Cada vez más chico el “Kiosco” Peronista.
El gobernador de Salta, uno de los pocos, que equívocamente acompaño el nuevo proceso de fracaso del peronismo correntino (insistimos y lo expresamos hasta el cansancio, no se trataba de una candidatura o de una oportunidad, sino de la construcción de una alternativa, que el peronismo se viene privando o evitando de hacer desde hace décadas y es una de las razones por las que no seduce a la correntinidad) y que para mal de males, estaría perdiendo en su propio distrito, sin embargo, uno de los hombres intelectualmente más lúcidos del movimiento del general, expresó como título de una entrevista: "Si el peronismo no se reformula está llamado a desaparecer" y esto que parece coincidencia no lo es, en el mismo medio, Perfil, su director llamó a otro intelectual que casi al unísono daba su visión del peronismo:
“En circunstancias más o menos parecidas se han producido regímenes del mismo tipo, digamos, de democracias hegemónicas. ¿Qué quiero decir con democracias hegemónicas? Que son regímenes que nacen de elecciones libres, honestas y sin fraudes (la elección de Perón en 1946 fue perfectamente aceptable y transparente) y que, a partir de ahí, concentran el poder en el Ejecutivo en detrimento de los demás poderes constitucionales, a veces en violación de la Constitución, considerando que la mayoría que entronó al líder –porque siempre se necesita un líder fuerte– le da el derecho para responder a la voluntad del pueblo sin dejarse frenar por los obstáculos constitucionales”. Quién esto afirmaba es un tal Alain Rouquié, que por su portación de ciudadanía francesa (los que nos tutelaron como América Latina, algo que los Norteamericanos no permitieron para sí, de lo contrario serían América Anglosajona) y en calidad de director de una casa de cultura latinoamericana en París (Mansiones de estilo que manejadas por fundaciones, ingresan dinero para financiar el arte que deviene de las mujeres aburridas de hombres de poder o de intelectuales o mejor dicho catedráticos obedientes) expresa muy suelto de cuerpo, barbaridades conceptuales como las que acabamos de citar.
Afirmar que el Peronismo nació de elecciones libres, es cuanto menos una burrada. No es necesario ser declarada y aviesamente anti peronista como lo es un barbado diputado electo que garabatea textos, pero el hombre en algo tiene razón. El peronismo provino como expresión de poder, llámese Gou u gobierno militar, lo cierto es que es imposible llegar a un buen lugar sí no partimos del inicio y del lugar, acertado como obvio.
No se trata de algo teórico, sino de lo evidente, palmario como real. Desde estas trincheras, de una provincia con una solaz pobreza estructural, venimos sosteniendo desde la heroicidad de decir lo que uno cree firmemente por más que no estén dadas las garantías para hacer uso de esa supuesta libertad de expresión, que el peronismo necesita redefinirse, sin que seamos gobernadores, como el de Salta, y comprendiendo, con libros tal vez más interesantes que el del Francés, que el peronismo es un fenómeno del poder.
Sin embargo, en los únicos medios que estas palabras, que en verdad se convierten casi en un apostoloda político, no salen, no se replican (por más que se comenten, se mastiquen, se compartan furiosamente por privados) es en donde reinan los que se dicen peronistas, los que ocupan per se o por interpósitas personas, lugares, conchabos, que obtienen mediante el agite, vano, huero y artero de la liturgia peronista, para por intermedio de poner a cualquier badulaque, obtener un rédito que se traduzca en un bien personal o faccioso.
El resto de la sociedad política (políticos como medios), que no se considera peronista o que hasta incluso puede tener, casi con derecho, un sesgo de antiperonista, ve con cierto temor, que estamos en el sendero que sí lo transitamos, llegaremos a un lugar distinto. Esto desconocido genera temor, y con olor a peronismo, espanto. Por ello es que esta otra parte del circuito político, en vez de incorporar esta manifestación de un peronismo remozado, sigue dialogando e interactuando con el otro peronismo, con el perdidoso, con el faccioso e incluso anti-institucional.
Ya lo estamos volviendo a ver, una nueva derrota peronista, un nuevo articulado de denuncias, hueras, zonzas e irresponsables, para crearse un pseudo argumento ante la “gilada” para seguir robando con las banderas peronistas, por intermedio de los kiosquitos que vienen armando desde 1983.
El problema es que cada vez se va achicando más, ya no entran diputados, o sí entran lo hacen de a uno, con vergüenza, a los empujones, sin ton ni son, dando lástima.
Los hombres y mujeres que se sientan peronistas, tendrían que decirle al resto de la comunidad (además de pedirles perdón a la compañerada, sí es que le pidieron el voto por alguno de los trúhanes que usó el barco peronista como lo vienen haciendo desde hace décadas) que el peronismo, en su remoción, en su redefinición, lo único que busca es integrar a los pobres, sacarlos de su marginalidad, o luchar por este principio, el resto, todo lo demás, es negociable y se puede conversar. Esto debería ser la tarea de reconstrucción del peronismo, medios que se dicen tales, sobran, hombres que realmente sean peronistas, en la medida que se presentan, muy pocos, dado que sí algo tiene que asumir el peronismo es que no está en el poder, que no está en su ámbito natural o de surgimiento y que la única manera de salir de tal lugar es reconocer tal situación, tener la grandeza de la humildad autocrítica y la sabiduría de convocar a los mejores, en sus rubros, en sus senos, para que contribuyan a una recuperación peronista, a un resurgir o renacer.
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