1 de septiembre de 2017

Martínez Rojas y los Negocios con la Correntinidad.-

Las pruebas son contundentes; una sociedad que valora más un prestamista que un poeta tiene como valor social o como estándar de calidad axiológico, el tener, el acumular, el poseer, a como dé lugar, sin importar a costa de qué y por intermedio de que métodos se haya obtenido aquello que se ostenta, que se adora, que se deifica. Palabras más, semántica menos, la cuestión es que la política debería poner en discusión esto mismo como elemento esencial de una campaña como de un gobierno. No se trata de endilgar, solamente, la condición Cholula, mediática o marketinera que pueda tener la otra fórmula que pretenda el gobierno, aun suponiendo que sea así, el Valdesismo necesario (como estilo o como forma de entender el manejo de la botonera no como elemento discordante dentro de un equipo) en caso de querer ejercer poder verdadero, debe prestigiar el concepto del porque va por el poder. Debe explicar porque dentro de ese equipo, se resolvió dejar sin juego relevante a los principales partidos después del radical con mayor cantidad de votos. Explicación que debe hacerse en el armado de los equipos de gobierno, de los famosos equipos técnicos, que prescinda de la marabunta de ordinarios que se han enriquecido o pretenden hacerlo, negando el ocio o en el negocio, que es lo mismo, con el estado alelado, para beneficio faccioso, para el enriquecimiento furibundo que cualquier truhan de poca monta, al estar judicializado puede llegar a destapar.

Para los Griegos el otium u ocio, era el momento al que podían acceder sólo aquellos que hubieron de entender la clave del destino de lo humano; el ejercicio o el hacer creativo que podría transformarse en arte, en pensamiento o poesía. Negar el ocio, o el “negocio” era casi una condena para quiénes por no animarse, no querer, o no haber desarrollado sus capacidades para, dedicaban su tiempo a la poco que menos ruin tarea de por ejemplo hacer dinero.

Claro que se nos dirá, extrañamente a quienes no tenemos obligaciones para con el ciudadano siempre se nos dice, se nos objeta, se nos critica, se nos vindica, ladinamente, que la cultura griega, transcurrió hace miles de años y en que esa suerte de evolución (aún existe gente que cree en este término conceptual) el negocio se transformó en lo más sublime a lo que puede aspirar a dedicarse el ser humano, lo tomamos, a efectos de expresar lo siguiente.

 Hace unas décadas atrás, el antropólogo Pierre Clastres, vivió en Paraguay, junto a los “Guayakis” una expresión de los Guaraníes, próxima a nuestra geografía como a nuestra cultural y observa aspectos como:

“Sobreabunda en esas sociedades, por ejemplo, lo que nosotros – desde nuestra propia ideológica del trabajo y el consumo-llamaríamos ocio o tiempo libre. Ocio o tiempo libre, creativos están dedicados al ritual de la creación de mitos, a la socialidad, al cultivo de las relaciones de parentesco o, ya lo veremos a las tácticas de guerra. No se trata entonces de ningún paraíso del rentista se trata de sustraerse a aquella lógica alienada del productivismo y la acumulación de riqueza (que en nuestras sociedades, además, ya lo sabemos, es la riqueza de muy pocos)” Abensour, M. “El espíritu de las leyes Salvajes”. Ediciones del Sol. Buenos Aires. 2007. Pág. 22.

La política, tanto el Valdesismo que acusa a la otra fórmula de superficial, o esta fórmula acusada, deben transitar caminos en donde, la razón instrumental, es decir esa promesa vana de la productividad y el trabajo tal como lo entendemos ahora, nos llevarán indefectiblemente a un mundo no sustentable y al acabose mismo, suponiendo que sea posible, dado que el sistema podrá ser cualquier cosa, menos carente de previsión (es decir sí todos los países en vías de desarrollo se industrializaran al ritmo que los políticos prometen, ya no tendríamos mundo que lo tolere o resista, está es la razón fundamental y razonable, por la que la mayoría de los países no se industrializará nunca, está es la verdadera crisis mundial la necesidad de nuevos paradigmas) deje paso al ocio, a la creatividad, al pensamiento, a la palabra.

Los valores, la cultura y nuestra historia, eso que define nuestra correntinidad, a la que siempre apelan los políticos, tiene que ver con el estar asentados en la tierra Guaraní, la que entre otros el antropólogo francés citado, reflexiona apartir de su experiencia junto a ellos:

“En la sociedad primitiva es la política la que le marca el paso a la economía y no al revés. En la sociedad primitiva todo es política. Estamos en el ámbito de lo político, vale decir en el ámbito de las decisiones originarias sobre la forma que se le va a dar a la comunidad de los hombres como tal, a lo que los giregos hubieran llamado la ekklesia, la asamblea humana en su totalidad…La jefatura es incluso una institución de primerísima importancia, sin la cual la sociedad, posiblemente la sociedad siquiera podría existir. A veces adquiere una condición de profunda sacralidad. Pero justamente el jefe está allí para no mandar. En todo caso es la voz de la sociedad y un deudor de la misma. El honor o el prestigio de ser jefe es algo que hay que pagarle permanentemente a la sociedad”. (Ibídem 30)

La única cuestión política que debería dirimirse en una elección a gobernador o jefe político, es que tipo de sociedad van a representar o pretenden representar quiénes se postulan, sí la que valora más a un prestamista o a un poeta. Esta elección que hagan los candidatos no debe ser discursiva, sino en toda y cada una de sus manifestaciones y en los actos, lugares y debates a los que asistan, deben dejar en claro, que modelo de ser humano se plantean, todo lo otro, todo ese ruido que escuchan y dicen en lugares varios, tan solo son escarceos para no expresar que eligen para conducir nuestro destino político.


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