesta cumplir su cometido como quisiera. Los ranchos, las moscas, los basurales y la caracha son la postal del norte-landia argento, como el edificio Burj Al Arab de Dubai, sin embargo, los cuentistas de Argenti-landia insisten en su tesitura de país rico, seguramente sea para algunos pocos.
Marcelino Ponti dejó de leer los diarios hace décadas, decidió conocer la realidad por su cuero como dicen en los andurriales, con un método simple y revolucionario, saliendo a caminar su terruño y conversando con sus compueblanos del día a día, del futuro (si existiese) de la esperanza y su antónimo. Marcelino ya no espera nada, se dio cuenta de repente que no hay camino por donde llegue algo, el camino, el túnel con luz en el final es ficticio, un bálsamo de los perversos para que el pobrerío siga acudiendo a las urnas en cada llamado.
Marcelino Ponti fue postulado a Papa el 10 de enero del año 2013, al día siguiente, el 11 del mismo mes y año, fue asesinado, cortaron su garganta hábilmente con el filo de una boleta electoral de la última elección legislativa. Marcelino Ponti dejó cinco hijos, tres mujeres y dos hombres, una esposa, tres nietos y un hermoso naranjo en su patio, donde iba puntualmente a las ocho de la mañana a tomar 8 mates y escuchar trinar al cardenal que cada mañana lo visitaba, Marcelino había encontrado el propósito de la vida cincuenta y siete años después de haber nacido y quince años antes de que le quitaran tal propósito, con una herramienta electoral. Publicado en el Diario “La Colli”, el 17 de enero de 2018.
Por Carlos A. Coria Garcia
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