23 de agosto de 2017

Elegirá por cuarto mandato consecutivo, Alemania a Merkel (Su padrino o promotor, gobernó antes 16 años)

Así como nunca tuvimos menos pobres que Alemania (como sí eso mitigara la pobreza de los que la sienten y vivencian) probablemente tampoco tengamos la misma cantidad de pensadores o de personas que alimentadas, en todo sentido, desde un estado promotor a una sociedad que reconozca la intelectualidad como logro en sí mismo en un mundo cada vez más automatizado, que se dediquen a ello. Sin embargo que estos pocos no se dejen vencer fácilmente bien podría resultar una frase de marketing, en tiempos electorales, como los alemanes (24/9) que paradojalmente no se cuestionan su calidad democrática en base a la ausencia de alternancia en el poder, o la posibilidad de reelecciones indefinidas en un contexto en donde Merkel, heredó el poder, de su patrocinador Helmut Kohl quién estuvo 16 años previos gobernando Alemania.

La democracia es en verdad “Realpolitik” (término no casualmente Alemán) que define la política de la realidad, la política de la praxis. Tampoco casualmente, el militar nacido en Alemania, Carl von Clausewitz, acuño la célebre definición “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. La democracia es asociada o vinculada como razón fundamental o teleológica para una vida en plena libertad. Paradigmáticamente en al menos una tribu Africana, no pudieron encontrar una definición en la lengua original que expresara lo que para occidente significaría libertad. Tiempo tardaron en darse cuenta que no había un término que significara libertad, dado que no necesitaban poner en palabras lo que vivenciaban, a diario y cotidianamente en acto.

 

“El modelo de la modernidad occidental…ha de ser nuevamente discutido y diseñado…no se trata solamente de una política que cumpla las reglas, sino de una política que cambie las reglas…no solo de una política de poder sino también de una política conformadora…Cada vez son más las situaciones que plantean problemas que ni pueden comprenderse ni solucionarse adecuadamente desde las instituciones, conceptos y concepciones al uso de lo político”. (Beck, U. “Poder y contrapoder en la era global. La nueva economía política mundial. Barcelona, Paidós, 2004).

¿Acaso la democracia occidental que nos hemos forjado, no continúa conceptualmente, con los principios básicos del nazismo, que creíamos derrotado, con la cuestión migrante, con el cerco galvanizado en los inicios geográficos de Europa, pese a que los de afuera mueran en persecuciones, en archipiélagos de excepción y naufragios?

¿Cuánto nos corresponde de responsabilidad, a cada uno de los que consumimos un chocolate de las marcas más consagradas, en nuestra confiterías, en la comodidad de nuestros hogares, sabiendo que el cacao que los nutre, proviene del África occidental, donde los niños de allí mutilan su vida por una meandros, por los que nosotros, desde aquella comodidad-complicidad pagamos, empachados y extasiados?

¿El eje Franco-Alemán, que gobierna Europa y Occidente, no es acaso el maridaje entre las formas democráticas, o jacobinas, de igualdad, fraternidad, y libertad, para los que estamos dentro de las fronteras en donde todavía se come y se puede disfrutar de los placeres ficticios que nos inventan, a costa de los lugares en donde los sacrificios humanos, se cometen, casi como en tiempos de Auschwitz, y extrañamente no son visibilizados por la turbamulta de medios y de formatos para comunicar, dado que en la multiplicidad de lo mismo, nos han mareado al punto que denostamos lo único que nos puede permitir ser diferentes en la mismidad, que es la  posibilidad de pensar?-

Más allá de todas las conceptualizaciones que devienen en dialéctica, aspectos semánticos y juegos de equivalencia, diferencia y referencia, incluso de los límites de la propia lengua en la que habitamos, esa que nos impuso no hablar de aquello de que no se puede optando por el silencio (Wittgenstein) , y que toda acción filosófica pueda verse subsumida en el concepto de intención (Husserl) o que es lo que nos mueve a perseguir un fin inventado, lo cierto es que, paradojalmente avanzamos hacia ese no lugar, contrariados de sentido, pero con ganas y fruición. Entender el modo político en que nos organizamos, escapa al significante vacío de lo democrático, y que un trabajo casi obsesivo para redefinirlo, al punto de inconscientemente perseguir la consecución de un proceder hegemónico, no deben ser óbice para que pretendamos vivir en un sistema social, un poco más justo y ecuánime y que por sobre todo, ofrezca con claridad meridiana, cuales son las reglas de juego para participar en él.

Sí bien el excedente, en términos económicos, puede ser entendido como la sobra, lo cierto es que eso que esta de mas es la fuente de felicidad de quiénes y para quiénes se produce. Es decir, el ser humano, ha vivido y sigue viviendo en la actualidad, en la mayor parte del globo, en sistemas sociales que no reparan en lo más mínimo de su propia dignidad, pese a los pierden la vida en la lucha o en la inercia para que esto cambie o que esto continúe, lo cierto es que no seremos demasiados, pero lo somos y lo expresamos, quienes deseamos o anhelamos que el excedente de esta vinculación social, no sea simplemente producir y con ello sobrevivir. Estamos quiénes buscamos ese excedente democrático. Probablemente, tanto en el mundo académico, como de la comunicación, seamos muchísimos más de los que pensamos, quiénes reflexionamos, deseando, casi lo mismo, expresado en términos distintos y en formas varias. El concepto excedente toma cuerpo y sobre todo en su intencionalidad, en un pensador, a quién citaremos, en una lista de citas que se seguirán a continuación, como una suerte de diálogo intergeneracional y de varios autores, como para dar cuenta que desde hace mucho (es decir que ya no somos solamente muchos, sino que existe una cuestión crónica en esta búsqueda, por tanto es cantidad temporo-espacial):

“El excedente (Überschuss) que constituye y mantiene el substrato de la herencia cultural es sólo creado por la influencia de la función utópica en las construcciones ideológicas de la vertiente cultural, porque sin la función utópica es en inexplicable todo excedente espiritual respecto a lo ya logrado y existente en el momento. Toda anticipación se legitima así ante la función utópica y ésta hace suyo en el excedente todo posible contenido. Incluso también, el contenido dado en lo que un día fue interés progresivo, en ideologías no hundidas totalmente con sus sociedades, en arquetipos todavía abstractos, en alegorías y símbolos todavía estáticos”( Bloch, GA 5, pp. 170-1 (PE I, p. 139). Aguilar, Madrid, 1977-1980).

(Extracto del Libro “El Acabose Democrático”. González Cabañas, Francisco. Ápeiron Ediciones. 2017)


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