De la Ciudad de las Cuatro Avenidas a la Ciudad de las Avenidas.

Bien podría ser el slogan de la Ciudad. “La Ciudad de las Avenidas”, debajo de tal definición se estaría dando por sentado que se avanza desde un concepto adversativo, agonal y de confrontación (que además se le puede achacar en la disputa política, nunca conveniente como tampoco evitable) que dejaron como herencia cultural las gestiones capitalinas identificadas con el Kirchnerismo, hacia un espacio amplio y dinámico, en donde se pueda ir y venir con comodidad tal como en las avenidas, en donde además las reglas son más claras, como los controles y la circulación. El plantear a la ciudad como de las avenidas, brindaría también una doble interpretación que el oficialismo próximo a asumir se encargó en la campaña electoral de propalar. Afianzar las avenidas, ampliarlas, mejorarlas como aumentarlas, desde la obra concreta y específica es una promesa puntual y sobreabundante que se le hizo al electorado capitalino. El tener alineado a la Nación, con la Provincia y el Municipio de la Capital le tendría que dotar a la Ciudad fundada por Torres de Vera y Aragón, un ritmo febril de obra al que siquiera ni en sus mejores sueños lo podría haber tenido quién alguna vez fue jefe comunal y hoy es titular del plan Belgrano.
Sin embargo el concepto Avenida, como su traducción en la realidad (las obras que se hagan), no puede quedarse en ello. Al decir del gobernador que se va, el senador electo “El hombre no vive de asfalto” algo que nunca terminó de asimilar el que hacía, odiando las palabras, dotándolas de enjundia y haraganería, que ahora tendrá que marcharse al menos a un ostracismo político, como mínimo de dos años.
Esta Ciudad de las Avenidas, debe ser una ciudad que se perfile, dentro del desafío que le cabe a todas las ciudades occidentales. Debe ser digital, inclusiva, accesible, pero no sólo desde la conectividad, es decir no solamente del hardware, no solamente debe extenderse el wi fi hasta el medio del Paraná o bajarse “Corriente s Soñadora” en cualquier aplicación para móviles, nada de ese cotillón electrónico debe faltar, pero tampoco debe subvertir el orden de prelación. La Ciudad de las Avenidas, podría ser vanguardista, al menos en la región, desde lo incunable que la hace única (Chamamé y Carnaval) hasta lo insondable e inimaginable que lo puede hacer su gente, el ciudadano correntino, ese que el actual Presidente, no se cansa de caracterizarlo como de ser tenedor de una “energía muy especial” (al menos en términos electorales no se equivocó, Corrientes es sí no la primera una de las primeras en el ranking amarillo de votos Pro-Cambiemos).
En los diversos municipios Correntinos, las nuevas gestiones se alistan para continuar, en algunos casos, o iniciar sus administraciones, tras el mandato popular que se determinó mediante elección. Más allá de las cuestiones habituales y hasta folclóricas en estas instancias (los oficialismos en muchos lugares se reparten los espacios de gobierno como si fuese el mismo un botín de guerra) sería importante que se comprenda, que más allá incluso del deseo mismo o de la aceptación, la concepción de la ciudadanía ha cambiado, profusa y profundamente. Cada quién hoy, puede opinar en la red social de su municipio (sí es que lo tiene), de su jefe comunal (sí es que es de uso público) de familiares de este (en caso de que no tenga habilitadas las dos opciones anteriores y más allá de que corresponda o no) y tal emisión del mensaje (por lo general mal escrito, poco razonado, casi como una expresión gutural o una manifestación onomatopéyica electrónica) encontrará siempre una plataforma que termine haciendo la “política” de los nuevos tiempos. Las administraciones, los gobiernos, no sólo deben garantizar la velocidad o extensión de la conectividad, sino también el buen uso de esto mismo, el uso conveniente, el uso colectivo, el uso, electrónico, dos punto cero o cibernético, de lo político.
La ciudad de las avenidas, debería ser además del slogan de una determinada gestión de gobierno, un concepto de la ciencia política, que aúne todo esto y lo demás (que hace a la ciudadanía moderna y sus desafíos) tal como miles de años atrás lo fueron las “Polis(Ciudades Estado)Griegas” o lo que heredamos tras la paz en Westfalia.
“Los cuatro puntos cardinales son tres: norte y sur”. Vicente Huidobro.
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