Verdades Relativas.
Néstor Kirchner cada tanto recordaba “Creemos en nuestra verdad relativa, no creemos en verdades absolutas”. Sucede, que aún para aquellos con la conceptualización más autoritaria y el ejercicio del mismo nefasto proceder, las cosas no resultarán nunca, pues las verdades absolutas no existen, ni las naturales, las impuestas ni las supra terrenas. Se desenmascaran tras un tiempo y en el vano intento de imposición ya nace muerta la perspectiva
No porque uno lo desee o se le ocurre, necesariamente por que nada es tan determinante como el nacer y el morir, en el medio todo es relativo, oscilante, cambiante, “aventuril” (neologismo)
Aún para el mismo déspota, tirano o autócrata, la verdad le fue, le es y le será esquiva, por más que la disfrace de acciones totalitarias para sus mandados. Sus dudas, temores, acechanzas internas, se le filtran en su proceder, en la proporcionalidad de la distancia entre lo que dicen y hacen. De allí que los más absolutistas sean los que se quedan en el hacer, dado que suscriben un contrato social en donde impera la dialéctica del amo y del esclavo. Esclavizan con su hacer, a los que están por debajo de su escalafón o escalón, los maltratan, los sodomizan, sí es que lograron garrapiñar un espacio de poder, pero claro, cómo solo hacen, al final del día o de cierta elección, terminan jugando para otros, que ni siquiera saben quiénes son sus amos en tal lógica conflictiva y retorcida, perecen en el estercolero de una puteada al viento, en un escupitajo al cielo, que más temprano que tarde, termina cayendo sobre sus testas impregnadas de automatismos sin pensamiento ni corazón.
En ese hiato, en ese espacio, en ese agujero, es donde el ejercicio de la libertad reina entre los sometidos, esa construcción que se hace desde el todos, identificados por que están con la imposición a cuestas y resisten la misma, genera tribus o compartimientos sociales, que se vuelcan muchas veces a conductas electorales.
Un claro ejemplo, el fenómeno político más notable de la Provincia de Corrientes, hace 44 años que la ciudadanía no vota a gobernador al peronismo. Sin que los que tuvieron algún grado de responsabilidad en algún entonces puedan hacerse cargo de algo, en el caso de que deseen cambiar verdaderamente, esto mismo.
Los que pretenden imponer una verdad absoluta porque detentan algo en especial o puntual, no son más que cancerberos, de estas pretensiones absolutistas que se construyen al ritmo de un hacer alocado, que no se detiene a pensar, a reflexionar a constituirse en un yo político, que rompa la cadena de la dialéctica oprobiosa del amo y del esclava, para probar con la libertad, esa que sea libre de etiquetas, de prejuicios, de hermetismos y espacios cementados, abroquelados en la cuadratura de un diseño que tenga solamente cal para ofrecer a corazones maltratados y apenados.
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