25 de julio de 2017

La Cultura Política.

La cultura es un concepto de élite. En las reuniones de hombres de poder, incluso, le hacen bullyng a la cultura. Es el responso de esposas con quiénes la pasión se fue extinguiendo, más no así la posibilidad de que por ello se termine el vínculo, y el lugar indicado para el librepensador, cuando no afrancesado, que no es tan macho, en los términos más bestiales y rudimentarios, para andar buscando votos en el Barrio San Ramón de Goya, en el Santa Catalina de Santa Lucía o en el Caracolero Capitalino. En el mejor de los casos es el reducto perfecto para el haragán que prefiere la tomada de café en el despacho o en el bar del centro, para hilvanar las lecturas de solapa de algún libro fotocopiado o creer que está haciendo filosofía porque leyó Kelsen en la facultad de derecho, pero la cultura política, es aquello que precisamos para consolidar lo democrático, para que sigamos viviendo de ello, sin que los que padecen, hambre, miseria y pobreza, se den cuenta a tiempo y vayan por todo. Cultura política es que la política, no se haga desde la foto, de la compra chabacana de intendentes o dirigentes, como si fuesen putas en retazo en los tiempos de la whiskería o más atrás en el tiempo de las casas de tolerancia que hacían crecer la inmigración a pujanza de europeas del este que venían a engrandecer la nación a fuerza de mamadas y algo más.

Por más que los “brackets” del futuro gobernador (así lo tratamos todos, desde los medios hasta los que se dicen sus opositores) desnude que pasó más tiempo del conveniente en Buenos Aires, donde además de crecerle el pelo y otros arreglos estéticos, la camisa le queda más a la fina estampa, no sean aspectos a considerar seriamente por los profesionales de la política (alguna vez, un Ministro, cuyo padre trabajó en una tabacalera, nos hizo dar cuenta de esto, claro, tener un padre que en el afán industrialista, coma y genere comida a expensas de potenciar el cáncer y demás enfermedades grave, sí que debe ser gravoso y determinante) para nosotros, sin embargo se constituye en lo neurálgico.

Las señoras que llenan los gimnasios, las peluquerías, dejando vacías las librerías, como los señores que pasean en la costanera o en los lugares en donde un musculoso los trata peor que un padre autoritario (pagando para ello!) y que no saben ni sabrán el nombre un solo legislador, y después de 20 años, reconocerán a Colombi como político, y sí tienen algunos años más, balbucearán Tato, se dicen democráticos, porque a contrario sensu, lo otro, vendría a ser lo totalitario, la dictadura. Lo expresamos muchas veces, vendría a ser algo tan estúpido como seguir en pareja con una segunda, por más que nos llevemos muy mal, por temor a regresar con la primera.

Nuestras expectativas democráticas, no están por delante, sino  por detrás, esto explica porque los ex gobernantes siguen teniendo ascendencia en sus votantes.

Precisamente , desde el profesionalismo político, desde los altos mandos de estos señores con poder, que manejan la cosa pública, no se ayuda, con el libro abierto de pases (que como si fuese asesorado por un enemigo, lo inauguro el velerista, a quién le hacen creer que va de banca, cuando en esta va de punto, y vendió la compra del pase de un jefe comunal, de una localidad que está a metros de Entre Ríos y a más de 400 kilómetros de Corrientes Capital, para que días después, el propio gobernador lo masacre con la adquisición al por mayor de intendentes peronistas) en que transformaron la campaña electoral.

Es decir sí quieren avanzar en la institución de la democratización política, lo deben hacer de en serio, de verdad, culturalmente. No alcanza o peor, es contraproducente, que lo hagan mediante la visita de supuestos intelectuales porteños para que hablen en la supuesta feria del libro, para que nos aleccionen sobre supuestos problemas que no son ni serán los nuestros.

Europa, hoy se debate en la implementación de una renta universal básica, dado que el mundo, ecológicamente, no resiste más industrialización, y nosotros queremos hacer industrias. Los capitales nunca llegarán no por una cuestión de mercado, sino porque no existe más mundo posible para ello. Esto es la explicación del fenómeno del fútbol o de los youtubers, el sistema paga y mucho por patear pelotas y por hablar. El mundo ya pasa por esta sintonía. En verdad, en nuestras tierras siempre paso, por esta codificación.

Antes de la llegada de los españoles, en las tierras del futuro gobernador, el concepto del trabajo no existía, tal como lo impusieron los jesuitas. Ganarse el pan con el sudor de la frente, se usó como razón instrumental del industrialismo. Un industrialismo que ya no es más posible. Si quiere imaginable o deseable.

¿Ni existen recursos, ni sustentabilidad para que todos los países del tercer mundo o en vías de desarrollo se industrialicen, menos mercado? El capital no es suicida, sabe que debe enfriarse para sobrevivir. Está buscando, relatores, pensadores que nos convenzan en los mejores términos para que vivamos unos años sin afectaciones más graves de las que ya tenemos, cambio climático, la contradicción de no poder usar ni el aire acondicionado por falta de luz, por exceso de consumo los días de calor intenso o el automóvil en hora pico, por falta no sólo de infraestructura, sino de lugar.

Esto, pasa con el mundo, con nosotros, no es el futuro, es hoy.

Nuestros políticos, esos que dicen que están en cosas importantes, que creen que la cultura política o la filosofía política es cosa de señoras inclavables, de gorditos haraganes o de putos peteros, se dedican a la compra y venta de intendentes y dirigentes, como si se tratasen de soldaditos de plomo.

La guerra está en otro lugar, es hora, que convoquen, que escuchen que se nutran, de los que vienen batallando desde hace tiempo.  

 

"La Democracia no es sólo una forma de construir una cultura, afirma Putnam, sino una tradición de la que se debe aprender en su participación, en su experimentación constante y expropiadora, de la que no se pueden extraer principios o reglas, sino, que antes que nada, una permanente interrogación acerca de lo que hace que esa actividad sea una forma determinada de actividad" ("El devenir pragmatista de la filosofia en América". Velamazán, P.P. Editorial Síntesis. Madrid. Pág. 91)


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