El espectáculo teatral (desde la obra de Sófocles) y la actualidad del Teatro de Bailando por un sueño.
La conciencia, el ser para el cual en su ser se encuentra la cuestión de su ser en tanto que este ser implica, un ser diferente de él mismo (Sartre), de cada individuo se transforma en colectiva cuando diferentes individuos responden de una manera semejante a determinados estímulos.
Aunque a priori esto parezca contradecir la definición de conciencia, si analizamos detenidamente ambas, podemos conjeturar que existe una suerte de finitud tangencial, es decir un pequeño espacio por el cual la acepción de conciencia puede ser particular pero a la vez coincidente con otros seres concientes.
Esta particularidad que se asemeja en los individuos para conformar una especie universal (sin llegar al inconsciente colectivo de Jung por citar un caso extremo) se puede apreciar si analizamos una realidad macroscópica (el espectáculo teatral) dentro de su conformación particular (es decir las circunstancias que desembocan en la esencia ya definida). Partamos entonces desde las bases que podrían llamarse reales.
El espectáculo teatral de la Grecia del siglo VI a.C. no solo era una representación organizada de acciones humanas ni tampoco una especial jornada pantomímica de fiesta y jolgorio en conmemoración a determinados dioses más allá que la mayoría no lo interprete de este modo existen fenómenos particulares que sostienen esta tesis. Sabemos que en aquel entonces el hombre considerado socialmente era el que poseía ciertas características que lo catapultaban a poseer ese término intraducible “areté” un conjunto de cualidades tanto físicas como espirituales que conformaban el ideal de hombre. Esta idea se expandía no por una cuestión de inmanencia (aunque podría ser solo que habría que dedicar otra investigación), sino más que nada por una cuestión educativa. Claro que en aquel entonces la educación no solo se encontraba en forma institucional ( las llamadas academias o escuelas de ...) sino que también en manifestaciones del alma o sea en representaciones artísticas. El ejemplo más claro es el rapsodia que al compás de una cítara recitaba historias que necesitaban tonificarse con lo meramente histórico (desde recitar fragmentos de guerra hasta elucubraciones coherentes temporalmente). Esta mentalidad sumada al paganismo donde dioses determinaban acciones y participaban en la vida terrenal conformaron una comunidad que ante cada acción buscaban un significado (hasta el último de aquí, el nacimiento de la filosofía) o mejor dicho cada acción buscaba significar algo.
Esto es la columna vertebral del pensamiento griego, esa racionalidad para investigar, ese talento para crear, esa capacidad para abrir las perspectivas a las mayorías (no en una gran dimensión pero igual cuenta) se encontraba sin embargo obstruida por la falta de libertad que por intermedio de los dioses se manifestaban prestidigitando destinos pero que en definitiva significaba el no poder superar a esa realidad fáctica e ineludible: la muerte.
El caso de Sófocles es muy ejemplificador este dramaturgo no solo continuó la obra del gran Esquilo sino que es el poeta que con mayor exelsidad representa la comunión de acciones recíprocas de la comunidad para con la divinidad.
Es interesante el nombrar obras como Antígona, donde no solo se ven estas sustancialidades de la cultura griega sino también principios interesantes como el de la humanidad como concepto general es decir inclusivo de los diferentes géneros, existen más casos como el de Electra o los diferentes papeles secundarios, de mujeres, pero el de Antígona es el más interesante, ya que aquí se expresa cabalmente, la diferencia objetiva de un Sófocles preocupado, en demostrar la esencia griega, a través, de representaciones para ese público que no solo se identificaba con los personajes, sino que además, no observaba el espectáculo como una parodia crítica o un drama escatológico con el fin de cambiar la conducta de la comunidad, aquí se puede observar la interacción con mayor claridad, esto resulta más que interesante al considerar que el dramaturgo, poseía por finalidad, que sus obras exhorten a la población a acatarlas como sus personajes, una cuestión de educación con pinceladas de esteticidad. Tocado el tema de los personajes es necesario enfatizar que estos eran una creación ideal del autor con el fin de crear un modelo para adquirir esas cualidades que signifiquen un pensamiento póstumo.
Otra obra que revela la gran magnitud del dramaturgo es sin lugar a dudas el famoso texto recuperado como Edipo Rey sería pecar de redundante si nos ponemos a realizar un análisis clásico o sin ir más lejos posmoderno (o sea una comparación con el psicoanálisis). Es por esto que lo que más nos llama la atención, es que no solo el destino trágico que en definitiva es la esencia del la Grecia antigua, se cumple de una forma aprensible para la generalidad sino también un destino determinado para que solo lo interprete un personaje específico sin importar la condición de este, ya sea de ficción o de realidad, esto es dado en la tragedia Edipo en Colono cuando en la parte final el protagonista debe enfrentarse con el designio de descansar en paz, esta ambigüedad en la definición es una cabal muestra de cómo la representación de una idea global también es tomada en forma individual, eh aquí una muestra más de la grandeza del autor ya que se compromete con el doble juego que significa demostrar una realidad desde ópticas individuales y generales con la misma grandeza y exelsidad, sin que varíe la temática a causa de las circunstancias que la conforman.
Al observar el pequeño análisis podemos asegurar que Sófocles no solo se ganó la mayoría de los aplausos durante su vida (sus innumerable premios conseguidos) sino que además consiguió la inmortalidad digna de un hombre que entendió en todo su dimensión la realidad esencial de una cultura. Esto se puede clarificar si al caso de Sófocles lo anteponemos con el de Eurípides, gran dramaturgo también pero no tan conocido y premiado como aquel, ya que este dentro de sus textos no consideraba el conjunto de valores excelsos o areté a la determinación no natural de la imposición del destino.
Otra consideración que podría caratularse como las ideas elementos en Sófocles es que dentro de su temática siempre el papel con mayor relevancia dentro de lo que sería la característica para conseguir la areté, es el impertérrito y colosal enfrentamiento entre la hybris o idea de caos y la sofrosyne o equilibrio, esta lucha así como el objetivo para conseguirla es una idea ejemplo dentro de los dioses o los héroes de guerra.
Una vez adentrados en este terreno nos quedaría por nombrar el principal papel que adquiere la mitología, que no es más que la interacción social antes descripta más las características sustanciales de los griegos en particular que terminan formando la Grecia en general, es decir que son relatos que sugieren una cierta interpretación de acuerdo a que manera son creados y quienes fueron los creadores. Sería harto redundante comentar lo sucedido con las creaciones de Sófocles pero lo interesante es tener en cuenta de que manera se relacionan conceptos que a priori parecen tan disímiles y poco homogéneos.
A decir verdad en el caso analizado se peca de una cierta tarea de preinvestigación ya que es difícil no imaginar a la cultura griega como hacedora de una caterva compuesta por manifestaciones artísticas, observaciones astronómicas, pensamientos ontológicos, investigaciones de gran magnitud. Si bien es cierto que para llegar a este nivel, de agrupar estas manifestaciones bajo un paraguas de una única definición ante la vida o por lo menos la más importante en una comunidad, se deben considerar el bajo número de habitantes, las apariciones a granel de grandes personajes, la poca noción de vida en la tierra y demás consideraciones negativas (que no preferimos reservar ya que su ambigüedad podría generar polémica, el caso de la tecnología, para clarificar el concepto no para contradecirnos) hay que tener en cuanta las demás cuestiones positivas como podrían ser los siguientes hechos: la cantidad de tiempo transcurrido y el estado de los pocos textos que se conservan, el pésimo manejo con las traducciones de estos, la distancia colosal que aleja aun más la objetividad del análisis, el poco nivel de los contados individuos que intentan analizar estos acontecimientos e infinitas razones más.
Se preguntarán cual es la intención de describir los puntos a favor y en contra de llevar análisis de este tipo, no creo que la respuesta tarde mucho en llegar. No es acaso sorprendente el hecho que motivados por una simple obra de teatro nos avoquemos a la búsqueda de interconexiones con la realidad social, hasta el punto de descubrir una especie de realidad ontológica y acaso no es más sorprendente que estos tipos de análisis que en su mayoría llegan a conclusiones verosímiles no tengan una continuidad en su metodología y en sus fines pero ensambladas en otras realidades sociales.
El día que estos interrogantes devengan en un cambio de actitud y se empiece a observar a través de particulares manifestaciones macroscópicas las realidades sociales, seguramente saldremos a las revisterías y con una gran impresión observaríamos que los diferentes magazines ya no se ocupan de la vida privada de personajes creados por el mundo de la imagen. Ni que decir de las librerías.
Por Francisco Tomás González Cabañas.
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