21 de mayo de 2017

La Tierra Sin Mal.

A modo de introducción: La obra de Yampey, es sin duda alguna la sesudez puesta al servicio de la reflexión madura, la contracción a la precisión cuasi científica y el talento natural que reposan de tanto en tanto en ciertos hombres que da a luz la madre tierra. Sin ánimos de ofensa, para ningún otro talento que pueda andar dando vuelta, lo cierto es que Yampey, se constituye en un hijo dilecto, para evitar el predilecto, que nos narra son su sapiencia y por sobre todo, con su don de gente, la cosmovisión Guaraní, en el concepto central o trascendental de; La Tierra Sin Mal. El autor bien podría ser el antropólogo cultural, al modo que para Francia fue Foucault, sin embargo las comparaciones con el viejo mundo, desnudan un complejo de Edipo colectivo mal resuelto o un flagrante eurocentrismo. Sin ánimo de exagerar, o asumiendo el riesgo, dentro de no mucho, cátedras enteras de distintas universidades y por sobre, coloquios en plazas y varas, llevarán la impronta de los que nos cuenta, nos susurra, nos alecciona, sin que nos demos cuenta, el gran Girala Yampey. Bienvenidos a uno de los ejes centrales de su proverbial obra. (Por Francisco Tomás González Cabañas)

Los guaraníes estaban convencidos de que, alguna vez, sería alcanzada el Yvy mará'ÿ  -La tierra sin Mal- donde ya no existirían las iniquidades que cometen los hombres. Sería como conquistar el discurrir de una existencia sin agobios ni pesares. Pensaban que era posible arribar hasta allá marchado hacia el Este hasta cruzar el océano. Además, estaban convencidos de que podrían alcanzar el Yvága –Paraíso- aligerando el cuerpo para hacer posible su ingreso a la Morada Celestial. Para lograr ese increíble objetivo, danzaban y cantaban con la participación de toda la comunidad. Sólo es cuestión de conocer los cantos sagrados y saber girar, meter el cuerpo en la danza y que la danza se meta dentro del cuerpo, hasta identificar la materia con el espíritu.

   Muchos grupos guaraníes migraron hasta a orillas del mar pero ninguno pudo seguir adelante y hacer real ese sueño. Desalentados ante el obstáculo, tuvieron que desandar la ruta iniciada. Al llegar los españoles, estaba aún vigente esa resplandeciente perspectiva. Las diversas estirpes o grupos realizaron memorables marchas caminando descalzos por las selvas con esos fulgurantes sueños en sus pupilas deslumbradas ante las exuberantes selvas que cruzaban.

   Según sus creencias, la llamada Yvy Tenonde -La primera Tierra- fue destruida por un gran incendio que venía asolando desde el Oeste. La inmensa hoguera fue sofocada por interminables lluvias. Entonces nuestro Gran Padre Primero, hizo que se formara la Segunda Tierra, la actual, en la que vivimos.

   Sin embargo, un vaticinio guaraní predice que a su vez, la misma está condenada a ser arruinada por la polución generalizada del planeta. Recién entonces se reconstruiría en el Yvy marä`y, “La Tierra sin mal”, ya sin defectos, libre de todo mal. La esperanza es ésa, alcanzar la tercera tierra, sin las imperfecciones de la actual.


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