Ate y sus cachorros.
Para dejarlo en claro, y mediante la economía del lenguaje que proponen los adoradores de las frases cortas. Usar la etiqueta, la marca, el sello, el nombre, la denominación de una prestigiosa en los campos de las épicas progresistas, asociación de trabajadores para promocionar los artículos, por más logrados que estén, de una sola persona, atenta no sólo contra los principios de Ate en particular, sino contra el principio de igualdad en general.
¿Cuántos miembros de Ate, por ejemplo, podrían enviar sus escritos, tutelados por el sello de la asociación, para que los mismos se publiquen o lleguen a todos los destinos que llegan los señalados por la pluma, que hace uso y abuso de su posición arrogante en la cúspide de Ate, desde la que emite sus veredictos sobre temas varios y perspectiva única, hegemónica como unívoca y probada en la corta historia de la democracia argentina?
Hablando de democracia, no queremos, pecar de insolentes y por este dislate, en que cae Ate, producto tal vez de escenificaciones sustentadas en caprichos de hombres de buena pluma y mejor estética, preguntar si acaso, la asociación ¿no viola o ha violado también el artículo 3 de su estatuto, inciso k)? que reza. “Defender el sistema democrático, propendiendo a la defensa plena de los derechos humanos, a la democratización del Estado para ponerlo al servicio de la Nación; y a la plena participación de los trabajadores en la empresa mediante la cogestión y autogestión”.
¿Acaso ejerce Ate, democracia sindical, son sus representantes valiosos hombres que defiendan y promuevan prácticas democráticas como la elección directa, la participación, la alternancia en el ejercicio del poder? ¿No está, más cerca de ser una facción en donde los mismos de siempre, hacen de la protesta, de la movilización un mero y huero negocio, de pocos y para pocos, en donde por llevar un megáfono entre una veintena de compañeros, arreglan luego con la patronal la mejora de derechos o la posibilidad de derechos para sus amigos, parientes o cercanos?
Sería mejor que Ate, al menos en Corrientes, democratice el envío de las tan logradas notas que desde hace unos meses nos llegan en su nombre, que tutelan a todos y cada uno de los trabajadores que forman parte, como si pensaran, sintieran y se manifestaran como el escriba cada vez que desea, le conviene o siente. Al menos que aclaren en el mismo correo que las opiniones vertidas no son necesariamente compartidas, ni deben serlo, por cada uno de los asociados. Aclarar también que no deben ser tomadas, o recibidas como si fuesen la voz institucional de Ate, dado que generan temor reverencial ante los medios que sienten de tal manera el condicionamiento de publicar lo que dice alguien que hace uso de la sigla de la asociación, actuando de manera simbólica en nombre de y facultado por miles de afiliados.
Finalmente, además de felicitar a la pluma por su prosa, por lo que creemos es su macrismo camuflado (independientemente de que estemos o no de acuerdo con las políticas del gobierno, la vieja estrategia del policía bueno y malo, necesita de estos últimos para legitimarse en grado sumo y por sobre todo conseguir más votos) lo estimulamos a que salga debajo del yugo de la asociación, a que pueda salir del lugar de confort de ser sponsoreado o tutelado por ate (en nombre de formar parte de un colectivo, en donde siempre los que esto alegan van en los camarotes más cómodos y preferenciales) de forma tal de que sienta qué significa ser un escritor en Corrientes, sin el apoyo, sin la coraza, sin la capa, sin el paraguas, o sin el pantalón de la institución tutor, de la que depende, para que vea, cuantos medios le publican, cuantos conocidos lo dejan de saludar y cuantas puertas se le abren o cierran. Pedirle que deje su poltrona pública que tal vez la haya logrado por concurso público o por mérito, sería injusto y un exceso, pese a que no han sido pocos los escritores en Corrientes, que perdieron y sigue perdiendo sus fuentes laborales por escribir lo que piensan sin ir de la mano de un cancerbero mayor que le diga cuando, a quién y donde, direccionar los ladridos de los que de esta manera se condenan a ser cachorros.
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