“Hablar de eudemonismo social es otra excentricidad francesa”.
“Se creen los hombres más sabios, y creen que, además de serlo, también lo parecen a los ojos de la mayor parte, de modo que no tienen otro obstáculo para gozar de un renombre total que los que se ocupan de la filosofía. Piensan, pues, que si logran desacreditar a éstos, haciéndoles fama de que nada valen, habrán conquistado inmediatamente y sin disputa en la opinión de todos, la palma de la victoria en lo que hace a su reputación como sabios…Si la filosofía es un bien e, igualmente, la acción política lo es, y cada uno atiende a un fin diverso, estos hombres, encontrándose en el medio y participando de ambos, no están diciendo nada” (Eutidemo, 305 d.) Cita González Cabañas el diálogo platónico, dando a entender que la vieja disputa entre sabios y sofistas nunca se terminó de dirimir.
“No lo sé, lo que creo, sin embargo, y sin ambages, es que más allá de las rémoras que podemos tener con la educación formal, de hecho en mi caso la tuve dado que fui expulsado de casas de altos estudios por discutir a los autores de libros clásicos y totemizados, tenemos que ser coherentes, en cuanto a que o damos clases populares, sin haber obtenido títulos de grado en los lugares que decimos criticar o señalamos las atrocidades cometidas cómo un continente como el Africano, pero trabajamos para hacer desde nuestro lugar algo por ello. En mi caso, venimos proponiendo la realización de un congreso de intelectuales en Somalia, en nombre de un Occidente, que ha despojado de identidades a pueblos varios, introduciendo conceptos extraños como los educativos y laborales. Pero no reniego de la generalidad, del riesgo de ir en busca de una amplitud integradora, a riesgo incluso de que sea abstracta, irrealizable o totalizante, antes que caer en minimalismos, en gestas menores o en individualismos que nos lleven a creer que la humanidad se puede inseminar o que la filosofía debe servirle a una señora depresiva para que salga de tal situación. Eso es sofismo y los sofistas han existido siempre, teniendo, históricamente, excelente prensa o falso prestigio”. El tiro por elevación hacia Michel Onfray es indisimulable. Continuara en un apéndice político, cuando en relación a las últimas elecciones, el francés reconoció que no voto en la primera vuelta, porque consideró que era un subterfugio del sistema para preservarse a sí mismo.
Francisco Tomás González Cabañas, inmiscuido en el clima electoral que vive su provincia, Corrientes, que elegirá Gobernador próximamente, no le escapa a la política. De hecho es su especialidad filosófica. Su reciente libro “El acabose democrático “(Ápeiron Ediciones, Agosto 2017) es una prueba de ello, como los anteriores “La democracia incierta” (SB Ediciones, Julio 2015) y el “Voto Compensatorio” (Ediciones Académicas Españolas, Junio 2014):
“La democracia nunca ha sido un concepto político ligado a lo popular. De hecho no lo es ni lo será, ocurre que a partir del reinado de lo representativo, debemos dar cuenta de que supuestamente podría llegar a serlo. El caso de lo que ocurre en mi aldea provinciana es una muestra cabal de lo que sucede en Occidente. Tenemos más de 40 partidos políticos. Casi en mitad iguales, se dividen en dos frentes, es decir que sería lo mismo tener 2 partidos con diferentes corrientes internas. Ningún partido, ni tampoco los frentes, eligen sus candidatos por internas, es decir no practican democracia partidaria o interna. Los candidatos son ungidos por la voluntad de no más de un puñado de poderosos. En las elecciones generales, solamente dos personas tienen chances reales, además de consignar que ni siquiera se presentan más de3, para ser optadas por la ciudadanía. En verdad todos sabemos quién ganará, porque tiene los medios, los recursos y la ingeniería electoral para imponerse. Es decir la maquinaria presta para condicionar la voluntad de las mayorías que ya no elige, sino que ratifican un planteo que se hace desde el poder. Este proceso, a nivel teórico se llama autoritarismo electoral y viene imponiéndose no sólo Occidente, sino que ha sido la manera que encuentra Eurasia por ejemplo para significar o conceptualizar lo que creen democrático. El problema es que el sistema que brinda esta representación o escenografía deja cada vez más espectadores afuera. No se trata de quiénes son los protagonistas de la obra, sí es que son los mismos actores o sí actúan bien o mal, como creen los críticos, que son los propios políticos, politólogos o comunicadores, el gran problema de nuestras democracias actuales, es que fuera de los teatros en donde se lleva a cabo este montaje, se agolpa cada vez más gente que está por fuera, que más allá de la metáfora es la que está sin poder comer o subsistir. De esto debemos encargarnos quiénes pensamos la política, revolucionar el concepto, para dejar las viejas y anquilosadas categorías de los análisis políticos de lucha de clases y ecuaciones que no son pertinentes en el presente, sin caer en la individuación sofista de que la filosofía o el pensamiento debe ser una respuesta espiritual a occidentales con problemas de culpa o de sueño”. Afirma tajante González Cabañas, no sin antes recordar que su última obra “El acabose democrático” está disponible en Ápeiron ediciones.
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