La necesidad de tener un pequeño Puigdemont ilustrado.
Sí la política se reduce a repartir palas, a repartir lo que fuere, terminaremos o volveremos a terminar a los palazos y las palabras, siempre estarán de más, dado que serían consideradas accesorias (como en ciertas épocas los libros eran material combustible, el decir con desdén y desafecto que la política está llena de opinólogos como si fuese algo mal, es el huevo de la serpiente de una actitud o una perspectiva digna del nacionalsocialismo de antaño) incluso estás mismas.
El nudo del conflicto Catalán, como todo lo nodal en la política, es la palabra o el logos, es decir el concepto. Los catalanes, declararon su independencia, desde el momento que hablan el catalán como forma de comunicar sus actos públicos y traducen tal efecto a las calles que la vuelcan en una suerte de vindicación identitaria. Luego surgió la bandera, la estelada, como símbolo de aquello.
Con estos dos elementos, el gobernante intervenido, sentó las bases de lo que será una Cataluña formal y reconocidamente (esto es lo que aún no se logra ni se logrará, pero que necesitaba de aquello para que se dé en un futuro próximo) como nación que junto a otras marcharán hacia un nuevo orden mundial, desde lo que se está trabajando por parte de una Rusia que comprendió que luego de la guerra fría la humanidad no es conquistada con cosas ni con realidades, sino con deseos, con expectativas y por sobre todo con palabras.
En nuestro caso puntual, tenemos muchos elementos, que otros sitios del mundo deberían forzar, para al menos, auspiciar que cuatro interesados con algunos libros encima de historia, puedan constituir una suerte de junta permanente o de junta promotora para volver a confluir en la gran Nación Guaraní.
No se asuste, nunca debe asustarse de quíenes ponemos nuestros pensamientos en palabras. Usted debe asustarse de los que se asustan del pensar, de los que cuando son invitados a expresar palabras, quieren agarrar palas o agarrárselas a los palazos, que sería lo mismo.
La propuesta no va en el sentido de crear nuestra “República Aparte” que como sabrá, además es parte constitutiva de nuestro inconsciente colectivo. El poder verbalizar y trabajar a partir de esto, en una plataforma que reúna los porqué de una identificación de una Nación Guaraní, le podría servir a nuestros gobernantes para reclamar más fondos coparticipables, más recursos, más obras, más participación en contante y sonante de esa Nación Argentina de la que elegimos seguir formando parte, pero no porque no nos quede otra, dado que tenemos, para ello el trabajo que se propone, otra posibilidad.
En términos reales, esto no significa nada (es decir para un estado provincial el auspiciar estos estudios el reunir esta información, es económicamente insignificante, pagar 4 sueldos y dos viáticos) pero en verdad lo es todo. Gobernar, a decir de Lacan es generar deseo, gobernar no es el elegir sí en el Ministerio de Desarrollo Social se repartirán leches en sachet o larga vida, sí el ministerio de educación fumigará dos veces al mes o sólo una, sí el ministerio de planificación se unifica con el ministerio de la secretaría general. Estos aspectos que parecerían las definiciones de alto gobierno, son en verdad pequeñas minutas que bien podrían quedar para ordenanzas de tercera línea o de adoradores de pala.
Gobernar es generar deseo (por ejemplo para que los pobres dejen de ser tales, sería más sencillo en términos reales, que en vez de desear consumir al nivel que la clase media alta consume bienes materiales, consuman bienes espirituales o axiológicos) y tal vez los gobernantes a asumir, tengan como destino profético el llevarnos por este sendero.
Al menos el de la provincia nació en la capital de la nación Guaraní, habrá que ver si nos marca el sendero para que caminemos alguna vez por el sendero de la tierra sin mal.
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